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Todo reino dividido contra sí mismo es asolado

Que el amor, la gracia y la paz de nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo, Hijo de Dios, sea en todos ustedes amados lectores y creyentes, en su espíritu, amén.

Amados de Dios y de Cristo: les saludamos alegremente porque llegamos a un pasaje clave en nuestra ilustración y enseñanza respecto a la Verdad y del Verdadero. Nos referimos a Mateo 12:22-37 donde hace alusión a la blasfemia contra el Espíritu Santo. Dice así:

22 Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba. 23 Y toda la gente estaba atónita, y decía: ¿Será este aquel Hijo de David? 24 Mas los fariseos, al oírlo, decían: Este no echa fuera los demonios sino por Beelzebú, príncipe de los demonios. 25 Sabiendo Jesús los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. 26 Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿cómo, pues, permanecerá su reino? 27 Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. 28 Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa. 30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. 31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero. 33 O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque por el fruto se conoce el árbol. 34 ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. 36 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

Por la amplitud del tema, se hará la meditación por el Espíritu en partes y así cubrir diversos puntos finos y en primera instancia nos enfocaremos en los versículos del 22 al 29.

Poco después de haber exhibido de los judíos su mala entraña por haber sanado a un hombre con la mano seca en día de reposo y hacer señales del cumplimiento de la visitación a Israel, le fue llevado un hombre endemoniado con la característica de que estaba ciego y sordo y tras expulsar a tal demonio, este hombre hablaba y veía, quedando sano. Aquí hay sabiduría: cuando el Señor Jesús salva, todos son sanados de lo que sea que tengan en su condición espiritual y física y les son abiertos sus ojos y lengua para que vean el reino de Dios y hablen las cosas de Dios. El Señor Jesús no discrimina: salva a los que creen, sana a los enfermos que creen y restaura a quien está roto.

Tal señal de hacer ver y oír a quien crea en él no es poca cosa, por eso cuando alguien se arrepiente y confiesa el nombre de nuestro Señor Jesucristo es notorio. La gente ignorante se cuestiona si esto es obra de Dios, si es Jesucristo el nombre sobre todo nombre para creer unos y para espantarse otros.

Sin embargo, los muertos destinados a perderse desprecian esta acción milagrosa de sanar almas y traer almas para Cristo y desde el fondo de su corazón desprecian el acto de bondad de Dios. En el caso expreso del pasaje, los fariseos desdeñaron la obra poderosa de Cristo por medio del Espíritu Santo y confesaron que por Beelzebú echaba fuera demonios… Craso error que los propulsó a ser enviados al lago de fuego y azufre que les espera en el día postrero. No solamente mintieron: desecharon el poder venido de Dios y que vivía en la humanidad de Jesús, como ahora en nosotros vive el Espíritu Santo.

El pecado es decir que toda obra de Dios es del diablo, o que el diablo hace el bien y no Dios. Es despreciar el Poder Divino del Espíritu Santo, parte activa de la Deidad que aún permanece en la Tierra en los cuerpos de quienes confesamos a Jesucristo como el Hijo de Dios.

Jesucristo no se inmutó al sentenciar el destino de todo aquel quien se atreva de elegir el mismo camino: la muerte espiritual por blasfemia.

Comienza dando una introducción con lógica humana para que quedase muy claro. La ilógica de un poder terrenal de prevalecer si entre este mismo poder hay diferencias irreconciliables. Luego menciona casa y ciudad, tres conceptos muy bien conocidos, al fin corruptos hipócritas buscadores de favores. El reino de Israel, la casa de Jacob y la ciudad del Gran Rey fueron usados como ejemplo. Los profetiza que no habrá más reino, no más casa y no más ciudad, pues recordemos que el Señor Jesús había dicho que él era causa de división y con esto sentenció que él separaría estos entes perversos por no guardar la Ley que les fue encomendada y desde el destierro y huida (como él huyó a Egipto) y todos serán lanzados al mundo para que desde ahí sean todos llamados de nuevo. Dios destruyó todo lazo con lo antiguo por medio del Señor Jesucristo por haber demonizado la obra de misericordia ¡del mismo Dios! a través de su Enviado.

Luego, emplea la misma palabra de ellos: si el adversario está peleado contra sí mismo ¿cómo habrá de permanecer? ¿Cómo habría maldad si el mismo Beelzebú se destruye? En ese preciso momento se quedaron callados, atónitos, estupefactos, serios, pues en su corazón sintieron el fulgor de la palabra, el estallido de sus dichos que les rompían los tímpanos de estupor y el impacto de su profecía que los dejaría desnudos y sin contrarréplica.

Y no siendo suficiente dicta otra profecía durísima: y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. O sea, que si él por el mal hace el bien, los que sean después de ellos harán el bien en el nombre de Jesucristo, su némesis. ¡Aleluya! Aunque para ellos era obra del malo lo cierto es que no querían ni podían reconocer que era obra buena. Por esto he sostenido que la mentira, la traición y la rebeldía son tres pecados muy peligrosos en el ámbito espiritual.

Inmediatamente aclara el Señor por quién echa fuera demonios: por el Espíritu de Dios para que quede asentado lo que es verdad. La verdad sea dicha: donde hay milagros por Jesucristo, ha llegado el reino de los cielos a ese lugar.

Luego menciona la referencia del hombre fuerte que debe ser atado para que sea saqueado en sus bienes, se refiere a que el enemigo no quiere que su botín mal habido le sea arrebatado y debe ser neutralizado con la oración, ruego, súplica y poder del Espíritu Santo para que esto suceda y las ovejas vuelvan al redil.

Amados, seamos sabios, entendidos y prudentes. En nosotros por la gracia del Padre de habernos puesto en el Camino que es Jesucristo viviendo en nosotros y que el Señor Jesús en la obediencia a sus mandamientos somos guiados al Padre tenemos la responsabilidad espiritual de anunciar con testimonio la gracia, la vida, el momento hermoso y con podemos permitir que perversos nos estorben. Siempre con la cobertura del Espíritu hacer el bien honrando el nombre del Señor Jesús.

Que el amor de Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos nuestros, en su espíritu, amén.

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