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Para que tu limosna sea en lo secreto

Deseamos en el Espíritu que el amor, gracia y sabiduría del Señor Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos en su espíritu, amén.

Mateo 6 es la continuación de la predicación que nuestro amado Señor dio sobre aquel monte al pueblo en cuanto a todos los cambios que habría de hacer en el quehacer espiritual de agradar a Dios, por cuanto el Padre le dio la autoridad para hacer tal cosa.

En la porción que leeremos hoy, Mateo 6:1-4, el Señor Jesús nos da cátedra sobre cómo debemos ofrendar al prójimo alguna dádiva que tengamos en posibilidad de dar sin afectar a terceros, pues el hombre, en su arrogancia y torpeza quiere ser figura protagonista en esta acción de misericordia dada por el Padre. Más la obra del Espíritu es la discreción y el anonimato porque es acción de Dios y no del hombre.

Leyendo al pie de la letra dice:

6:1 Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. 2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. 3 Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, 4 para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.

Al decir “hacer vuestra justicia” el Señor nos muestra que tenemos el poder de practicar la justicia al dar una limosna (ofrenda o ayuda desinteresada) para equilibrar la balanza en la vida de los bendecidos por misericordia del Padre, no por buena voluntad de los hombres.

Porque todo ser humano quien se ufana de ayudar a los pobres según su esfuerzo el tal es un hipócrita, porque añora ser visto, alabado y reconocido por su comunidad, el mundo, su propia vanidad y esa es su recompensa. Una falaz alabanza a su “yo” corruptor de las obras y todos sus adoradores son en realidad aduladores hipócritas junto con el tal.

Nótese que Jesús dice “hombres” y no los judíos porque no solamente los religiosos judíos realizan estas obras vanas, sino cualquier alma adúltera no creyente: gentil o judía es lo mismo.

En la siguiente referencia ahora sí menciona a los judíos, para aterrizar su juicio sobre la malicia del hombre fuera de Dios.

La adulación es la recompensa que tiene todo religioso cuando anuncia a los medios, con bombo y platillo, con lujo de detalles y con evidencia de sobra de sus “limosnas”, “buenas obras” y “ayudas” a los pobres. No hay más. Del cielo nada tienen y la bendición de lo Alto no llegará nunca.

Muy por el contrario el Señor Jesús menciona en el versículo tercero “que no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha” pues se asegura la secrecía. De este modo, no se sabe que un intermediario humano fue el medio en que Dios obra misericordia con el pobre a quien se ayuda y el Padre recompensa al discreto vaso de honra por cuanto evitó caer presa de ese espíritu de protagonismo insulso.

Entendamos, nosotros somos medios, no fines. Somos vasos de honra, no dueños de la obra. El Señor nos pide que seamos celosos de nuestra discreción porque la gratitud y alabanza son para el Señor.

Que el amor, la paz y la gracia del Señor Jesús sea con todos ustedes amados, amén.



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