Que el amor, la gracia y la paz de nuestro Señor Jesús sea en ustedes amados hermanos, en su espíritu, amén.
En Mateo 9: 32-34, previamente los dos ciegos habían recibido la vista: capacidad de ver a Dios y se fueron pregonando lo otorgado para que fueran señal que el colirio de los ojos espirituales al Hombre habría llegado ya a Israel en primera instancia y luego a los gentiles.
32 Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado. 33 Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel. 34 Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.
Aprendimos por el Espíritu Santo que el único quien nos da la capacidad de percibir realmente las cosas en su justa dimensión desde la perspectiva divina es con el Señor Jesús.
Pero también el habla es otra capacidad que debemos forjar: clamar a nuestro Dios, solicitar a nuestro Padre y hablar por el Espíritu con el Señor Jesús en oración para que no tengamos sensación de soledad.
En el presente pasaje un hombre endemoniado estuvo privado de su capacidad de expresar mediante el habla sus emociones y pensamientos, lo cual no es justo delante de Dios. Este hombre representa a todos los que están amarrados por el diablo a situaciones y estilos y formas de vida donde están acallados y privados de clamar a Dios (en estos tiempos ya no se necesita estar literalmente endemoniados, pero sí esclavizados; aunque convengamos que todavía hay endemoniados). No son personas llenas de maldad, sino prisioneras. No es lo mismo alguien que decide, ama y añora hacer el mal, teniendo satisfacción por ello a alguien que fue arrastrado, engañado, seducido, obligado a estar en caminos del error. Estos segundos seres son los que pueden ser liberados de tal atadura, pues de alguna forma buscaban con sinceridad a Dios, pero cayeron en lazo.
Cuando alguien es liberado así, la gente clama de sorpresa, pues su falta de fe y amor es evidente y nunca creyeron fuera posible, pues aun viendo los resultados de la fe no dan crédito. Otros pocos reciben con gozo y confiesan.
La mudez, hermanos, es algo en lo que no podemos caer, porque si callamos damos lugar a que los perversos digan que esto es “cosa del malo”, “brujería”. Cuando sepamos que algo viene de parte de Dios tenemos que hablar y no quedarnos callados. Dar la gloria al Padre y a nuestro Señor Jesucristo es lo conducente.
“Pero creo que en otra parte de la biblia dice que no debemos hablar de más, ser mesurados que seamos sobrios” me dirán algunos. En efecto, pero se trata de no dar rienda suelta a la lengua humana fatua y sí dar rienda suelta al poder del Espíritu Santo que nos dirá qué decir.
Que el amor, gracia y sabiduría y la paz del Señor Jesús sean en su espíritu, amados, rebosante. Amén.
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