Que el amor, la gracia y la paz del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados, hermanos, en su espíritu, amén.
Entramos al último episodio de este maravilloso capítulo 6, nuestro amado Señor, Salvador y Maestro vierte sus primeras verdades espirituales en representación del Padre al pueblo estando con sus discípulos ante sus detractores.
El pasaje en cuestión -Mateo 6:25-34- trata sobre un asunto muy cotidiano en la vida del hombre, incluyendo creyentes: el afán. El amor al dinero trae como consecuencia afanes, es decir, preocupaciones extremas de un individuo en virtud de que sabe de que nada es eterno y procura por sus medios extender o alargar la agonía de creerse ser alguien cuando se es nadie, o bien creerse tener el poder de dominar todo cuando esto es por un corto periodo de tiempo.
Por eso el Señor Jesús habló antes de las riquezas porque estas son el mal mayor del hombre natural. Ahora se aterriza por qué: por las implicaciones como por ejemplo la soberbia, la codicia, la envidia, el latrocinio, el fraude, etc., donde todos estos elementos aprisionan el alma y la esclavizan alejándolas de Dios y Su libertad a través de Jesucristo.
El Señor Jesús comienza diciendo:
No os afanéis por vuestra vida: comer o beber.
No os afanéis por vuestro cuerpo: vestimenta.
Solo son tres elementos que el Hombre necesita para subsistir: comida, bebida y vestimenta. Lo demás es vanidad dictada por el diablo para hacer creer al ser humano de que se requieren más cosas, lo cual es evidentemente falso.
Se hace recapacitar al dictar una comparación excelsa en forma de interrogante: “¿no es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?” Dios es un Dios de vivos y Dios no tiene necesidad de limitarse en un cuerpo. Por tanto si el pueblo hubiese tenido fe, no estuvieran con todas la penurias que se relatan en el Antiguo Testamento.
Dios es claro: el Hombre cree que puede trascender lo que el Creador ha otorgado inspirado en la soberbia, rebeldía y vanidad. Dios es Quien provee todo a todos, sin embargo, el diablo y la propia vanidad del individuo debe enfrentar al Espíritu Santo e intentar vencer. Establece dos ejemplos sencillos de analizar el Señor: las aves del cielo y los lirios del campo.
En el primero, confirma el gran amor que Dios tiene por Su creación. Especifica el Señor que estas no trabajan (como el Hombre sí) y que las alimenta y tras ella siguen su devenir, gozosas.
Luego el Señor Jesucristo concluye que somos más importantes para Dios y por tanto Él jamás dejaría en el abandono a Sus hijos en todas las épocas. También Dios tiene la potestad de alimentar al Hombre en lo espiritual y no solo en lo físico y que el Hombre no debe suponer imposibles como pretextos de no escuchar la palabra de vida, cuando menciona Cristo que el que mucho se afana nunca podrá elevar un ápice su estatura. Así el Hombre no tiene potestad de ser autosuficiente.
Hasta aquí el contenido primero, en el siguiente número veremos lo de los lirios del campo. El Hombre necesita aprender a amar a Dios y tener total fe en ÉL.
Que la gracia, la paz y el amor del Señor Jesucristo sea en ustedes amados. Amén.
25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? 31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. 34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
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