Hermanos, lectores y creyentes del Señor Jesucristo, deseamos en el Espíritu que todo amor, gracia y sabiduría de lo Alto les sean concedidas en gran medida, amén. Que el Padre sea magnánimo en proporcionar Su poder en ustedes, para que estén gozosos en buen recaudo, amén.
En este blog ahora cubriremos el contenido complementario de la primera carta del hermano Pedro a sus congéneres en las diferentes regiones de Asia Menor, contenido en los versículos 13 al 25, en el primer capítulo y los primeros 3 del capítulo segundo.
Inspirado por el Espíritu Santo, el apóstol nos revela un proceder más de cómo debemos vivir la vida espiritual en Jesucristo, no como religión sino en acción plena que, de hecho, es libertad. Los lineamientos que nos son dados no son opresivos, condenatorios, obligatorios, tortuosos o imposibles. Muy por el contrario, son liberadores (de las cadenas religiosas del mundo); vivificantes (porque observándolos aprendemos a VIVIR en Cristo); necesarios, porque de ellos depende nuestra estirpe, riqueza, poder y posterior recompensa; placenteros, por cuanto sabemos por fe que agradamos a Dios y aunque en un principio puedan parecer extraños, al final veremos todo el sentido que tienen; y posibles -en el Espíritu- por cuanto el poder de Dios de operar el bien, el amor, la vida en la humanidad mediante el evangelio y obras de Cristo en nosotros no tienen magnitud, límite o cantidad.
Siendo directos, todo se reduce a leer y practicar solamente el evangelio de Cristo, los primeros mandamientos de él, luego todo lo que a través del Espíritu se fue escribiendo por mano de los diferentes apóstoles, evangelistas de cada época. Por eso mismo, es muy raro que en este blog hagamos mención del antiguo pacto para enseñanza, pues cualquier sabiduría ahí contenida ya fue perfeccionada por el Espíritu Santo. Si alguna vez hacemos referencia a lo antiguo es para dar una base referencial de algún contexto histórico en los tiempos de Dios, alguna introducción histórica, pero de ninguna manera sacar doctrina y que sea ajena a Cristo. En el temor de Dios nos conducimos, en el amor de Cristo andamos y por revelación del Espíritu Santo hablamos. Así que, en lo que lo que al Espíritu le parezca correcto así obraremos.
Y de conformidad con el tema de este blog, en santidad andamos porque no basamos tampoco en libros, autores, religiones, teologías o filosofías nuestros pensamientos, reflexiones o meditaciones; sino que, en lugar de eso, en lo que nuestra propia experiencia o testimonio de otros hermanos aprendemos y vemos cómo las diferentes leyes espirituales de nuestro Padre se cumplen ya sea en nosotros, familia, hermandad o incluso prójimos alrededor nuestro.
La santidad es no contaminarse del mundo, no usar conocimientos de este que leuden la pureza de la sana doctrina, apartarse de éste, puesto que contamina todo lo que toca. Si Jesús lo hizo, fue para tener comunión con el Padre, reforzarse en su Espíritu y después volver a dar testimonio, sin dejar que en su tiempo las fábulas judaicas le estorbaran. Así nosotros ahora, ustedes en perfeccionar su relación íntima con Dios también.
Este parte del manual de vida llamado: “Testimonio de Jesucristo” puede estructurarse así:
De manera que este manual debemos practicarlo ejecutando las acciones dadas y actuando conforme a este perfil espiritual que el Señor Jesús espera hagamos. Esto es vivir la vida espiritual conforme a Cristo. Esto es ser santos, así como nuestro Padre, nuestro Señor Jesús son santos. El Espíritu Santo nos guiará hacia este destino, la santidad en nosotros.
Dejamos como evidencia, lo contenido en 1ª Pedro 1:13-25 y 1ª Pedro 2:1-3.
La paz, amor, gracia y conocimiento de nuestro Señor Jesucristo esté en ustedes, amados lectores, amén.
13 Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 17 Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18 sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19 sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20 ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 21 y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. 22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23 siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
24 Porque:
Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;
25 Mas la palabra del Señor permanece para siempre. m Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada.
2 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, 2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, 3 si es que habéis gustado la benignidad del Señor.
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