Que la gracia, la paz y el amor de nuestro Obispo, Rey de reyes y Señor de señores Jesucristo sea en su espíritu amados creyentes y lectores, amén.
En el número anterior se mencionó al respecto de que el copista introduce títulos que en ocasiones no tienen correlación, o son agregados que es mejor no tomarlos como parte de la escritura. Al respecto de Mateo 7:12 sucede que se le conoce como “la regla de oro” que no es regla ni es de oro. Dice:
12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.
Son tres frases muy poderosas en forma de mandamiento -no regla-. La primera es una condicionante, la cual dice que la acción tiene como antecedente decidir cómo queremos ser tratados, en cuanto al tipo de relación a tener con el prójimo. Depende de nosotros y solo de nosotros tal decisión. Los hechos serán en consecuencia de lo que decidamos. El mismo Señor Jesús concede la libertad -el libre albedrío- de decidir nuestro destino.
En consecuencia, lo que nos pase en esta Tierra, creyentes o no, está dado por el tipo de conducta que tomamos primero. Porque se oye del falso espíritu de “rebeldes sin causa”, “soy rebelde porque nadie se interesó en mí” como para intentar justificar su amor por la maldad y de hecho es un inválido deslinde de acciones.
La segunda frase dice que el deseo de nuestro corazón y la decisión de nuestra conciencia y voluntad la plasmemos en acciones concretas. Es decir, si decidimos hacer el bien, hagámoslo y que no se quede en pensamientos o añoranzas internas. Para que esta ley se cumpla, debe ejercitarse y accionarse ante el prójimo. Y si alguien decide seguir el camino del mal, que lo haga, pagará a su tiempo y ni siquiera Dios intervendrá a su favor porque Él no se goza en la maldad ni el pecado. El hombre natural, pues, decide qué hacer con su vida.
Y cierra el Señor Jesús con una conclusión poderosa: que este mandamiento suyo encierra a toda la ley y los profetas. ¡AMÉN! Todo un compendio de instrucciones dichas milenios atrás ahora se resumen en tres frases de poder. Y tiene sentido, porque los primeros 10 mandamientos de Jehová están orientados a hacer el bien a los otros, empezando por Él. Mas en Jesucristo, ahora al prójimo, sea quien sea. Y entre los naturales inconversos, quien crea esto y lo haga aún la gracia del Altísimo se gana por amor y misericordia y lo rescata de muerte segunda, por cuanto creyó a la voz del Hijo, aunque desde un principio no fuese ordenado para salvación. Esto no contradice la predestinación, sino que la confirma, porque Poderoso es el Padre para salvar y Poderoso nuestro Señor Jesucristo para no perder siquiera uno de los que le son enviados.
Por eso, los que somos creyentes este mandamiento debe ser sí o sí parte de nuestro testimonio rudimentario básico. Pues nuestro prójimo debe ser Jesucristo formándose entre otros hermanos y criaturas de Dios perdidas entre los inconversos. Así de grande es la fe y el amor en la observancia de este mandamiento.
Que el amor, la paz, la gracia y la sabiduría de nuestro Señor Jesús esté en ustedes amados hermanos, amén.
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