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La ciudad santa: La nueva Jerusalén, Parte 3

La paz, gracia y esperanza en que nuestra redención por gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes, amados lectores, amén.

Entramos al último capítulo de este último libro que forma parte del presente y hermoso testamento renovado dado a nosotros como sus beneficiarios porque así le plació al Padre y nadie puede reconvenirle al respecto y porque el Señor Jesucristo con su muerte y derramamiento de sangre nos limpió, selló y destinó a ser partícipes de la vida eterna. ¡Aleluya!

Apocalipsis 22 cierra con broche de oro la profecía dictada por el propio Señor Jesucristo a su amado Juan, cumpliendo que él no moriría hasta que él viera regresar al Hijo del Hombre a la Tierra. Esto lo hizo así porque era necesario hubiese un testigo de todo lo porvenir y cada apóstol ya estuvo comisionado a realizar tareas específicas dictadas por el Espíritu o Jesucristo mismo con la anuencia de la Deidad en los cielos.

Así pues, con ese amor que le tuvo a nuestro amado hermano Juan le confió este misterio ahora revelado SOLAMENTE A LOS HIJOS, no a los incrédulos.

En su primera parte, es decir, Apocalipsis 22:1-5 se cierra el contenido de la descripción de la ciudad santa y ahí nos abocaremos en este tema hoy.

En el Espíritu, Jesús mencionó que ríos de agua viva correrán a quienes crean en él (Juan 7:38) a sus todavía discípulos respecto al advenimiento del Espíritu Santo como una primera promesa de lo que se venía, el río que cruza la ciudad y que sale del trono de Dios y del Cordero, según refiere el primer versículo. Sabemos por lógica que el oxidano, H20, es el agente físico sobre el cual la vida tiene su origen y la mantiene en el plano natural y es un ente vivo para Dios, por tanto, en lo material da vida al hidratar y su molécula interaccione con todo ser vivo y prácticamente todo objeto inanimado en esta dimensión.

Entonces, coherente con su idea, también provee un río de agua, pero esta agua tiene la esencia de vida de Dios mismo. Es decir Dios da vida a toda la nueva naturaleza en Su Dimensión y así como da luz y calor, además da vida. Pura como el cristal se refiere a que no hay un ápice de corrupción, enfermedad o imperfección en su esencia, presencia y sustancia.

De hecho, se menciona que este río hidrata el árbol de la vida, aquél que Adán y Eva fueron privados de su beneficio tras desobedecer a Dios al principio de los tiempos. El Señor lo trae de nuevo a Su creación y los dignos de comerlo serán saciados por mano del Señor, ya después de restaurar todas las cosas. Dicho árbol produce doce frutos al mes y son dados a los vencedores en el espíritu de la iglesia de Éfeso. De hecho en Apocalipsis 2:7 se menciona que este árbol se encuentra en medio del paraíso, por lo cual este jardín está en medio de la ciudad y lo cruza este río.

Luego, las hojas del árbol conceden sanidad a las naciones, en la Tierra nueva las naciones salvadas por Dios tendrán esta dispensa de parte suya.

Al decir que no habrá más maldición se refiere a que no habrá más pecado, corrupción o tentación en ningún ser vivo jamás, como les sucedió tanto a Adán, como a Eva y a la serpiente, milenios atrás. Por eso la presencia del río: siempre alimenta lo bueno, lo vivo, lo perfecto de Dios en su ciudad santa y a esta nueva creación.

Como ya se explicó anteriormente, no hay más templo, sino que el trono de Dios y del Cordero estarán en un aposento público, en el cual ya no se esconden de nadie y puede verse su rostro, sellados además con su nombre en sus frentes (por eso no es bueno dejarse marcar para que esa costumbre no se haga tentación en estos días).

La visión que espera a ser realidad que Juan vio concluye en que de nueva cuenta nuestro Dios ilumina todo y no existe más la ausencia de la luz (noche) reinando el Padre y el Hijo por los siglos de los siglos, AMÉN.

Como podemos ver, amados hermanos, en las iglesias no se enseña esto por los maestros, en las congregaciones no se insta a ser fieles, en los lugares de reunión no se fortalecen la fe y la esperanza de la venida de Cristo. ¡Esto es lo que hay que anunciar al interior de las iglesias! Hechos, las cartas epistolares y el Apocalipsis son los textos que niños, adolescentes y adultos deben ser instruidos por el poder revelador del Espíritu Santo y así crezcan en la sabiduría del conocimiento de Dios que quiere Cristo seamos ricos. Los cuatro evangelios, Hebreos y los salmos son las otras escrituras para contrarrestar al venenoso espíritu judaizante incrustado en muchos centros de congregación. Entonces amados, seamos congruentes y roguemos al Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo se levanten varones dignos de enseñar y edificar, cuidando siempre de enseñar verdad y no leuda. Pidan por eso amados, porque aún es tiempo de anunciar a Jesucristo como el Hijo de Dios para que crean en él mientras todavía no venga.

Que el amor, la gracia y la paz del Señor Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.


22 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.



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