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Obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas

Amados hermanos espirituales de nuestro Señor Jesucristo y nuestros, dispersos por toda la Tierra: enviamos toda salutación de amor, todo amor entrañable y compartimos nuestra esperanza con ustedes, que seremos levantados en el aire para ser purificados y ser llevados con nuestro Señor Jesucristo a la gloria y vida eterna reservadas para los escogidos por el Padre desde ante de la fundación del mundo, amén.

Hoy estamos de plácemes porque iniciamos el año 2021 con una carta muy hermosa, llena de mensajes de doctrina poderosa en la perfección y meditación para fortalecimiento de nuestra fe. La primera carta que el apóstol Pedro escribió a los hermanos de origen hebreo ya dispersos en algunas regiones de la actual Turquía. De entrada, en la salutación el apóstol es revelado y autorizado para escribir que Dios ya sabe quiénes son sus santos, según la época en la cual los pone para ser sus heraldos de Amor, Fe, Esperanza en nuestro Señor Jesucristo.

Sin importar nuestro origen, señala que todos tenemos una esperanza viva: ser partícipes de la resurrección de nuestro Señor Jesús. ¿Por qué? Porque es necesario despojarnos de esta piel sucia llamada carne, la cual mancha las almas de los hombres, hinchada de pecado, malas obras y empañada con muerte. Ya sea que estemos vivos o fallecidos, predicho está que resucitaremos primero los muertos en Cristo para salvación. Y como en esta vida habremos de sufrir, pues así es necesario por cuanto somos ajenos a esta naturaleza pecaminosa, el versículo cuatro nos especifica el Espíritu nuestras recompensas por haber sido fieles en lo poco (ser santos en un mundo inmundo).

A saber, dice:

a) Herencia incorruptible: la maldad, el pecado, la muerte no tienen jurisdicción sobre ella. Es decir, una vez creada siempre será santa.

b) Herencia incontaminada: Al no tener carne por ser espiritual, no habrá modo de ensuciarla como sucedió la primera vez. Esta herencia fue hecha por Dios en su tiempo y lejos de esta realidad, así no tiene modo de tener contaminación cruzada al ser las almas salvas liberadas del yugo de su carne.

c) Herencia inmarcesible: Como no es físico, no hay modo de medir el tiempo, magnitud, fin de esta herencia. Una vez obtenida, durará lo que Dios haya de estar: eternamente.

Y dice en dónde está: en los cielos; es decir, nunca más lejos de la gloria de Dios y cerca de Él en sus contornos celestiales. Ya no habrá un universo, un límite de nuestra habitación, una lejanía en todos los aspectos, no más juicios ni limitantes. ¡Nunca más!

¿Y quiénes son los privilegiados? Por Su gracia y misericordia, nosotros, y todos quienes fuimos guardados en el Poder de Dios por medio de la fe y como termina el versículo quinto: para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. Es decir, la salvación consiste en no caer en el lago de fuego y azufre, sino en sus moradas celestiales en su tierra nueva y cielo nuevo. Es en futuro porque aún no ocurre, el Señor Jesús aún no viene para resucitarnos, pero lo hará, pues hay primero que completar el número de los redimidos. Ahora bien, la fe antes mencionada debe ser perfeccionada por un fuego purificador, que son pruebas en ciertos tramos de nuestra vida, porque así aprendemos a confiar en Él, en el día de su salvación. Recordemos que el Señor Jesús también padeció y su fe vino a ser perfecta, su obra vino a ser hecha el manual de usuario e instructivo de vida para nosotros.

Y da características de la fe que profesamos:

a) le amamos sin haberle visto

b) creemos sin necesidad actual de verlo

c) nos goza hacerlo inefable y gloriosamente

Teniendo como fruto de esta acción de practicar la fe en Dios, manteniéndonos cimentados en Jesucristo, lo siguiente: la salvación de nuestras almas. ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! ¡Gracias, Cristo! Es decir, con tan solo creer que: si Dios nos va a salvar y lo confesamos, creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios y nunca dudemos de eso y lo confesemos de labios con el corazón le declaramos nuestro Señor, Pastor, Salvador y Maestro, tenemos garantizada esta recompensa.

Por otro lado, el apóstol refiere que esta época es la más privilegiada a lo sumo (la época de Cristo), dado que los antiguos profetas enviados para anunciar esto, procuraron dar nota de cuándo sería esto y si ellos serían dignos de verlo y atestiguarlo en esta vida. Todos los enviados y emisarios de Dios en su rol de Jehová fueron precisos en sus mensajes de describir quién era el Mesías que habría de venir; cuál sería su testimonio, de qué manera habría de padecer y también cuál sería el fin de todo esto. Hago un paréntesis para afirmar que estos versículos (10 y 11) echan por la borda la fatuidad de imponer un evangelio según Israel, según Moisés, reyes y profetas, pues éstos murieron sin ser testigos oculares, solo fueron revelados tras visiones de lo que habría de venir y ahora nosotros, los posteriores a los tiempos de Cristo, nuestra fe es el tesoro, es el oro del cual Dios se maravilla, nuestro Señor Jesús se goza que no tuvimos necesidad de oír su voz, ver su rostro o palpar su cuerpo para creer. Sabemos y muy humildes somos en declarar que aún esta honra nos la proveyó nuestro Padre, no nosotros por nosotros mismos, y a Él sean la gloria, honra, poder y majestad por los siglos de los siglos, en el nombre del Señor Jesucristo, amén.

También, aun toda revelación y mensaje derivado de esto viene dado por el Espíritu Santo, cosa que ellos vieron, pero no vivieron (los antiguos) ni experimentaron del modo en que a estos tiempos le fue dado a la Iglesia de Jesucristo, dispersa después de su ascensión en todo el orbe hasta hoy y hasta que él venga nuevamente. E incluso los ángeles desean mirar esto y lo han visto, pero, además, ansían ver la victoria del Gran Rey Victorioso Jesucristo: Hijo del Dios Altísimo sobre sus adversarios. También los ángeles añoran todo sea restaurado pues, así como hubo tiempos tumultuosos en el principio, cuando se de la victoria final sobre el dragón ellos y nosotros entonaremos cánticos de victoria y alabanzas a nuestro Señor Jesucristo y nuestro Padre Dios.

Dejamos el testimonio y fundamento escritural en 1ª Pedro 1:1-12.

La paz, gracia y esperanza viva de nuestro Señor Jesucristo se fortalezca en ustedes amados, amén, amén y amén.


1 Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, 2 elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. 3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, 4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, 5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. 6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, 7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, 8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; 9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. 10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. 12 A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.

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