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La muerte del Hijo del Hombre se anuncia

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

Amados hermanos, comunicamos que pronto en esta semana nos dedicaremos precisamente a anunciar una vez la muerte del Señor Jesús como señal de que su venida es pronta y tal es dada en virtud de que no permaneció entre los muertos, sino que prevalece reinante y poderoso a la diestra de Dios Padre tras resucitar al tercer día y ser alzado en los cielos.

Esto hoy lo hacemos con plena conciencia de nuestras facultades mentales, en obediencia y sumo gozo de que tal tribulación nos dotó de una retribución de vida eterna al creer y hacer a este sacrificio como pago por nuestras iniquidades y pecado por Jesucristo el Justo, nuestro Señor, Salvador y Maestro.

Más en aquel tiempo, ciertamente no fue grato escuchar el fin de sus días por aquellos hermanos entonces oyentes. Leamos para ponernos en contexto del tema de hoy, lo que está escrito en Mateo 20:17-19.

17 Subiendo Jesús a Jerusalén, tomó a sus doce discípulos aparte en el camino, y les dijo: 18 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le condenarán a muerte; 19 y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten, y le crucifiquen; mas al tercer día resucitará.

Leyendo se menciona que Jesús se encaminaba hacia su destino: el cumplimiento de las profecías y por tanto, la materialización de la promesa hecha a los antiguos. Jesús sabía que no podía estar toda una vida terrestre entre los hombres porque en esa situación le hubiera sido muy complicado llegar a toda la Tierra y permitir que su iglesia se cristalizase. Por tanto, se previó el envío del Espíritu Santo para la cobertura gradual de todo el planeta en todos los tiempos que habrán de pasar hasta que el propio Señor Jesucristo venga nuevamente.

Estos años de ministerio fueron más que suficientes para que los oyentes y los discípulos vieran y entendieran en qué consistía el poder del evangelio para su posterior aplicación. Por eso, el Señor se detiene y les comenta aparte en el camino que será entregado, escarnecido y muerto por los principales del pueblo. Menciona que incluso será entregado a los gentiles para ser aborrecido y escarnecido por ellos. Sin embargo después de todo esto y a pesar de todo eso resucitará al tercer día.

Tras poner especial atención en la redacción del mensaje, el Señor Jesús se expresa en modo indicativo y en futuro simple. También habla en presente simple sobre ciertas acciones que son un hecho (cuando todavía no había pasado y no había forma de saber la exactitud del evento) lo cual es lo que sobrecogió todas las veces que fueron oídas estas aseveraciones por parte del Maestro. Esa seguridad con la que se expresó, la fortaleza y la fuerza de su afirmación les llenó de temor porque vieron en él una paz contrastante con su escándalo al interior de ellos a pesar de la dolorosa narrativa y escalofriante sucesión de hechos futuros.

Incluso, la afirmación: mas al tercer día resucitará fue desoída por sus discípulos porque solo se quedaron con lo temporal y no con lo permanente. La resurrección es un evento permanente pues implica la continuidad de la vida y existencia de quien resucita. La aflicción es un estado temporal porque su ocurrencia carecería en una cantidad finita de instantes. La debilidad de la carne, el apego humano a lo material hizo mella en los discípulos, porque convengamos que no estaban investidos por el poder del Espíritu Santo y esto es así como se manifiesta el evangelio para quienes no tienen tal poder. Terrenalizan todo.

Amados, el mensaje importante es claro: a toda palabra dicha por el Señor Jesús tenemos que hallarle su enfoque verdadero: el espiritual. NO podemos quedarnos con la frase textual e interpretación terrenal solamente, porque esto es para los de poca nula inteligencia. Para nosotros que confesamos su santo nombre y creemos en él como el Hijo de Dios que resucitó al tercer día hay un mensaje rico en sabiduría y que es palabra de vida eterna y trasciende tiempos y generaciones.

Leamos y gocémonos que tenemos esta potestad y ejerzámosla con singular júbilo y total responsabilidad. Nuestro Señor padeció por un poco y ahora por el resto de la eternidad se consagra como el Rey de Reyes y Señor de Señores y no nos cansamos de suplicar e implorar ¡VEN SEÑOR JESÚS! Termina la obra y restaura todas las cosas hacia los que dejamos cosas por seguir y creer en ti. Nuestra añoranza es estar presentes en las bodas del Cordero para luego tomar posesión de nuestra heredad que tendremos acceso según nuestro andar y obediencia.

También nosotros vamos en camino a nuestro destino y sin temor y con total alegría de lo Alto la esperamos para cruzar esa puerta y vayamos al gozo de nuestro Señor, donde quienes ya duermen disfrutan de tal gracia y dicha.

Glorificado sea el nombre de nuestro Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, por habernos elegido desde antes de la fundación del mundo para saber, conocer y creer en Jesucristo

Bendito sea el nombre de nuestro Señor Jesucristo porque en su muerte hallamos vida y vida eterna. Él nos lleva como destino eterno ir al Padre, a Su encuentro. Lo poco que padezcamos bien vale cada instante de la eternidad bajo el sustento del Dios Vivo. Amén.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesús sea en todos ustedes, amados hermanos, amén.

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