Paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos. Desde México los saludamos con ósculo santo, sabedores de que él viene pronto y en ese tenor continuamos discerniendo su evangelio para su honra y gloria. Amén.
En este fundamental tema, se destaca el hito valioso, mas no el más importante: su nacimiento, hallado en Mateo 1:18-24. Cierto es que sin nacimiento no hay muerte; sin embargo, sin muerte de nada sirve el nacimiento, en virtud de lo cual Dios ya había dispuesto esto desde que el género humano cayó por instigación de satanás sobre la mujer.
De modo que, usó el mismo Dios el vientre de una mujer para que Su Hijo naciese (pues pudo haber descendido del cielo y tomar forma humana, pudo Dios haber creado a Jesús del mismo modo que Adán, etcétera) y de esa manera congraciarse con ella -la varona- y ser vaso de honra a través de una joven virgen, María. Así pues, al ser varón, Jesús congracia también al género masculino de la caída de Adán siendo incluso el Adán espiritual en quien hallamos vida.
Pero la religión europea asentada en la península en forma de bota quiso extraviar este conocimiento exaltando a este vaso como alguien importante por astucia maldita del enemigo por encima del Hijo. Así mismo, desprestigió el poder del Hijo haciéndolo ver como un joven iracundo y dependiente de sus padres.
Por estos dos oprobiosos engaños es que la iglesia se vio sacudida y se dividió: entre los que perduraron en la sana doctrina y enseñanza, siendo salvos y transmitiéndola de boca en boca a las siguientes generaciones; y los que no cuidaron su salvación y vieron ventaja política, social y cultural en continuar con estos embustes a lo largo del tiempo, perdiéndose en el proceso.
Regresando al relato espiritual por nuestro hermano Mateo, José se percató de que María, sin haber sido tocada por otro varón o él mismo, decidió dejarla en lo secreto, para no injuriarla, pues una mujer hallada en adulterio debía ser lapidada hasta la muerte. Dice la escritura que era justo, por eso buscó la manera de que su dignidad nunca fuese puesta en duda por la sociedad en aquel entonces establecida en estas normas religiosas (la ley judaica) y en su humano parecer (pues no tenía el Espíritu Santo en él) consideró que era lo mejor para ella.
No obstante, el Espíritu Santo actuó de manera poderosa y en sueños le mostró lo que debía hacer: recibir a esta mujer en su estado y reconocer al niño como suyo para darle la paternidad y, por tanto, la genealogía descrita por el Espíritu. Le explicó en términos prácticos y José, viendo que era obra de Dios, rápidamente accedió y cambió su accionar obedeciendo en lo que se le encomendó. Aquí y así es como se cumplen las profecías: por acciones propias de Dios en la vida de los hombres y no por alegatos, palabrerías y vociferaciones de ociosos perversos.
El embarazó continuó, José le dio su primogenitura a este Santo Ser y le dio su apellido terrenal. Además, lo bautizó como Jesús al nacer. María, por su parte, dejó de ser soltera y dejó de ser virgen tras su primer embarazo y allegarse conyugalmente a José para darle más hijos. De esta forma se cancela el dogma de su inmaculación y virginidad eterna, como se postula en la religión abominable a Dios.
No vuelve a mencionarse el nombre de José porque su misión era esta: darle su genealogía a Jesucristo para que en lo terrenal se cumpliese lo dispuesto y darle un hogar en esta dimensión terrenal. Tras esto, el carpintero José continuó con su vida y así partió de este mundo. Su obediencia y fe procuraron su salvación, así como la de María, cuando partió eventualmente. De sus hermanos el Espíritu nada ha revelado en testimonio y, por tanto, nos reservamos el derecho de hablar al respecto.
Analizando por el Espíritu este suceso, da pie la escritura a decir que una profecía se cumple: el fundamento histórico se da en Isaías 7:10-17: en tiempos del rey Acaz, duodécimo rey de Judá-735-715 A.C.- (quien como se leyó, forma parte de la genealogía de Jesucristo). El profeta Isaías fue enviado por el Señor para darle un mensaje de fortaleza y paz al joven rey Acaz pues fue confrontado por la rebelde tribu de Efraín (Samaria) con Asiria -nación enemiga de Dios-.
Como temió por su vida y no exigió señal (miren cómo un perverso rey tuvo prudencia en no tentar a Dios) Dios le proveyó señal y salvoconducto. Espiritualmente hablando, Dios habló a su remanente (un alicaído reino de Judá, quien ahora es cualquier nacional de Israel) para decirles que el enemigo de ellos (los apóstatas, en forma de Efraín y el mundo en forma de Asiria) serían raídos de la tierra por el nacido de una virgen, de nombre Emanuel, traducido Dios con nosotros. Este ser vendría a unificar al reino de Israel en torno a Dios conforme a Su voluntad. Y la Voluntad de Dios fue que este ser sea quien lleve los destinos de Su pueblo.
Y es aquí donde yerran muchos. La voluntad de Jesucristo es restaurar el reino de Su Padre en sus términos y no en los términos de la nueva ley. No era una nación religiosa, sino la iglesia fundada por el Señor del pueblo. La prueba fue que en aquellos días (setecientos años después) se dio la matanza de los niños, los hijos de Efraín, la humillación de Samaria en todo lo terrenal y la desaparición del vestigio asirio por los romanos. La profecía se cumplió en lo terrenal, pero el trasfondo espiritual estaba iniciando, pues el mismo Jehová en voz de Isaías les advirtió: “Si vosotros no creyeréis, de cierto no permaneceréis”. Por tanto, con el tiempo tampoco el reino de Judá creyó y eventualmente también fue desechado, por no haber creído en esta profecía con fe.
De esta manera, Emanuel se desmarcó de todo nexo con la impiedad del pueblo judío (Acaz y Efraín) y buscó para sí la restauración en lo espiritual del pacto de Dios con Su pueblo, primeramente y luego con los extranjeros, como más adelante en Isaías se puede leer para vergüenza de estos contumaces, rebeldes e incrédulos.
Es en este contexto (la meditación por el Espíritu Santo) como debe citarse el pasaje antiguo. Por cuanto Mateo hace estas referencias así lo habremos de interpretar, para que comprendan que lo antiguo no es más porque en Jesucristo se renueva todo.
Que el amor, la paz y gracia del Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados hermanos, amén.
18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS,[a] porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. 25 Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
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