Que la gracia, la paz y el amor de nuestro Obispo, Rey de reyes y Señor de señores Jesucristo sea en su espíritu amados creyentes y lectores, amén.
El copista introduce un versículo MUY IMPORTANTE y se pierde en el anterior pasaje de no juzgar impropiamente por una razón que no comprendo.
Hablo de Mateo 7:6, el cual por sí mismo abre tema sobre cómo debemos conducirnos para con los el mundo y no he oído hasta ahora se mencione en congregaciones o en las redes sociales al respecto. El versículo dice:
6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.
El Señor Jesucristo es muy claro, conciso y pertinente en esta regla a obedecer sí o sí, pues su desobediencia acarrea un castigo por la rebeldía en su observancia.
Declara: no deis lo santo a los perros. ¿A qué se refiere esto? Lo santo es lo apartado del mundo, es decir la palabra de Dios, los conocimientos de Cristo, los tesoros inescrutables de las profundidades de Dios; perros son los que vuelven a su vómito: religiosos, teólogos, pervertidores del evangelio, infiltrados, discutidores necios, nicolaítas, prosélitos y judaizantes.
¡OJO! Esto nada tiene que ver con la evangelización. Un evangelista habla la palabra de reconciliación, los versículos de poder, el mensaje de esperanza que nuestro Señor Jesucristo hace a los que siguen muertos que habrán de pasar a vida tras creer. ¡Nada más! No debe hablar en público de otros misterios que solo son para la iglesia.
Se refiere a que discutamos las verdades de Dios ante hipócritas, necios, perversos, pérfidos, en los aspectos, circunstancias, lugares y reglas que al mundo le dan ventaja. No funciona así. Soy más claro: no debemos andar en debates, foros de discusión, programas de radio, TV, podcasts o internet como para “defender” a Dios ante malos y engañados. No funciona así el poder del evangelio. Está escrito que cuando hablemos debe ser ante magistrados, autoridades, concilios y es por el Espíritu Santo que hablaremos. Entonces ir a esos lugares es desobedecer un mandamiento expreso de Jesucristo, pues no hay necesidad de revolver lo santo con lo inmundo (ciencias terrenales, filosofías, creencias, pensamiento religioso) como si el Señor Jesús debiera justificar el porqué de sus dichos casi 2000 después de que los dijo. Él mismo lo expresó: “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Entonces si su palabra es vigente y verdadera ¿por qué dar lugar a la satánica idea de que son discutibles o falsas? Quien en su humanidad vaya y trate de “defender el evangelio”, peca, pues a los perros tira lo santo.
Luego expresa: “ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos”. Jesucristo es sabio y nuestro Señor nos advierte de este error craso porque sabe de la impetuosidad del hombre en querer hacer cosas por sí mismo “en el nombre de Dios”. Los cerdos son aquellos quienes no están ordenados para salvación y su destino es ser despeñados en el día postrero. Aunque nuestra labor de testimoniar y predicar de vez en cuando el Espíritu nos muestre está ahí, también por el mismo Espíritu debemos refrenar nuestra lengua cuando alguien profiere maldiciones, no por miedo sino por prudencia. Hay personas enemigas de Dios y a menos de que por el Espíritu las callemos y controlemos la situación no podemos hablar cuando alguien manifieste un claro rechazo. A ese o esos hay que apartarlos, y si nadie quiere oír y todos injurian y rechazan, apartarse de todos ellos. Esto incluye a seres amados, parejas, familiares, amigos cercanos, vecinos, colegas y gente cercana pues ansiamos que se conviertan y esa ansiedad no es correcta en la mayoría de los casos. Todo este proceso de predicación y anunciación es en paz. Debemos comprender que somos enviados a gente desconocida, no a los propios. El Señor sabrá cuándo será la hora de nuestros familiares y amigos si Él así lo concede y nosotros no podemos estorbar esa obra Suya. Entonces por prudencia, evitar más condenación de la que ya tienen a este tipo de personas adversas a Dios por completo.
Y en la frase “no sea que las pisoteen” es que harán escarnio, burla y juego abominable contra el nombre Santo de Dios, de nuestro Señor Jesucristo, contra el Espíritu Santo blasfemen, contra su doctrina, promesas y mandamientos si tienen la oportunidad. No debe ser por nosotros, no darles la ocasión de que lo hagan, pues también quien los provoca, peca.
Finalmente declara por qué no debemos hacer esto (confrontar la escritura contra necios sordos): “y se vuelvan y os despedacen”. Ellos tienen mucha ventaja aquí porque este mundo es de ellos. Por eso, Jesucristo dijo: “mi reino no es de este mundo” y también dijo: “porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” porque solo viene por los redimidos. No viene por el mundo. Por tanto, lo que el mundo diga o piense no debemos tratar de enmendarlo. Para ellos, solo mostrar la luz y la sal con el testimonio, si quieren creer, bien y si no, que el Señor se apiade de ellos. Pero nosotros nada tenemos que hacer en campañas de debates, en programas de lucha y confrontación de doctrinas contra dogmas, discutir la veracidad de versículos o pasajes porque no somos llamados a eso. Solo somos llamados a ser luz y sal para nuestro Señor Jesucristo.
O dígame, apreciable creyente que me lee: en todos los evangelios ¿fue Jesucristo a buscar a los sacerdotes, fariseos, saduceos y prosélitos para darles con los pergaminos de la ley por su rebeldía e impiedad? ¿Acaso abrió foros de discusión para convencerlos? ¡NO! Jesucristo vino al pueblo, enseñó donde debía enseñar y ellos fueron quienes iban a tentarle y provocarle. Ellos lo buscaban para llevarlo a sus perversos caminos e intentar hacerlo caer; como ahora a nosotros, pero él siempre tomó la autoridad y los despedía maravillados, compungidos, frustrados y exhibidos. Así también nosotros, desarmar a esos busca pleitos y enviarlos de regreso con las manos vacías de sus intenciones perversas, pero muy redargüidos por el poder del Espíritu Santo.
Un solo versículo tiene tanto que enseñar y no se predica ni se enseña, porque no conviene al escándalo vacío de ahora.
Que el amor, la paz, la gracia y la sabiduría de nuestro Señor Jesús esté en ustedes amados hermanos, amén.