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Los Bienaventurados - Parte 4.

Deseamos que el amor, la paz, la gracia del Señor Jesús sea en ustedes amados hermanos, en su espíritu. Desde el otoño norestense mexicano extendemos nuestro abrazo fraternal y cálido, en la espera de que el Señor venga pronto, amén.

Mateo 5:1-12 sigue dándonos motivos de júbilo intenso y sincero porque no nos deja de admirar la capacidad del Creador y Su Hijo en hacernos familia por amor de ellos hacia nosotros, siendo ahora Padre y Hermano nuestros mediante gracia.

Sabemos que muchos hermanos ignoran esta promesa de salvación de gracia repartida sin medida a toda la Humanidad desde que él vertió estas palabras hasta el fin del mundo. Se lee y se dice “aleluya”, “gloria a Dios”, “amén”; sin embargo ¿en su espíritu habrán meditado las tres dimensiones espirituales: anchura, largura y profundidad de este mensaje preciosísimo? Ruego al Señor me equivoque y sí mediten esto seriamente.

Por lo pronto, continuemos: bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. ¡Amén! ¡Bendito sea tu santo nombre Señor Jesús, porque como el Príncipe de Paz envías embajadores tuyos que pregonen, practiquen y fomenten la verdadera paz, la tuya. Aquellos quienes con cargamentos de amor, fe y esperanza apagan fuegos condenatorios, reparan odios para perdón, consiguen crear lazos y puentes de amor y comunicación y sobre todo, confiesan tu santo nombre, poderoso Cordero de Dios.

Estos hermanos son imitadores ideales tuyos, consagrados a conseguir cordialidad entre las almas, a pescar humanos para poblar la patria celestial venidera y el hecho de que en la misma Tierra reconozcan salvos e inconversos que son hijos de Dios, el Altísimo y Soberano Dios, una dicha digna de celebrar. La verdadera paz es dije distintivo de los genuinos hijos de Dios, escrito está y dicho por nuestro Señor Jesús. Los pacificadores, embajadores distinguidos para la honra y gloria al Señor. ¿Crees que caes en esta bienaventuranza, hermano? ¡Adelante! ¡Disfrútala porque es una dicha que te otorga nuestro Señor!

También se encuentra: bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. ¡Oh, qué glorioso consuelo tenemos de parte de Dios! A los hermanos en esta categoría, aún en esa Tierra, el poder de Dios expresado en la boca de estos poderosos hermanos, quienes saben que pueden realizar portentos para honrar el santo nombre del Señor Jesús, si padecen persecución tienen la prerrogativa de hablar en su nombre con poder, autoridad y dominio sobre todo lo terrenal e incluso espiritual. No es como el mundo perverso pretende engañar con encantamientos y manifestaciones sin sentido como la supuesta magia o efectos ficcionarios de falsos superhéroes. ¡No! El verdadero poder ajeno a los naturales inconversos es con la palabra de fe que se hará o no se hará algo.

A mayor responsabilidad, mayor el consuelo. ¿Crees hermano que estás aquí? Pues gózate todavía más, porque las prisiones, pruebas y persecuciones son temporales, las marcas de Cristo serán tu mejor atavío al alma y serás grande en la eternidad. ¡Aleluya!

Hermanos amados, vemos que el Señor Jesús junto con el Padre previeron lo doloroso que es andar en la vida sin Dios. Recordemos que Jesucristo ya era varón adulto, iniciaba su ministerio (alrededor de 30 años) y, por tanto, ya había sufrido su humanidad. Por eso dio esta palabra antes de lo que le acontecería, pues él mismo sería bienaventurado al ser en ese momento de forma humana.

Así dotó también el Padre consuelo a Su propio Hijo, siendo él bienaventurado en todo al ser perfecto. Por eso los salmos reflejan esa comunión Padre-Hijo escritos hace siglos para que quien tenga la mente de Cristo activa, entienda y comprenda.

Deseamos que la gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos, amén.


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