Benditos y salvos de Dios y Cristo: el amor, la gracia y la humildad del Señor Jesucristo esté en todos ustedes. Les amamos y juntos anhelamos la restauración de todas las cosas con la segunda venida de nuestro amado Señor Jesucristo ¡Ven Señor Jesús! Amén.
Terminaremos el capítulo 4 con otro aspecto que el apóstol consideró necesario traer a la palestra de la dura exhortación. Los hermanos en aquel entonces tenían su mirada algunos en trasmitir sus costumbres, ideas, formas, cosas -que no decimos está mal, pues necesario es agenciarse el pan de cada día que, dicho sea de paso, es parte del testimonio de Cristo, trabajar para no estar ociosos- de forma petulante y soberbia sus actividades seculares.
Los que se pudieron establecer, al fin muchos de ellos comerciantes, llenaban algunos su corazón de soberbia y avaricia. Ser los primeros en tener los mejores contactos. El versículo 13 exhibe tal actitud de la siguiente manera: “¡Vamos ahora! Los que decís: hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año y, traficaremos, y ganaremos” y agrega el hermano Santiago: “cuando no sabéis qué será mañana” Ya no es lo escritural, lo doctrinal. Ahora tiene que ver con lo secular. No crítica ganen dinero y generen utilidad de ello sino ¿cómo dan por sentado las cosas? ¿dónde está la humildad de saberse dentro de la misericordia del Padre que es nuestro Proveedor? ¿No es gracias a Él que comemos, bebemos, vestimos y poseemos cosas? Ojo, no digo que el proceso administrativo sea pecado o esté en contra del Señor (Planificación, Organización, Dirección, Control) sino que la dirección le pertenece a Dios y no a nosotros. DE HECHO, todo el proceso administrativo le pertenece a Él.
Continúa el apóstol señalando la inutilidad de creernos alguien en esta tierra porque compara nuestra fuerza, presencia e influencia como una neblina, que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece.
Y es aquí donde el Espíritu da la exhortación, para ser guardados en toda empresa, acción estrategia, plan, diseño, aventura o decisión dentro de la Voluntad del Padre, dentro de los linderos de la libertad del Señor Jesucristo, dentro de la esfera del testimonio del Espíritu Santo mismo, es decir: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”.
¿Por qué? Nos contesta el apóstol: porque toda jactancia semejante es mala. Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Es decir, no rogar protección y bendición al Padre en todo lo que hagamos implica dar pie a que la soberbia y la jactancia entren disimuladamente y hagan destrozos en la vida espiritual en Cristo. Esto los hermanos de aquellas épocas lo experimentaron y el apóstol tuvo que reconvenirlos para que fuesen liberados de esa situación pecaminosa. La soberbia es decir y pensar “yo soy” en lugar de dar esa preeminencia a nuestro Padre. En cuanto a la jactancia es considerar e implicar: “por mí es hecho esto: soy el hacedor de esta obra”, también olvidando que es la gracia y sabiduría de nuestro Padre en Su amor darnos ciertas potestades seculares -Dios dio dones a los hombres-.
Finalmente, el apóstol dicta un hecho que es ley y principio en nuestra fe, por no decir que en toda la creación humana: “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”.
Por eso, parte de hacer el bien a nosotros mismos es privarnos de dar espacio a la soberbia o jactancia. No como obligación sino como un deseo de amarnos a nosotros mismos al no permitirnos dar un mal testimonio así. La humildad es pues, nuestra herramienta útil en este aspecto importante en nuestra vida secular. El que el Señor Jesús haya pagado por nuestros pecados no nos da pie a que pequemos con conciencia, sino más bien guardarnos por el Espíritu de no hacer el mal y hacer el bien, según lo dispuesto en todo el nuevo pacto.
Terminamos el capítulo cuarto, esperamos en el Señor Jesucristo todo sea de bendición, amor, edificación, amados, porque el tiempo corre, nuestro testimonio es el tesoro que debemos invertir sabiamente para la honra y gloria del Señor Jesucristo y del Padre. Amén.
Lo escrito en que fundamenta este tema se halla en Santiago 4:13-17.
El amor, la humildad y la paz del Señor Jesucristo esté en su espíritu, sobreabundando, amén.
13 !!Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos; 14 cuando no sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece. 15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello. 16 Pero ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala; 17 y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
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