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  • Foto del escritorCuerpo Editorial

… Y no que todo tu cuerpo sea echado en el infierno

Que el amor, gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo sea en su espíritu, amados lectores desde dondequiera que se encuentren, amén.

El Señor Jesús, sabiendo el corazón corrompido de muchos de sus escuchas, da un sentido más profundo al mandamiento mosaico. Ciertamente el acto carnal consensuado entre dos, en el cual ya se tiene pareja dicta que está mal debido a que se rompe la unión de dos almas quienes previamente se unieron.

Dios no aprueba el adulterio por cuanto Él no adulteró su amor por la Humanidad hacia otra especie, ya sea creándola o bien dando gracia a otra ya creada. Se mantuvo fiel. A pesar de la ingratitud y desobediencia de Adán y Eva instigada por satanás. Con esto, además se destruye la falacia de seres extraterrestres de otros universos (como el mundo pseudocientífico, corrientes ateístas fatuas y amantes de lo ficcionario postulan “existan” o podrían existir).

Entonces el Hombre, ya una vez decidido estar con una persona (un hombre con una mujer) no puede cambiar así como así de pareja, porque cada persona es diferente y el amor no cambia de cuerpo en cuerpo. No funciona así. Son engaños de satanás y efluvios perversos de la carne de manifestar su concupiscencia tras mirar. El pecado radica en mirar, observar y desear lo ajeno, codiciándolo y robándolo a su propietario. El acto carnal posterior ya es consecuencia del pecado (el pensamiento previo).

Por eso el Señor Jesús exhibe la miserabilidad del hombre caído, comentando que la fidelidad es un valor espiritual y no una característica humana. Los que no aman a Dios no son fieles, por eso se casan y dan en casamiento. No entienden lo perverso de ayuntar con otros individuos fuera de la unidad del matrimonio y dejan que la mente se extravíe en desvaríos. La condición espiritual de estas personas es paupérrima.

Y en la iglesia no podemos tampoco. -mucho menos- dar pie a esta conducta. El adulterio es un pecado que mancha la vestidura dada por nuestro Padre. Y el Señor Jesús jamás amó a otra mujer que no sea su desposada, la iglesia. Ejemplo tenemos.

En cuanto a lo otro, de los miembros echados, se refiere a los que apostatan. Si dentro de una congregación hay quienes adulteran la palabra por el dinero o el poder, echarlos fuera es lo conducente. Nunca la riqueza, el amor al dinero y la obsesión de ser vitoreados por todos son parte de la sanidad espiritual. Un solo agente del enemigo puede corromper a toda una congregación si ésta consiente en dejarlo y ésta no se encuentra cimentada en Jesucristo.

Ser echado en el infierno es un destino horrendo, pues implica que alguien sea desechado enteramente por Dios irremisiblemente. Pervertir el amor que le corresponde a Dios no es buen negocio cuando la vida del infractor acaba sin confesar a Jesucristo.

Tanto en lo carnal, desear a otra mujer, como en lo espiritual, desear otro fundamento que no sea Jesucristo conllevan peligro. Huir de eso practicando la fidelidad es lo que el Señor pide y mandata que hagamos. ¡Líbrenos el Señor de caer en el acto carnal, pero guárdenos el Padre de adulterar el amor hacia Él por algo o alguien más!

Dejamos lo escrito en Mateo 5:27-30 para su lectura.

Que el amor, la paz y la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados, amén.


27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. 30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.




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