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No he venido para abrogar, sino para cumplir.

Deseamos en el Señor que sean bendecidos, amados, su espíritu sea lleno de toda gracia, amor y sabiduría de parte del Señor Jesucristo para gozo y consolación mutuos.

En el muy instructivo y extenso capítulo 5 de Mateo, Jesús comienza a enseñar a las multitudes diferentes temas relacionados a cómo lograr reconciliación con Dios, encontrar el amor perdido y a renovar la fe extraviada en el Hacedor. Pero en Mateo 5:17-20 lo que dice es que él y la Ley no son opuestos, sino más bien diferentes. El que Jesús viniese al pueblo no era para enseñar a cumplir la Ley, sino a creer en él que cumpliría totalmente la Ley y así salir de la condenación que conlleva imposibilidad de cumplirla toda. La Ley dejará de ser cuando toda la creación que hoy vemos sea quemada con fuego divino de justicia.

Mientras tanto, existe como Constitución de los tiempos con la cual todo incrédulo de la sangre de Jesucristo y todo quien reniega de Jesucristo como Hijo de Dios serán juzgados, siendo condenados por no haber creído en el Santo nombre y la Ley solo es mera sentencia.

Sin Cristo, la Ley es imposible cumplirla. No importa si se cree o no, si se conoce o no, si se gusta o parece o no; la Ley es la conciencia que exhibe el pecado de cada alma condenada. Por eso, quien pretenda enseñarla sin haberla cumplido es hipócrita y como dice el Señor Jesús, muy pequeño es en cuanto a testimonio, poder y fe. Por el otro lado dice que “quien los haga y los enseñe éste será llamado grande” es Dios quien lo hace siendo Jesucristo el único que ha cumplido con esta condición espiritual. Por eso Jesucristo cita la ley y luego funda su mandamiento sobre la Ley más adelante, sin demeritarla pero él perfeccionando el sentido de la letra a un quehacer espiritual.

Y si quien pretende querer cumplir la Ley no obra mejor que los escribas y fariseos (conocedores teóricos e imprácticos) queda fuera de la gracia, lo cual es garantía de perdición, pues desecha al Maestro que enseña doctrina de vida superior a la ley y se hace esclavo de la letra que condena.

Así, hermanos, no hay por qué pelear o poner en un ring a Jesús contra la Ley: nosotros los gentiles no tenemos más Ley que los mandamientos de nuestro Señor Jesucristo y los judíos tienen la opción de cumplir y ser libres de la Ley a través de confesar el santo nombre de nuestro Maestro.

Dejamos el pasaje para su lectura y meditación. La paz del Señor Jesús es con ustedes amados hermanos, amén.


17 No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir. 18 Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. 20 Porque os digo que si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.




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