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Misericordia en Genesaret

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

El quehacer espiritual del Señor Jesús no terminó en el evento de caminar sobre el agua. Hubo después un viaje tranquilo hacia el otro lado del mar para llegar a la tierra de Genesaret, en donde mientras tanto, después de la adoración por tal portento el Señor expuso palabras tocantes a los discípulos las cuales no están escritas por cuanto la sabiduría de Dios así lo dispuso.

Llegan a esta tierra -como todas las regiones tan necesitadas del descanso y consuelo de Dios- y el Señor hace su aparición andando entre los caminos de esta comarca. Tan pronto los primeros testigos y beneficiarios de su poder corrieron declarar a sus familiares y amigos que un hombre poderoso les visitaba, vinieron a él para cerciorarse de sus dichos y ser copartícipes de la misericordia de la sanación.

La fe para lograr el beneficio de Dios en el nombre y autoridad de Jesucristo les permitió creer en que él podía realizar esta obra de amor.

La comarca fue sacudida por esta magnificencia y su fe les hizo estar convencidos que tan solo tocando el manto de Jesús podrían ser sanados y así fue. Ninguno quedó defraudado. La fe, amados, es lo que el Padre ve y le concede actuar porque la fe implica confianza, certeza y seguridad.

Lo que debemos aprender aquí es que el Señor es pleno y no se niega, para todos los que le confiesan de corazón, son atendidos, incluso entre quienes no creen, cuando claman correctamente al Señor Creador en el nombre de Su Hijo. Falta entonces que reconozcan a Cristo y así como los nativos de Genesaret hallaron gracia, cualquiera que clame a Dios en el nombre del Señor Jesús con fe y soltura recibirá su petición concedida.

Colocamos el texto (donde se basa esta disertación) hallado en Mateo 14:34-36, para que explore y analice en el Espíritu, halle conocimiento y doctrina de lo Alto y se goce.

34 Y terminada la travesía, vinieron a tierra de Genesaret. 35 Cuando le conocieron los hombres de aquel lugar, enviaron noticia por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; 36 y le rogaban que les dejase tocar solamente el borde de su manto; y todos los que lo tocaron, quedaron sanos.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesús sea en todos ustedes, amados hermanos, amén.

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