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Seguir a Jesús.

Que el amor, la gracia y la sabiduría de lo Alto sea en ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén. Desde México enviamos un abrazo fraternal.

Mateo 8:18-22 es un texto de letras poderosas como definitorias, léanse por favor, a continuación:

18 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. 19 Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas. 20 Jesús le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza. 21 Otro de sus discípulos le dijo: Señor, permíteme que vaya primero y entierre a mi padre. 22 Jesús le dijo: Sígueme; deja que los muertos entierren a sus muertos.

Tras leer este mensaje, se tiene por muy claro y a prueba de dudas lo que implica seguir a Jesús. Digo esto en tiempo presente y no pasado porque sus palabras no pasarán, según está escrito y profetizado. Todo creyente que confiesa el nombre recibe muchos privilegios, refrigerios y apoyos de los cielos por gracia del Padre, pero es una profesión y oficio por el cual se tiene que tener responsabilidad de los actos cuando se acepta esta nueva forma de vida.

El Señor Jesús, tras verse asediado por demasiada gente, solicita moverse a otro lado para poder encontrar paz y atender a la multitud y no verse tan apretujado. Era mucha la demanda de su ayuda, pero en su carne debía guardar fuerzas para lo que restaba del día y no podía consentir en verse rebasado en tanta solicitud.

En ese inter, un escriba le afirma en su carne que él le seguiría a donde quiera que fuera. Sin embargo, nuestro amado Salvador da una lección de que esto es serio y las palabras deben ser sinceras y no lisonjas. Menciona que quienes creamos en él partiremos de nuestra tierra, nuestro mundo y nuestra vieja manera de vivir para ser peregrinos sin tierra fija en esta realidad, pues nuestra tierra prometida está en la eternidad, por lo cual no esperemos tener algo material como guaridas. Esto es para quienes quieran seguir el ministerio del Señor Jesús de ser corderos enviados al matadero: apóstoles, evangelistas, diáconos, pastores y maestros.

Por eso el Señor ubica al escriba que le profirió tales palabras, pues debía ser consciente de lo que estaba diciendo. No hay lugar abajo ni arriba para quienes dejan todo por amor al nombre del Señor Jesús. No hay fama, dinero, poder o gloria humanos si se decide trabajar para el Señor Jesús.

Después, viene un discípulo de los muchos que le seguían, solicitándole tiempo para enterrar a su padre. Esto simboliza tener un tiempo de duelo para dejar todo. Pero el Señor Jesús le niega tal solicitud diciéndole: sígueme porque, así como el Señor no titubeó al venir a la Tierra para cumplir la voluntad de su Padre, así tampoco espera que titubeemos si queremos seguir sus pasos en el ministerio en el cual debamos ser útiles al evangelio.

“Pero qué forma tan hosca ¿por qué Jesús no le concedió eso?” porque la carne es débil. Entonces, si Cristo se ponía permisivo, jamás tendría el discípulo tiempo de dejar todo para seguirle. Además ¿hay algo más importante que servir a Dios? Para muchos que tienen su corazón en las cosas del mundo, sí, aunque con su boca lo nieguen, con sus hechos lo afirman.

Deja que los muertos entierren a sus muertos significa que el mundo siempre tendrá distractores y actividades fuera de Jesucristo, por tanto, si hay que decidir hay que hacerlo ya de una vez, arrebatando al destino la chanza de seguir distraídos y dando al Padre la oportunidad de prepararnos para ser perfectos como Él desea que lo seamos.

En conclusión, amados hermanos, para seguir fielmente a nuestro Señor Jesús debemos asimilar y amar el hermoso camino de la renunciación porque seremos recompensados con mejores cosas que las que dejamos atrás.

Que el amor, la gracia y sabiduría de Cristo Jesús, Señor nuestro sea en ustedes amados, en su espíritu, amén.

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