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Los Bienaventurados - Parte 2

Que el amor, la gracia y la fortaleza en el Señor Jesucristo sea en ustedes amados hermanos, lectores y creyentes del único Señor, Salvador y Maestro aprobado por Dios; salud y paz en su espíritu, amén.

Continuando con Mateo 5 1-12; tenemos otras bienaventuranzas dadas a otro tipo de hermanos, las cuales son:

Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad. En esta promesa de vida se establece que el Señor Jesús continúa la promesa dada por su Padre años atrás, más con la garantía que es para siempre. Otra cosa importante para señalar es que Abraham recibió su promesa, por guardarse del mundo pecador y Dios le concedió su amistad e infinitas riquezas, larga vida y un heredero. Y desde él hasta nuestros días, entre los creyentes que se destaquen por esta cualidad espiritual disfrutarán de este beneficio aquí en la Tierra.

Sobre todo porque estos mansos ahora revestidos en Jesucristo usarán sus heredades, poder y dominio en pro del evangelio, para sustento de los pobres, colaboradores y sostén de viudas y huérfanos. Por eso reciben la tierra por heredad porque son quienes ven por el pobre y al Señor le prestan.

¿Crees que caes en esta categoría, amado hermano que me lees? Cimiéntate en el Señor, gózate y actúa inspirado por el Espíritu Santo para servirle a nuestro poderoso Dios, ahora Padre.

La siguiente promesa dice así: “bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados”. Puede pensarse en la justicia como la acción y efecto de castigar el mal, la procuración de una venganza o retaliación por algún hecho malhechor en el pasado. Sin embargo, nuestro amado Señor se refiere más bien al hecho de que realmente somos justificados por él y hay personas que procuran alcanzar la justicia de Dios como una meta a seguir. Personas que afanosamente le buscan y en Jesucristo encuentran todo lo que habían deseado tener: conocimiento, motivo de vida, perdón, reconciliación, restauración, sanación, libertad, victoria o gracia, pues el Único Quien puede justificar al hombre es Dios por medio de Jesucristo.

Los justos de Dios son los seguidores y aplicadores fieles de los preceptos del Hijo de Dios. Son aquellos que se pensaban perdidos o sin valor alguno, pero que tras conocer la libertad del evangelio sano de Cristo, a los cuatro vientos glorifican al Padre en el nombre del Señor Jesús por esta llenura en su alma. ¿Tú crees que caes en esta promesa bendita? ¡Adelante hermano, tómala y gózate! Es una dádiva del Padre para ti.

En este segundo tema dejamos este texto para que mediten hermanos, y se gocen, den el testimonio y hasta que entreguen el espíritu no cesen en dar gloria a nuestro Eterno Padre celestial Quien desde lo Alto nos procura y nuestro Señor Jesucristo desde la diestra reina y nos perfecciona para ser pulcros y nítidos ante la Deidad.

Que la paz, el gozo y el amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados hermanos, amén.


5 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:

3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12 Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

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