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Los sellos - Parte uno

Bendiciones de lo Alto sean traídas a ustedes amados hermanos: que la paz, el amor y la gracia del Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos en Cristo en su espíritu, amén.

En el capítulo 6 de Apocalipsis, versículos 1 al 8 el apóstol Juan relata una serie de eventos que comienzan a ocurrir después de que Cristo ascendió a los cielos. Puede observarse por el Espíritu Santo que el Cordero, al ser ascendido y coronado Rey de Reyes y Señor de Señores y tras haber cambiado su figura humana (para ser reconocible para Juan) a la Verdadera -el Autor de la Vida Inmolado- comienza inmediatamente a ejercer su señorío recibiendo del Padre la potestad de abrir los sellos que son juicios divinos por la incredulidad, rebeldía y la altanería del hombre.

Los siete sellos son acciones de Justicia para ir cortando paulatinamente muchos linajes que se han entregado por completo al mal al haber creído en la palabra del padre de mentira: el diablo. También, evitar una sobrepoblación que permitiese aumentar todavía más la ya de por sí creciente maldad, impidiendo que la fe trabajase sobre las almas de los escogidos aún por venir. Recuerden que todo esto sucede en algún tiempo antes del Siglo I -cuando el apóstol recibe en su vejez la visión y revelación- y la transcribe para que sepamos que tan pronto como ascendió nuestro Señor Jesucristo, hasta este momento en que vino de nuevo a la Tierra a cumplir la promesa escrita en Juan 21:22-24:

22 Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.

23 Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?

24 Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.

Juan no podía morir porque él tendría que escribir en sus últimos días todo lo que ya estaba por venir. Juan fue testigo de la ceremonia solemne donde Cristo uno a uno abría los sellos para que la ira de Dios -por haber matado a Su Hijo- comenzase a ser manifestada, en retribución por no solo haberle matado, sino al hecho de no creer en él, pisoteando su sangre. Por esto se escribió lo leído por el mismo Juan en 3:18-20:

18 El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

19 Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

20 Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.

Los cuatro seres vivientes -la Creación injustamente contaminada de pecado y corrupción debido a la caída del hombre y el derramamiento de sangre justa, mas sobre todo, la sangre del Justo que las han manchado de injusticia, según lo escrito en Romanos 8:20-23:

20 Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

22 Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

23 y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo. - son quienes explican a Juan cómo esta Humanidad incrédula y perversa recibe el pago de sus malas obras. Sufren los representantes de animales y plantas haber tenido también como pago del pecado del señor de lo creado -Adán- la muerte y su corrupción. Así pues, se consuelan al ver estos sellos abrirse, según los versículos:

El primer ser viviente -semejante a un león- es quien dice a Juan que observe cómo se abre el primer sello:

1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.

2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.

De este caballo surge el ideal del hombre de querer campeonar, ser el primero, vencer. La corona es la honra que conlleva conquistar a otros hombres, ya no por Dios o para Dios, sino para que estos conquistadores se ensoberbezcan a sí mismos. Al ascender Cristo, los hombres pierden para siempre todo contacto con Dios fuera de él. Quien no esté dentro del amor de Cristo vive en la ley de la jungla: matar o morir, como ahora podemos ver conceptos como la competitividad, la oportunidad y ocasión de ser ladrones, tomar ventajas -ética o inmoralmente-, el innato deseo de ser el número uno sobre el cual reina la soberbia, la altivez y la división entre clases, etnias y naciones. El león es símbolo de realeza y en este caso, el falso sentido de realeza hará que entre hombres perversos se maten unos a otros y la realeza que la creación tuvo antes de ser condenada a la muerte sea vengada. El Espíritu me lleva a pensar representa a toda especie animal terrestre y acuática (pues no vuelan).

El segundo ser viviente -semejante a un becerro- habló a Juan para que viese cómo su clamor es escuchado por el Cordero:

3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.

4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.

Como el amor y la cordialidad de los hombres es quitada de la Tierra al tener sobre todo incrédulo falsos sentimientos de realeza, alcurnia y divinidad, entonces el becerro, el cual es herbívoro y por tanto, el Espíritu me lleva a meditar que representa al reino vegetal también mancillado en su perfección, recibe como consuelo la guerra entre los hombres avaros y consumidos por el deseo de odio, venganza, revancha y poder. Esta paga corresponde a que las plantas toman ventaja de los cuerpos muertos absorbiendo los nutrientes que al corromperse aquellos pasan a ser parte de su alimentación dada por Dios. No que la muerte no existiese antes, sino que ahora después de Cristo, se recrudecerá mucho más.

Después, el tercero que tenía rostro como de hombre, toma su turno de hablar y le pide a Juan que observe cómo Dios por medio del Cordero hace su obra de ajuste de cuentas para la Humanidad misma, la perfecta que Él creó:

5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.

6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.

La economía y hambruna son juicios que caen sobre la Humanidad carnal que la Humanidad espiritual clamaba, porque la avaricia hace que los ricos opriman a los pobres, dejándolos morir de hambre y los pobres maten a los ricos para comer. Como unos y otros viven sin Cristo, persiguen sus instintos animales de supervivencia. Desde que Cristo ascendió, será mucho más común naciones ricas se excusen de apoyar a las naciones menesterosas; las regiones abundantes nieguen ayuda a las famélicas y haya reciprocidad en negarse ayuda. La Humanidad misma clama por la injusticia recibida de perder su categoría espiritual cercana a Dios por haber creído a la palabra mentirosa de satanás. El desamor hace que este corcel cabalgue con más y más bríos.

Y el cuarto ser, semejante a un águila volando, también recibe su hora de recibir justicia y habla al apóstol para pedirle que sea testigo de cómo Dios oyó su clamor:

7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.

8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.

Las aves del cielo, siempre hambrientas, son el modo perfecto de limpiar la Tierra, junto con insectos voladores carroñeros como las moscas. Todo hombre perverso fuera de Cristo tiene como paga la muerte y el Hades. Desde el cielo se ha dictado tal sentencia. Incluso, como se leerá más adelante, las aves del cielo tendrán su máximo festín. Las bestias del campo tienen más potestad de comer humanos fuera del amor de Dios a través de Cristo. Las enfermedades harán lo suyo de igual manera, por cuanto no glorifican ni buscan a Dios quienes las contraen confiando más en otras cosas que en Dador de Vida y el Hijo de Dios. Las sequías que conllevan hambrunas tendrán su cuota de almas impías, así como las guerras serán otros modos de cortar de tajo generaciones de almas adúlteras.

En síntesis, los cuatro primeros sellos están hechos para dar justicia a la Creación hecha por Dios para que la custodiase Adán en lo que Jesús viniese a él para tomar posesión, pero que antes el enemigo se disfrazó de serpiente para contaminar la pureza de lo hecho por Dios. Primero la esencia de la Creación recibe la atención de Dios para comenzar a pagar a cada quien según su obra. Los subsecuentes sellos hablan de otras circunstancias.

Hasta aquí, lo escrito que según el Espíritu Santo me revela. En el siguiente blog se cubren los restantes tres sellos.

La paz, el entendimiento, amor y gracia del Señor Jesucristo en vuestro espíritu, amén.


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