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Lo que contamina al hombre 2 de 2.


 

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

Mateo 15:10-20 es la continuación del texto del número anterior, pero es otra pieza de conocimiento y doctrina la cual se desprende. Primero fue el testimonio y ahora en este pasaje la enseñanza. Leamos:

10 Y llamando a sí a la multitud, les dijo: Oíd, y entended: 11 No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. 12 Entonces acercándose sus discípulos, le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron esta palabra? 13 Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. 14 Dejadlos; son ciegos guías de ciegos; y si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. 15 Respondiendo Pedro, le dijo: Explícanos esta parábola. 16 Jesús dijo: ¿También vosotros sois aún sin entendimiento? 17 ¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? 18 Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias. 20 Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre.

En el versículo 10, cambia el Señor Jesús el discurso y ahora lo dirige al pueblo. Aquí los escribas no intervienen y son testigos oidores mudos de lo que enseña nuestro Señor. Fue muy corto, específico y concreto. Acto seguido, los escribas se van. El Señor Jesús declaró con poder que lo que entra en el hombre no contamina, sino lo que sale. Es decir, invalidó la tradición y da un misterio que pronto revelará.

Los discípulos informan a Cristo que se ofendieron al irse -y cómo no, su soberbia y mentira fueron mancillados por el poder del Espíritu- y él sin inmutarse los desconoce como siervos de su Padre. Además de hipócritas, ahora los describe como maleza, plantas ajenas al jardín de su Padre y, por si fuera poco, ciegos guías de otros ciegos. No demerita la condición de ceguera, sino que la usa como ejemplo para ilustrar a la soberbia como causa de ceguera espiritual, que sí es peligrosa. Su destino está dicho: caerán en el hoyo quienes los sigan a ellos y desarraigados de toda parte o suerte con Dios.

Pedro representa a los hermanos en vías de conocimiento y pregunta en su corta estatura espiritual sobre el pormenor y profundidad del corto mensaje. Recordemos que Pedro y la mayoría de los discípulos eran de pocas letras. Pero Jesús le comenta con firmeza y le explica con más lujo de detalle su dicho anterior.

Lo que entra va al vientre y luego a la letrina. Todo lo físico no contamina la esencia del Hombre, sino que en todo caso le enferma. Pero su esencia ante Dios no. Todo lo que se consume por la boca se digiere y es expelido vía orina o excremento. Incluso alguna cosa dañina sale expulsada vía vómito o diarrea.

Lo que en verdad contamina es lo que sale de la boca del Hombre, pues como el Señor Jesús manifiesta, los tesoros del corazón como pensamientos, deseos, sentimientos y anhelos son lo que dan la salud o toxicidad de esa persona. En el género humano natural sin creer en Dios y en Jesucristo son dados a pecar, a maquinar malas acciones, a estructurar palabras ociosas, a sentir odio y deseo del mal, al anhelo de lo prohibido y a la pasión desenfrenada, así como insultar el Santo nombre del Señor, a despreciar el santo nombre del Hijo de Dios y a blasfemar contra el Espíritu Santo.

Contamina al Hombre por cuanto en ese corazón se gesta maldad del mismo modo en que del corazón de Lucifer se halló maldad. Se hace una cloaca de inmundicia y cosa aborrecible y este ser humano contamina todo lo tiene a su alrededor.

Ejemplos de este tipo de personas son los escribas, sumos sacerdotes y sanedrín en aquel entonces, falsos obreros, apóstatas, la gente incrédula pecadora, soberbia y religiosa, los ateos y los enemigos declarados de Dios y nuestro Señor Jesucristo en cualquiera de sus formas.

No hay que confundir higiene con contaminación.

Esperamos en el Señor que este mensaje llegue a su corazón y lo considere, porque tales personas que contaminan tenemos que estar lejos de ellas, puesto que son fuentes de suciedad espiritual las cuales no aprovechan y sí restan. Roguemos a nuestro Padre en nombre del Señor Jesús estar preparados por si alguna vez nos toca confrontarnos con este tipo de personas para dar el testimonio que de nosotros se espera. Hablar por el Espíritu y no por la carne.

Que la paz, amor, gracia y sabiduría del Señor Jesús sea en todos ustedes amados hermanos, amén.

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