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Por vuestra poca fe

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

Tenemos ahora una práctica del evangelio en boca de Jesucristo.

Algo que tenemos que entender es que la palabra del nuevo pacto es vívida, es aplicable en cualquier persona, tiempo, espacio o circunstancia. La fe es total, completa y permanente. Muchos toman la lectura de la escritura como compendio de anécdotas maravillosas y relatos fantásticos que no creen sean aplicables hoy en día. Esto constituye un craso error porque se niega la eficacia del poder del Espíritu para realizar obras espirituales.

Jesús vino a dar testimonio del amor de Dios y de Su poder entre los hombres en su nombre.

Leamos Mateo 17:14-21, cuya lección debe dejar a más de uno en silencio y cuya instrucción es combatir la incredulidad de uno mismo respecto al poder de Dios en la actualidad.

Dice así:

14 Cuando llegaron al gentío, vino a él un hombre que se arrodilló delante de él, diciendo: 15 Señor, ten misericordia de mi hijo, que es lunático, y padece muchísimo; porque muchas veces cae en el fuego, y muchas en el agua. 16 Y lo he traído a tus discípulos, pero no le han podido sanar. 17 Respondiendo Jesús, dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os he de soportar? Traédmelo acá. 18 Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquella hora. 19 Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? 20 Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible. 21 Pero este género no sale sino con oración y ayuno.

Llegan del monte donde había transfigurado su presencia en lo espiritual delante de Pedro, Juan y Jacobo hacia donde les esperaba una multitud, donde un hombre espera por Jesús y le ruega por ayuda. Este hombre sufre demasiado por el devenir actual de su hijo, lunático, quien era sometido a situaciones peligrosas que nadie en su sano juicio haría.

Tal era su desesperación que, en lo que regresaba el Señor, solicitó encarecidamente a los discípulos que echaran fuera a esta enfermedad, que en realidad era la posesión de un demonio en el interior del joven y que los discípulos al carecer del Espíritu Santo no podrían haber sabido.

Intentaron en lo que según su enseñanza hasta ese momento les permitía con nulos efectos. Esto se escribe no como crítica, sino como contexto de que hay un desarrollo y crecimiento espiritual y si alguna vez algo no nos funciona con oración y fe, puede deberse a que no es el tiempo o la forma en que creemos que sucederá alguna respuesta del Padre en un asunto.

Esto lo cuenta al Señor Jesús, quien de modo serio, franco y molesto expresa y delata la conducta del pueblo: incrédula y perversa.

Incrédula por cuanto exigían un resultado favorable sin estar convencidos de que podían recibirlo. Es decir, el padre tenía ansiedad y desesperación, pero no fe. Y cuando los discípulos no tenían esa medida de fe y por ende no eran el medio de Dios para realizar esta obra, los exhibió delante de todos. Esto fue lo que molestó a Jesús.

Perversa, porque rompen con el protocolo espiritual de solicitar milagros. Se saltan las trancas del orden espiritual en una soberbia y exigencia deleznables. Muchos casi tronando dedos gritan a Dios, le ordenan y le exigen torpemente sobre algún asunto porque no quieren padecer. No quieren sufrir, no quieren dar amor, fe, fortaleza y paciencia. Solo quieren el milagro, la ayuda, la atención expeditos y ¡listo! Se van por donde vinieron libres de esa carga y siguen con su vanidad, soberbia y egoísmo.

Por eso el Señor Jesús contestó así. Aquí entra la pregunta: ¿Cuántas personas no hacen en este preciso momento esto que describimos? ¿una, dos, millones? Con una que lo haga es una muy majadera manera de invocar o referirse al Dios del Bien y de lo Bueno, al Hijo de Dios poderoso sentado a la Diestra de Dios Padre. ¿Quién de ustedes, amados hermanos, no sentirá lo mismo después que una, dos o tres personas los fustiguen en su área de trabajo reclamándoles, exigiéndoles un resultado ipso-facto aduciendo tonterías como justificación de su pueril conducta?

Mucho hay que trabajar en dominio propio conforme crezcamos para que el enojo no nos arrebate el premio de resistir. En lo que llega, el hombre recibe el beneficio porque era necesario para misericordia, testimonio y enseñanza, más que porque tal hombre mereciera ese beneficio espiritual.

Misericordia, por cuanto Dios es Soberano y a quien decide ayudar, ayuda. Su poder se manifiesta de tal forma que no depende siquiera de la falsa fe, sino de lo que Él quiere y así se hace.

Testimonio, porque ningún demonio prevalecerá contra Jesucristo, el Hijo de Dios y aquel muchacho fue liberado para que por el resto de vida fuera ejemplo vivo del poder de Jesucristo y lección dura para su imprudente padre.

Enseñanza, por la razón de que los discípulos no fueron regañados, sino que el Señor les explicara la profundidad de este acontecimiento.

Y al respecto, los discípulos se sintieron frustrados y tristes porque su método no funcionó y sentían pena y vergüenza de haber fallado o no saber cómo proceder.

El mismo Señor les comenta que, por su poca fe, es decir, les faltaba camino por recorrer, carecían del poder del Espíritu Santo y el propósito de ser enviados para realizar portentos. Exhibe que la fe es gradualmente añadida y con tal crecimiento los imposibles se hacen posibles. Cualquier limitante en ellos sería desgajada de su interior y echada fuera para que el poder pleno del Espíritu Santo. Nada es imposible para Cristo, solo que hay que tener cierta estatura en la fe y tener, como hemos dicho, propósito de parte del Padre para que las obras sean hechas. De otro modo, sería impráctico que todos y cada uno de los solicitantes reciban su atención y favor a cambio de nada.

Finalmente, al respecto de cómo proceder contra un demonio el Señor enseña que con oración y ayuno. Oración es la plegaria de comunión con el Padre en el nombre del Señor Jesucristo y el ayuno es el desapego del mundo y sus necedades, no el dejar de comer.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesús sea en todos ustedes, amados hermanos, amén.

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