Que el amor y la gracia de nuestro Señor Jesús sea en su espíritu, amados hermanos. Desde nuestra estancia en el noreste mexicano, les enviamos nuestro más sincero amor en Cristo, Señor nuestro.
Nuestro amado Señor Jesús, en el pasaje de Mateo 11:25-30, comenta un mensaje de poder, gozo y esperanza que tiene hasta antes de su venida vigencia plena y debemos echar mano para ofrecerlo a quienes todavía no gozan los privilegios de ser hijos espirituales de Dios.
No todo es conocimiento o doctrina profunda, no todo es profecía. Es misericordia y acciones de amor en la mayoría de las ocasiones. El Señor prefiere oído fino y cuerpo dispuesto a la obediencia antes que grandes revelaciones o profundos pensamientos porque estos demandan tiempo, concentración y paz. En cambio, la obediencia necesita más acción y lealtad en hechos que palabras.
Leyendo el texto en cuestión:
25 En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. 26 Sí, Padre, porque así te agradó. 27 Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.
Encontramos que:
El Señor está tan conmovido en gozo (en su materia física como nosotros lo experimentamos) que alaba al Padre por Su sabiduría infinita: la Verdad y el Verdadero ocultos a los sabios y entendidos revelándose a los niños. Luego afirma: “Sí, Padre, porque así te agradó”. ¿Por qué le agradó así al Padre? Porque los niños son seres obedientes de oído fino y están prestos a realizar las buenas obras de la fe y misericordia, motivados por el amor del Padre en ellos.
No obstante, los sabios y entendidos tienen tanta letra (los supuestos maestros de la ley), tantas preguntas y tanto qué profundizar que se olvidan de la acción, del poder del Espíritu y se enfocan en construir bibliotecas mentales cuando la obra queda desierta y vacía, teniendo poco o nulo beneficio para quien invierta tanto en atrapar a la doncella escurridiza llamada Sofía.
Y no contento con eso, declara más. Reconoce que hay sabiduría y conocimiento terrenal por los cuales muchos entregan toda su vida en llegar a un fin imposible y que el Padre puso en él todo fin de conocimiento y sabiduría naturales y espirituales (¡Ojo! No confundir natural con terrenal).
Todo fin de querer ser alguien en conocimiento de cualquier tipo se centra en que conozca al Hijo a través del Padre. Es decir, nadie puede ufanamente decir en su carne: “Yo sé quién es Jesús” como muchos filósofos, religiosos, políticos y charlatanes hacen y dicen de sí mismos que son alguien mandados por él. Luego dice el Señor Jesús que nadie conoce al Padre sino el Hijo y a quien él quiera revelar. En otras palabras, cualquier persona que diga que conoce a Dios, pero no confiesa a Jesucristo el tal miente sobre el Creador. Dios se alejó del mundo para que solo a través del nombre de Jesucristo Él pueda ser hallado, si bien Su poder se sigue manifestando sobre justos e injustos.
Luego hace la proclama que hacemos extensiva a los que aún andan vagando por el mundo: vayan a los pies del Señor Jesucristo, ustedes que traen cargas de todo tipo en su vida. Sí, ustedes son los que trabajan incansablemente y no ven la salida. Todos ustedes, quienes están atribulados por muchos asuntos, vengan y el Señor Jesús les dará consuelo, amor, paz, descanso, vino y pan de vida. Los pondrá a vivir y les dará un verdadero propósito de seguir adelante, ahora con él como guía.
Deben tener fe, creer que él lo puede hacer y que lo puede hacer en ustedes. Porque poderoso es él para hacerlo, solo necesita que ustedes confiesen y tengan la total confianza que toda carga él se las quita, poniendo en ustedes un yugo fácil de llevar.
Este yugo es la fe, la renunciación, la esperanza, la obediencia, la misericordia y el amor. Es fácil de llevar porque él ya lo llevó y podemos seguir su ejemplo. Si lo queremos y lo hacemos, lo llevaremos con gusto. Pide además que seamos mansos y humildes de corazón. ¿Por qué? Porque la mansedumbre evita la soberbia y la rebeldía y la humildad previene la codicia y la impaciencia, todos estos antivalores espirituales. Aprender esto implica fe y a cambio el alma descansa porque se da cuenta que ya no está atada a situaciones anteriores carnales, religiosas, tradicionales, de usos y costumbres o morales que implicaban una esclavitud desdichada.
Cierra el mensaje con la consolación: porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. ¿A qué se refiere con esto? A que el Espíritu Santo dentro de nosotros lo hace fácil, viviendo como vivió Cristo (en santidad, renunciación y en el Espíritu) se logra lo anterior.
En estos días de agobio, afanes, luchas, insatisfacciones, amarguras y desdichas es cuando más el Señor Jesús puede poner orden y hacer sentar cabeza a quienes están todavía en la locura, caos y desorden del mundo y saben en su interior que no es para ellos ese estilo de vida.
Hermanos amados: si queremos predicar, prediquemos esto. Si queremos anunciar que esta palabra sea su estandarte de presentación, porque esto es lo que las ovejas todavía extraviadas tienen que oír para que balen tan fuerte que el Señor vaya y las tome de donde estén y las traiga al redil, como está escrito.
Creamos firmemente en esta palabra, porque mientras haya fe en la Tierra hay almas valientes que encontrar.
Que la paz, gracia y amor de Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos nuestros, amén.
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