Bendiciones sean a todos ustedes amados lectores, quienes creen y confiesan a nuestro Señor Jesucristo sin temor, con vocación y espíritu de lealtad y familiaridad espiritual únicos y crecientes a cada día que pasa: la paz, amor y gracia del Señor es en su espíritu, amén.
Hoy iniciamos la lectura de la muy breve pero concisa carta del apóstol Pedro a los creyentes en Jesucristo. Esta carta en particular no tiene un destinatario geográficamente especificado, sino más bien a todos los creyentes en su época y después de él.
El Espíritu Santo le mostró hablase a un público de hermanos contemporáneos y futuros porque las reglas mencionadas, la doctrina, profecía, mandamientos y amonestaciones siguen vigentes hasta el momento preciso de su segunda venida, cuando el reino milenario de Jesucristo cambie las circunstancias. De modo que gocémonos pues el apóstol nos envía un mensaje de amor que trasciende épocas: tiempos y espacio que nos aparta en la carne, pero en el Espíritu nos une y somos uno con lo que él por revelación del Espíritu nos dejó.
Pero entrando en materia, tras una salutación corta (pues tuvo premura en ir al grano, sabedor que ya estaba pronto a partir y quiso asegurarse este mensaje llegase en tiempo y forma), reconoce el apóstol que todo nos es concedido por obra y gracia del Padre, por afecto a nuestro Señor Jesucristo.
El Espíritu revela que somos llamados a ser parte de la familia espiritual de Dios mediante Su poder, con el conocimiento acerca de Él como la vida por la doctrina y evangelio de reconciliación en Jesucristo, nuestro Señor. Además, nos libra de la muerte y corrupción de la carne y en cambio nos otorga promesas tanto en esta vida, como en la venidera.
Sin embargo, para aspirar en este misterio y poder de ser hechos hijos espirituales de Dios, el Espíritu por mano de Pedro nos otorga una serie de pasos y actividades espirituales para ser congruentes con la Voluntad del Padre y así tales promesas estén garantizadas. A saber:
Donde, explicado este flujo de proceso tenemos que:
El mismo apóstol nos enseña que lo anterior son actividades de proceso de tiempo completo: evitan seamos ociosos para el Señor y que seamos como árboles estériles, incapaces de dar frutos; por no decir ignorantes del conocimiento del Señor Jesús. Vergonzoso decirse “cristiano” y actuar como cualquier muerto espiritual. El versículo 9 es aleccionador: Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.
De hecho, para ser victoriosos en la fe y en la vida espiritual en Cristo precisa vocación y luego elección. Vocación nuestra de querer en realidad servir al Señor; y elección entre los que poseen la vocación por parte del Señor Jesús y del Espíritu Santo. En cuanto al resto, dice la escritura que vivirán en caída. Una cosa es ser salvos, otra cosa es estar diligentes, otra cosa es estar en la obra y otra cosa es ser victoriosos. Si bien todos los anteriores son salvos, no todos tendrán la misma estima, galardón y loas de parte de Cristo. Entre más sirvamos a Cristo mejor será nuestra entrada al reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Así como el apóstol Pedro, tampoco nosotros dejaremos de insistirles, amados hermanos y lectores que procuren ser perfectos, en seguir el proceso de agradar al Padre que se acaba de establecer párrafos atrás de este tema.
Amados, nosotros no estaremos por siempre y este blog habrá de terminar algún día; pero, si en algo somos de amor, consuelo, exhortación a ustedes, rogamos en el amor de nuestro Señor Jesucristo añoren a crecer, deseen de todo corazón servir solamente al Señor Jesucristo. No para nosotros, sino para que ustedes mismos anden en la vida espiritual de Jesucristo y estando allá, cuando nos mencione el Señor Jesucristo, esté orgulloso de nosotros, seque nuestras lágrimas, sacie nuestra sed de clamor y justicia, y nos muestre nuestra recompensa, la mejor posible si se pudiera.
Hermanos. Francamente no pedimos mucho, mas la carne es débil y los tiempos se acercan. Antes de su venida o la partida de este mundo, ansíen ser consentidos de nuestro Padre siendo obedientes y fieles en todo hasta la muerte. Ya el Señor Jesús nos mostró el camino: sigámoslo.
Dejo para su consideración el contenido escritural hallado en 2ª Pedro 1:1-15.
La paz, amor, consuelo y gracia del Señor Jesucristo sea en ustedes, en su espíritu amados hermanos, amén.
1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra: 2 Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. 3 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, 4 por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; 5 vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; 6 al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; 7 a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. 8 Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. 9 Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. 12 Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. 13 Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; 14 sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. 15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.
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