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La visión de la ramera. Parte dos

Bendiciones de lo Alto, ovejas del Señor Jesús e hijos de Dios por la fe en Jesucristo en ustedes, también hermano en la fe: que nuestro Salvador Cristo Jesús sea en ustedes amados rebosante en amor, gracia, paz y sabiduría, amén.

Anteriormente vimos cómo el Espíritu escribe y describe cómo es la religión vaticana ante los ojos de Dios. Ahora, continuaremos a partir del versículo noveno de Apocalipsis 17 para la honra y gloria de nuestro Señor Jesucristo.

Los versículos 9 y 10 definen la esencia y existencia de otros seres de los cuales la ramera usa para extender sus tentáculos a lo largo de las épocas como raíces y así sostenerse con vida.

Primero dice que son siete montes. No solamente son las formaciones tectónicas y geográficas, sino también las doctrinas son las cuales basa su estafa a través de los siglos: decir que Dios tiene una madre, que tal madre implora a Jesucristo y éste a Dios y es reina del cielo, la adoración a seres humanos como entes celestiales, la edificación de templos consagrados a tal madre y los supuestos santos, que esta madre es virgen e inmaculada ascendida, la imposición de tributo como diezmo y la celebración fiestas paganas como ordenanzas de Dios.

Hay más conceptos, pero en estos se basa toda su esencia, con los cuales captura la atención y creencia de los hombres en lugar de dejarles amar a Dios como Él estableció. En verdad, estos no están inscritos desde el principio en el libro de la vida, pero esta religión impide que al ser valientes arrebaten el reino en su favor al creer en Jesucristo como el único Salvador y Mediador entre Dios y los hombres y por eso pagará, por haber cerrado cualquier posibilidad de salvación.

También dice que simboliza a siete reyes quienes son autoridades engañadas para formular leyes y acuerdos convenientes para ellos en detrimento de la libertad de credo de los pueblos y naciones donde han de gobernar. Al tiempo en que Juan ve la visión (60-70 DC) es informado que cinco ya han caído, el que todavía es en esa época era el emperador romano (en general, la autoridad romana y religiosa, como varios después de Tito fueron engañados) y el otro aún no vendría pero que duraría poco tiempo. Esta autoridad es la realeza absolutista después de Roma y no solo la europea, sino también abarca a toda realeza o imperio tendientes a tener tratos con sus jerarcas religiosos en el planeta. Con el tiempo, la mujer vestida de púrpura habría de alcanzar a tales formas de gobierno, destruyendo a quienes no congenian con ella e imponiendo vasallos a su servicio. La bestia, octava y entre los siete que va a la perdición es quien ostenta el grado de jerarca político y religioso en el enclave europeo -NO CONFUNDIR con la bestia que acompaña al anticristo, esta es otra bestia diferente a la que ahora referimos.

Los diez cuernos son diez líderes comisionados para librar la batalla contra el Cordero por una hora (un tiempo muy efímero) y todos hacen el pacto de agresión junto con el jerarca de esta religión quienes los arenga para que luchen en nombre de su dios -como otra cruzada- pues según ellos prevalecerán y tienen enfrente al Rey de reyes y Señor de señores, el Heredero de todas las cosas: el Hijo de Dios, Jesucristo, Cordero inmolado para salvación de muchos.

Luego, de las aguas se señala que son pueblos naciones, lenguas y muchedumbres, es decir, los religiosos, creyentes, promotores, sociedades, acólitos, instituciones y demás descripciones gregarias de unión humana en pro de esta religión en todo el tiempo que ésta subsista.

Pero esta guerra no es la batalla final, la que quedó con el Éufrates seco preparándose para librarse, sino la que destruye y corta la vida a esta religión para dar paso al anticristo y su bestia. ¿Por qué? Porque el dragón, el falso profeta y sus bestias quieren para sí el poder, la honra y la riqueza y esta mujer, si algo tiene, es que es avara y envidiosa y nunca ha cedido un céntimo de riqueza o bien un ápice de poder.

En consecuencia, estos diez reyes al ser derrotados por el Cordero enfocarán sus baterías contra la sede de esta religión, prendiéndole fuego, saqueándola, destruyendo todo a su paso como bárbaros, pues verán todo tesoro escondido en aquellos momentos de desesperanza para las diferentes poblaciones y naciones remanentes. La mujer es la ciudad que hoy se ve, que ahora bebe alegremente y se regocija de su poder, a costa de los verdaderos testigos de Jesucristo muertos a causa de ella.

Entonces, estos reyes serán usados por Dios para derrocar y pagar con la misma moneda a la ramera, aunque sea para dar paso al verdadero enemigo: el diablo y sus secuaces.

En el siguiente número veremos el desenlace de esta visión del apóstol Juan y por lo pronto se expone lo escrito en Apocalipsis 17:9-18. Que el amor, la gracia y esperanza del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, amén.

9 Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, 10 y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo. 11 La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición. 12 Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia. 13 Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. 14 Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles. 15 Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. 16 Y los diez cuernos que viste en la bestia, estos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; 17 porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. 18 Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.

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