No durante la fiesta, para que no se haga alboroto
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Amados hermanos nuestros, que la paz, gracia y amor del Señor Jesucristo sea con ustedes, en su espíritu, amén.
Comenzamos el capítulo 26 de Mateo, en su desglose de temas la porción del 1 al 5 dice así:
Cuando hubo acabado Jesús todas estas palabras, dijo a sus discípulos: 2 Sabéis que dentro de dos días se celebra la pascua, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado. 3 Entonces los principales sacerdotes, los escribas, y los ancianos del pueblo se reunieron en el patio del sumo sacerdote llamado Caifás, 4 y tuvieron consejo para prender con engaño a Jesús, y matarle. 5 Pero decían: No durante la fiesta, para que no se haga alboroto en el pueblo.
Nuestro amado Señor y Salvador concluyó su extenso pero muy nutrido mensaje final, solo a sus discípulos de lo que habría de acontecer a pregunta expresa. Y fue muy conciso evitando demasiados detalles que pudiese usar su adversario. Y si así, muchos no leen y se confunden imaginémonos qué sería de teólogos, religiosos y perversos, tendrían mucho por torcer.
El Señor solo menciona que en 48 horas, dos días, se viene su sacrificio previa aprehensión. Menciona la traición antes de que suceda, para que cuando suceda, crean todavía más. Comienzan los días aciagos de prueba, así como ahora y siempre existen momentos duros.
Los prepara, aunque sabe nuestro Señor que ellos están todavía sin la porción del Espíritu y serán puestos a una fuerte prueba de amor, fe y esperanza.
Al mismo tiempo, en la casa del sumo sacerdote Caifás se urde la traición y la injuria al Dios de Israel a través de la muerte de Su Profeta. Malvados, astutos y malditos, se preparan y arman de valor para este acto cruel y mortal para sus almas. Razones tenían muchas y por la misma voluntad del Señor están permitidos de extraer de entre los vivos al Cristo, nuestro. Señor Jesús.
“No durante la fiesta” … Asesinos implacables y pérfidos hipócritas. Todo lo planeado desde la intimidad de la confidencialidad, el secreto infame y fieles hijos del diablo en lo oculto maquinan su plan. “para no causar alboroto en el pueblo” su mezquina excusa. Tanto cuidar al pueblo, que lo habrían de usar para que gritasen el muy recordado “crucifícale”. Por esto son doblemente condenados, porque azuzaron al propio pueblo de Dios para pedir su muerte. Abusaron de la pobreza espiritual que ellos mismos provocaron para que sus manos quedasen libres de sangre de manera directa, pero su corazón está más que manchado de sangre en su existencia.
No quisieron oír, no quisieron, obedecer, quisieron y envidiaron la heredad para ellos, la tomaron por asalto y la retuvieron por muy poco tiempo. Sin embargo, llegó el Dios Vivo y airado y los exterminó de toda genealogía, de todo lazo con Abraham y no son hallados en el libro de la Vida, pues la sangre del Justo no puede ser limpiada. El Cordero fue sacrificado por su propia mano ya que sobre alguien tienen que caer las máximas: “Mía es la venganza, yo pagaré” y “ojo por ojo, diente por diente, vida por vida” y también “siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”. Y no solamente esos rufianes ataviados, sino los enemigos de ahora, que trabajan para evitar que la palabra de reconciliación sea dicha, esa que el Señor Jesús nos dejó en su evangelio para memoria, aceptación, anunciación y práctica efectiva.
No dejemos de anunciar la Verdad y al Verdadero. No dejemos de ser fieles anunciadores porque la noche viene y ahora sí, ese ladrón que el mundo teme vendrá de noche cuando no lo esperan y se llevará lo valioso del mundo: los escogidos.
Por eso el mundo no haya que inventar porque la arena del reloj tiene cada vez menos arena en la parte superior y por su ceguera no puede ver cuanto falta. Solo oye e inventa historias.
Y no importará si es durante una fiesta o no, porque nuestro Todopoderoso Rey de Reyes y Señor de Señores hará pública y manifiesta su obra poderosa al ser justa e inapelable; lo que los impíos urdieron en privado, nuestro Maestro Jesucristo lo hará a la vista de todos: en un abrir y cerrar de ojos cambiará el destino de la Humanidad pecadora a su fin y al establecimiento de una nueva Humanidad hecha perfecta por Él y con todos sus enemigos tendidos en la muerte espiritual.
Gocémonos y alegrémonos, demos gloria porque pronto el Señor sería el modo de salvación, pues sin su muerte no hay vida. ¡Gracias Padre por este regalo hermoso de ser salvos por medio de nuestro Señor Jesucristo, amén!
Que la paz, gracia y amor de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados lectores, amén.
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