Que la paz, gracia, amor y fortaleza del Señor Jesús sea en todos ustedes amados creyentes en la fe. Desde México los saludamos y esperamos en el Señor se gocen tanto como nosotros de seguir caminando esta vida espiritual en Cristo Jesús. Bendiciones y salud.
En este tema veremos cómo nuestro amado Cristo viene en forma de Rey justiciero, verdadero, fiel y Señor todopoderoso para manifestar su reinado de mil años sobre toda la creación y nación.
Nuestro amado Señor convoca a la batalla.
Un ángel hace un llamado singular: invita a todas las aves que vuelan en el cielo a que se preparen y estén listas a darse un festín cortesía de Dios, su Creador y a manos de Cristo, el Adán espiritual, Señor de toda la Creación.
Millones de personas habrán de reunirse, de toda edad, tamaño, estatus y complexión que estarán prestos para pelear contra el Rey de reyes, porque serán engañados por la bestia, el dragón y el falso profeta, anunciándoles que Cristo es el malo y el causante de toda calamidad sufrida hasta el momento y es momento de: “ahora o nunca”, ellos, al ser marcados previamente con el sello de la bestia, ignorarán la majestad y poder del Señor Jesucristo siendo enviados a la muerte.
Ninguno de ellos sobrevivirá.
Pero justo antes de la mortandad, la bestia y el falso profeta, después de arengar para llevar a estos infieles a la muerte y a la muerte segunda, serán apresados. Sí, la bestia que puso su marca, y el falso profeta, el anticristo quien se puso como el sustituto del Cordero y engañó a muchos con sus señales mentirosas para que adorasen a la imagen de la bestia son tomados como prisioneros vivos al instante por los ángeles y serán arrojados ¡vivos! Al lago de fuego y azufre. Es decir, en esta realidad serán exentados de padecer la muerte física, porque la segunda muerte será peor para ellos. Ese fuego que nunca se apaga será doblemente atormentador. Por si fuera poco, les fue negada audiencia con el Juez justo, Dios, puesto que ni eso merecen. El mismo Jesucristo es su Juez, por cuanto lo suplantaron, mintieron y enviaron a muchos a la perdición, así ellos son sentenciados en plena batalla.
El resto se les unirá más tarde, porque primero irán al Hades a sufrir su primer tormento y luego de ahí, enfrentarse cara a cara con su Creador, quien solamente los recibirá para darles el pago justo a su impiedad. Jesucristo es quien les priva de la vida con la espada que sale de su boca (su palabra) y las aves, invitadas por el mismo Dios, serán saciadas con los cuerpos inertes de estos seres engañados y desechados por Dios, por haber creído en la bestia y haber negado a Cristo.
Nunca jamás se ha visto esto. En esta ocasión será de horror y espanto para quienes no hayan ido y se hayan quedado en sus lugares y sean testigos de semejante masacre. Pero es resultado de la rebeldía, mancha que tizna la carne y que afecta a toda carne.
Con esto, queda libre la vía para que Jesucristo retome la heredad que le dio su Padre, la Tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan. Sin enemigos, los que sobrevivan se someterán al régimen celestial de Jesucristo, en forma visible y audible por las buenas o por las malas, en sujeción o disciplina justiciera.
Así es como se da la restauración de las cosas. Se ha cumplido que pondrá a sus enemigos por estrado de sus pies en primera estancia. Falta todavía un poco más, pero lo veremos más adelante.
Por lo pronto, dejamos lo escrito en Apocalipsis 19:17-21 para su meditación y análisis por el Espíritu y dicho sea de paso, también aquí termina el capítulo.
Que el amor, la paz, la revelación y sabiduría de lo Alto, tesoros del Señor Jesús estén en su espíritu amados, amén.
17 Y vi a un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, 18 para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes. 19 Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. 20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. 21 Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos.
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