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Los 144 mil sellados

Que el amor, la paz y la sabiduría de lo Alto por del Señor Jesucristo les sea concedida, amados hermanos en la fe, amén.

Ahora toca ver otro pasaje que describe una sucesión de hechos, los cuales el apóstol Juan menciona ver después de lo anterior. Por el Espíritu me inclino a meditar que este hecho de los sellados ocurre en algún punto intermedio entre los sellos quinto y sexto. El pasaje al que hago referencia es Apocalipsis 7:1-8. Dice a continuación:

7 Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

2 Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

3 diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

4 Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.

5 De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados.

6 De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados.

7 De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados.

8 De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados.

Nuestro Padre es el Creador de los cielos y la Tierra y todo lo que en ellos hay. Creó la luz y estableció la oscuridad y así mismo por el poder de Su palabra estableció las leyes físicas que nos rigen hasta hoy y seguirán haciéndolo en tiempo y forma hasta que el Juicio venga.

De manera que, independientemente si se cree o no en el contenido de este libro profético dictado por instrucción directa del Señor Jesucristo, se establece que son ángeles quienes fueron comisionados por el mismo Dios de ser los operadores de los elementos que conforman nuestra existencia. Es decir, todo fenómeno natural obedece a potestades celestiales que obran según mandatos dados desde el primer día de su comisión y solo oyen y obedecen al Creador. La física, por tanto, es el estudio de los trabajos hechos por ángeles, invisibles al ojo humano, pero visibles ciertamente para nuestro Dios. La energía es el poder del Espíritu de Dios (no el Espíritu Santo) de manifestar los cambios que vemos y medimos. La masa es la sustancia que Él estableció como carne y en donde está atados tanto la maldad como el pecado. Por esto, el enemigo no tiene potestad sobre la Tierra ni la creación, sólo tiene acceso a deambular por el aire y alterar el curso de la Humanidad. Ya no puede escapar del Juicio sobre la Tierra, pues el Señor Jesús -quien reina sobre todo el Universo- le cerró para siempre todo acceso al Trono de la Gracia. Menciona el texto que son cuatro ángeles de pie, uno sobre cada ángulo de la Tierra. Un quinto ángel, provisto de un mandato especial de parte de Dios tiene consigo un sello con el cual sellará a los escogidos de la verdadera nación de Israel, los verdaderos hijos de la promesa a Abraham, Isaac y Jacob: las doce tribus que son esa nación que Dios eligió para sí misma y nosotros formamos parte de ella por medio de nuestro Señor Jesucristo. ¿Pero qué Israel es este? Ah pues el que cree, confiesa y ama Jesucristo como el Hijo del Dios Vivo, le confiesa como el Mesías y Rey de Israel que había de venir y no adora a otro más que al Padre, Quien está en los cielos.

Este ángel saldrá del oriente de la Tierra para exclamar y pedir a los cuatro ángeles que detengan la furia de la ira de Dios sobre la creación hasta que él selle a esos escogidos, para dar una vez más, testimonio sobre la Tierra de Jesucristo, el Cordero Inmolado para salvar a la Humanidad de la muerte segunda y la condenación. 12, 000 personas de cada tribu serán encargadas de dar testimonio, pues ahora el olivo natural debe ser redimido. Es a través de éstos y no de los hipócritas que creen en el sacrificio de animales como modo de expiación de pecados como Israel, al fin se salvará. Ciertamente es la última nación, debido al juicio que cayó sobre ella como Nabucodonosor por haber afrentado la obra de Dios al no creer en Jesucristo como su enviado. Pero pasada la afrenta y sufrido el juicio, es ahora Cristo quien los saca y les da fuerza para que ahora hablen de él ante el mundo lleno y corrompido de maldad.

Precisamente por esto el Israel de ahora sigue bajo este juicio, la nación de hoy en día es la última en el desfile de las naciones ante Dios y hoy en día están muertos, mientras no crean en Cristo. Quienes les adoran, les oran y creen son nación de Dios (bienhechora y dadora de salvación a través de esa ley antigua) pecan gravemente, pues pisotean la verdadera forma de la salvación: la sangre derramada por el Cordero de Dios, creer en Jesucristo como el Enviado de Dios.

Por causa de ellos se iniciará el Apocalipsis, porque los judíos con su religión lucharán para eliminar la fe en Jesucristo sobre la Tierra, aliados con la Jezabel adúltera y demás personajes funestos que veremos capítulos más adelante.

Mientras eso pase, a nosotros nos toca seguir predicando con más ahínco a nuestro Señor Jesucristo, porque hoy es el día de la salvación y la visitación a millones de contemporáneos nuestros. Sobre estos es nuestra responsabilidad ahora, y lo que quede escrito es legado y quedará a la posteridad de que se habló y se dio testimonio, fortaleza y conocimiento para quienes crean como nosotros en Jesucristo como la fuente de vida espiritual y notificación de juicio para quien incrédulamente menee la cabeza y diga: “bah, ya leeremos sobre esto alguna otra vez”.

Que la paz, la gracia y el amor del Señor Jesús sea con ustedes amados hermanos en su espíritu, amén.

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