Salud y bendiciones de lo Alto sean a ustedes amados hermanos, que nos leen en estos días del mes de diciembre 2021. Que el amor, la paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo sea pleno en su espíritu, hermanos, amén. En el Blog 176 se leyó el correspondiente tema relacionado en aquella ocasión en el 2017 respecto a la promesa del Espíritu Santo.
Ahora retomo este mismo pasaje, pero ahora enfocado a la primera parte, en la cual los discípulos se congregaron afuera de Betania para despedir al Señor Jesús, pues ya ascendería al cielo.
Entonces surge la pregunta de los discípulos: “¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” hablando de las promesas por venir. Ellos pensaron que Israel (de alguna manera creían todavía en la restauración del antiguo pacto, pues aún no recibían al Espíritu Santo) habría de recobrar el esplendor de siglos atrás. Las profecías estaban cumplidas en cuanto al advenimiento de Cristo, pero faltaban otras más.
No obstante, el Señor Jesús corta de tajo (justo antes de irse ya estaban sus discípulos cavilando acerca de los finales tiempos ¡y en su presencia!) todo lazo con el mundo y sus elucubraciones sobre el final, atendiendo la obediencia al Padre de subir a Su presencia y dejar que el Espíritu Santo contestase tal pregunta. Pero, les da un indicio, después de rehusarse a dar detalles del plan del Padre (que dicho sea de paso, ahí él no sabía el cómo habrían de acontecer los finales tiempos al estar todavía en esencia material): “No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. El indicio consiste: el Espíritu nos revelará todo lo necesario para que sepamos ver los tiempos y las sazones. Para ver este tema consulte el Blog 176. Ahora me ocupa ver la otra perspectiva: conocer los tiempos.
No era tiempo ni forma de responder tal pregunta. El hombre tiene la imperiosa necesidad de querer información precisa y ellos, como ciudadanos israelitas buscaban saber si sus ojos verían tal promesa. Cuando Cristo declaró esto, estableció que de la carne nada saldrá de sabiduría de lo Alto, sino del Padre a Su tiempo a quien Él quiera. Así pues, ellos habrían de esperar por el Espíritu Santo y desde entonces ya no osaron a cavilar de tal forma.
Eventualmente, el apóstol Juan en su vejez tendría las primicias cuando escribió el Apocalipsis, donde también el apóstol Pablo recibió revelaciones y Pedro, Santiago y Judas por igual, cada quien en su enfoque e inspiración por el Espíritu Santo.
“Pero esto no responde la cuestión de los tiempos y las sazones” me dirán. Pues no, porque los tiempos (fechas y épocas, o sea el cuándo) y las sazones (en otras palabras, por qué, cómo y quién específicos) son secretos del Padre y sucederán cuando tengan que suceder y solo cuando estén a punto de acontecer, entonces serán revelados los santos elegidos para tal efecto, no antes. “¿Pero por qué?, si no se nos advierte ¿cómo evitar que caigamos presa de las atrocidades enmarcadas?”. Todo es cuestión de fe, obediencia y esperanza, atribulados hermanos.
No es la fecha, son las señales y acontecimientos. No por nada el Señor Jesús nos advierte: velad: mantener los ojos muy abiertos, así como la iglesia en sus inicios fue advertida para que escapase de Jerusalén antes del 70 D.C. quedándose quienes no estaban ordenados para salvación; así será en los tiempos finales. La palabra ya está dada, las señales ya están escritas para nuestra sola información y preparación porque estará velada al mundo y a los infieles.
Ellos no podrán escapar ni ser salvos, pero nosotros sí. Por esta razón es que no hay fechas, personas, información precisa porque todo esto será declarado conforme al tiempo que pase, potestad del Padre y permisión del Hijo: revelación por el Espíritu Santo.
¿En verdad quieres saber más al detalle? Sé santo como Él es Santo. ¿Así añoras conocer más profundamente Apocalipsis? Sé lleno de fe y ten puro tu corazón, sin amar al mundo y a todo lo que provenga de él -su inmunda sabiduría y falsa ciencia-. ¿Deseas decirnos lo que sigue en el plan de Dios? procura el don de profecía. ¡Adelante hermanos! No es prohibido saber, pero es necesario estar más que fieles, porque el deber es mucho y la responsabilidad demasiada.
Finalmente, en cuanto a la restauración de Israel, inexorablemente sucederá. Primeramente, nosotros, sus hermanos, la verdadera promesa hecha al patriarca Abraham. Luego, cuando venga, de entre los descendientes físicos de Abraham habrá de tomar a sus escogidos para ser él el Rey de Israel, como también fue prometido. No sucederá en este tiempo (la iglesia), sino en el siguiente (la venida de Cristo).
Espero fervientemente en el Señor espero haya quedado claro este tema, porque muchos yerran en las redes sociales, en programas “cristianos”, en las congregaciones y en los medios de comunicación jugando tontamente a las adivinanzas, asumiendo posturas pecadoras y aberrantes de ser los “revelados”, ignorando que en el caso de Apocalipsis tiene sello de perdición para quien quite palabras a lo dicho por el Señor Jesucristo, nuestro Salvador.
Que la paz, el amor, la fe y la gracia del Señor Jesucristo estén en ustedes amados lectores, amén.
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