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La salvación pertenece a Dios y al Cordero

Amados hermanos en Cristo Jesús, Señor nuestro: que su paz gracia, amor, sabiduría y ciencia sea en ustedes, a fin de que la revelación progresiva en el conocimiento de Dios se fortalezca con su fe, amor y paciencia en el ejercicio del evangelio, amén.

En el capítulo 7 y los versículos novenos hasta el décimo séptimo se describe. Una escena muy poderosa y que nos llena de esperanza. El corolario de este pasaje es que la salvación pertenece a nuestro Dios, sentado sobre el trono y al Cordero. Pero leamos con atención el suceso prontamente habrá de suceder:

9 Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;

10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,

12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

13 Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?

14 Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

15 Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.

16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;

17 porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.

En el versículo 9 menciona que existe una multitud incontable en el futuro respecto a él, pues las primeras revelaciones sucedieron en su tiempo presente y ahora contempla un futuro mutuo, es decir, ya en los tiempos posteriores a la tribulación los cuales nosotros en estos años tampoco habremos de contemplar. Sepamos hermanos que el Apocalipsis no necesariamente está redactado en un tiempo lineal y único, porque nuestro Dios y Padre es Señor del Tiempo y nuestro amado Señor Jesucristo es eterno y lo trasciende. Además, le place así al Espíritu sean recabados estos hechos para proveer que hombres contumaces accedan a la Verdad como salteadores, quedando el Espíritu Santo como único guía en esta vereda.

Además, el versículo 9 menciona un dato clave: Quienes están en esa multitud no son solamente israelitas purificados en Jesucristo, sino todos aquellos sin importar tribu, nación o lengua quienes fueron dignos representantes de Cristo en el vituperio durante esta época de persecución. Por tanto, la absurda idea de judaizar la iglesia destila un origen demoníaco antes que de Dios.

De hecho, en el corolario antes mencionado se da la gratitud sincera por ellos (y nosotros en el día en un tiempo pasado) que es del Padre e Hijo la salvación. Solamente en ellos, de esta forma. No hay otra religión, modo, pensamiento o filosofía que lleve al mismo destino: la vida eterna.

Toda la creación celestial secunda la moción de estas almas dignificadas al ser vestidas de blanco, puesto que no hay otro Dios que el Creador de los Cielos y la Tierra que Él y no hay otro mediador entre Él y los hombres sino el Cordero Inmolado. Este Dios es nuestro Padre y este Cordero es nuestro hermano mayor, Maestro, Salvador y Señor, amén.

Uno de los ancianos le pregunta a Juan quiénes son y luego le explica que son todos los salidos de la tribulación, es decir, los que en su diverso origen fueron sacrificados por no honrar a la bestia ni adorado la imagen postrando rodilla. El amor al buen testimonio de Jesucristo provocó que ofrendasen su vida y con la sangre de Cristo fueron emblanquecidos. Menciona la escritura están en el templo sirviendo, porque al igual que el Cordero fueron enviados al matadero y son ofrendas agradables a Dios conforme a lo que Él mandó se le adorase.

El Señor Jesús, pues, les llevará a las aguas de vida. No tendrán hambre y sed porque en vida así fue con ellos. Dejaron todo y huyeron a salto de mata a donde pudiesen y no fueran encontrados. Escaparon de la sociedad opresora del futuro que someterá a todo ser humano a los lineamientos del sistema político religioso imperante. Unos no alcanzaron a escapar; otros fueron denunciados y hallados; y el resto enfrentó los peligros de la vagancia en la naturaleza sin más que la fe en el Señor Jesucristo. La intemperie en forma de abrasador calor y sol potente serán el cobijo, pues no podrían estar cerca de poblaciones o comunidades con temor a ser atrapados. Sin patria, familia, identidad, casa y hogar y espacio, estos valientes hermanos serán provistos de esto en el futuro después que vayan partiendo: su casa y hogar: el templo de Dios; sin lágrimas ni dolor en su cuerpo o alma; sin sol o calor que tueste sus cabezas; sin mendigar comida o bebida jamás serán saciados con el amor de Cristo y su sed finiquitada con aguas de vida. Así la tribulación, así la bendición restauradora.

Por eso, amados hermanos, no podemos dudar de las promesas que tanto nuestro Padre como ahora con mucha mayor razón nuestro Señor Jesucristo. Creer es el único verbo que conscientemente se nos pide que obremos en las cosas espirituales. Nuestro Padre no es olvidadizo, sino que espera que no dudemos de Él. Nuestro amado Cristo no nos deja, sino que está con nosotros hasta el fin de nuestra existencia, pues luego iremos al paraíso y luego vendrá por nosotros.

La salvación pertenece a nuestro Dios y Padre y al Señor Jesucristo, el Cordero, amén.

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