Amados: que el amor, la paz y gracia del Señor Jesucristo sea en ustedes, en su espíritu, amén.
El Señor Jesús, provisto de toda sabiduría por el Espíritu Santo realiza una serie de comentarios poderosos en su predicación al pueblo con sus discípulos. Un tema particular es respecto al derecho natural de la posesión de cosas. Como humano que fue, comprendió y entendió cómo los seres humanos acopiamos cosas, ideas y artilugios y lo consideramos tesoros pues nos da una sensación de llenura y completitud, un halago al alma.
Entonces, con este contexto supo que el hombre hace guerras, desfallece e incluso pierde su vida por lograr las riquezas o tesoros materiales afanosamente. Leemos en Mateo 6:19-21:
19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Por eso podemos atisbar que el consejo que nos da es que cualquier tesoro en la Tierra, así como el plan para alcanzarlo resulta inútil creer en eso y llevarlo a la práctica. El Señor Jesús niega esta posibilidad en la realidad del Padre en la vida espiritual consagada a Él. La razón es simple: el deterioro, la mortalidad y el tiempo destructor de toda cosa creada hace su efecto: la polilla y el orín son dos ejemplos de agentes destructores de la riqueza material. Lo natural tiene fecha y tiene lugar de desaparecer. Además los ladrones representan cualquier individualidad encaminada a destruir cualquier situación adversa. Menciona el Espíritu que nos guarde de todo mal.
En el entorno del versículo 20 nos da la estrategia a seguir al hacer tesoros en el cielo y la ventaja de hacerlos, en clara satisfacción espiritual del alma. ¿Por qué? Porque es válido y genuino el deseo de atesorar cosas, siempre y cuando sean aspectos espirituales que nuestro Dios aprueba en la vida del hombre quien le busca y desea reconciliación y perdón, para luego hallar misericordia y gracia.
Y sella esto con el versículo 21, pues el cofre donde guardamos estos tesoros es el corazón.
Luego entonces se entiende que el corazón para ver a Dios tiene que estar limpio y puro. Además, que el corazón es lo que sella el destino de muchos. Si se enfoca a tener propiedades, lujos, ropa, perfumes, autos y casa, etc., se pierden la oportunidad, la fe y una calificación perfecta.
Pero si es lo planteado por el Señor Jesús entonces la invitación se hace efectiva en tomar dones y regalos de Dios y nos la da la llenura de nuestro corazón.
Amados: procuremos permanecer en el amor de Cristo, en sus enseñanzas y hacer reflexión sobre lo que no debemos asumir en nuestra vida y no dar ápice a una deuda mañana.
Que el amor, la gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes en su espíritu, hermanos, amén.
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