Para que seáis hijos de vuestro Padre

Que el amor, la gracia y la paz de nuestro Señor Jesucristo esté en ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.

Continuamos con la meditación por el Espíritu de la última parte del mensaje del Señor Jesucristo al pueblo cuando dio su sermón en el monte, después de darnos sus mandamientos supremos, explica ahora -y tomamos en este tema- el por qué es necesario hacerlos.

Como dice en el título y colocamos a continuación lo que dice en Mateo 5:45: para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos.

En este sencillo párrafo se expone el propósito de creer en Jesucristo y obedecerle: ser hijos del Padre celestial y no “cristianos”, “evangélicos”, “denominacionales”, “bautistas”, “metodistas”, “pentecostales”, etc., nuestro Señor nos nombra como HIJOS: H-I-J-O-S. Entonces las otras nomenclaturas son engaños del mismo hombre vanidoso que ha socavado la unidad y se ve mucha división.

Amados hermanos: no acepten etiquetas mundanas para dar descripción de su fe, la fe, nuestra fe. Es la misma (o debería de serlo) y solamente debemos aceptar nombramientos del Señor Jesucristo, nuestro Salvador, NO DEL MUNDO.

Entonces, si obedecen lo mandatado por nuestro Maestro deben describirse como hijos de Dios en plural: “somos de los hijos de Dios por gracia de nuestro Señor Jesucristo”.

Caso contrario, se identificarán como sea, pues el Espíritu está contristado, el testimonio no es el correcto y el poder de Dios no actúa en los desobedientes, solo viven de derrota en derrota. Finalmente, decir que el Padre ya hace eso, practicar el amor con la Humanidad en misericordia y paciencia y, en consecuencia, aspiremos a ser como Él.

Mensaje conciso pero preciso.

Esperamos en el Señor que esta palabra directa les sea de reflexión, meditación y cause celo, para que consideren su manera de actuar para con los del mundo y sobre todo ante los ojos de nuestro Padre.

Deseamos que la paz, el amor, la gracia y la sabiduría del Señor Jesucristo sea en ustedes, amados lectores y creyentes, amén.