Que la gracia, la sabiduría, la paz y el amor de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.
Continúa nuestro amado Señor Jesucristo en este andar maravilloso de cumplir con las profecías dadas a los antiguos para demostrar que Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. En Mateo 13:33 compara ahora el accionar de una mujer en otra actividad cotidiana, esto es la procuración y preparación de los alimentos.
¡Aleluya a nuestro Salvador! Porque con estos ejemplos nos demuestra parte de la profundidad y anchura del conocimiento de Dios y que ningún sabio o teólogo podrá descifrar. Leamos para hallar sabiduría de lo Alto.
33 Otra parábola les dijo: El reino de los cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer, y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.
El Señor Jesús es muy práctico y conciso, va al punto, no como los religiosos y teólogos que se esconden en terminologías sin sentido, etimologías baratas y explicaciones largas y aburridas que matan el interés genuino de creer en Dios.
La levadura es un hongo utilizado en repostería para elevar la masa, es un agente vivo catalizador de fermentación que provoca un alzamiento en el volumen de la masa lo que facilita su cocción, firmeza, sabor y vista. Esto debido a la generación de gases CO2 y alcoholes que proporcionan el cambio de sabor de “crudo” a “cocido”. La temperatura juega un rol importantísimo en virtud de que proporciona el medio adecuado para que la levadura sintetice las moléculas y haga el cambio físico químico que convierte la masa de aspecto inapetecible a un suculento pan recién horneado.
La mujer es la iglesia, cuya habilidad y prudente virtud es transformar la fe, amor y esperanza (las tres medidas de harina) en el pan de vida (el evangelio de Jesucristo listo para ser entregado a los oyentes).
Por lo tanto, la acción de la iglesia es hornear el pan para alimentar a quienes tienen necesidad de Jesucristo en sus vidas. Si bien recibimos la inspiración y revelación al interior de la iglesia, la levadura (el Espíritu Santo) es necesario hablar solo lo necesario. No podemos usar otra levadura (teologías, pensamientos religiosos, mandamientos de hombres) y tampoco usar harinas extrañas (doctrinas que no conviene enseñar o bien doctrinas ajenas al evangelio).
Amados: hagamos viva esta parábola en la nación a la que pertenezcamos. Esa mujer es cada iglesia dispuesta en cada nación que en su total conjunto hacen la labor de evangelización según las comunidades, las circunstancias, la cantidad de obreros y amor y fe entre los hermanos. Nuestro Padre facilitará estas obras y nos complacerá pues trabajamos en sus asuntos. El Señor Jesús es dado a comer a quienes tienen hambre y son saciados. Este es nuestro verdadero quehacer.
Que el amor, el gozo, la gracia y la paz del Señor Jesús esté en su espíritu, amados hermanos, amén.
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