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La ciudad santa: La nueva Jerusalén, Parte 2

En estos días a mediados del 2022, pedimos al Padre en el nombre del Señor Jesucristo que les conceda todo amor, paz, gracia y sabiduría de lo Alto y que sobreabunde en su espíritu, amén.

Apocalipsis 21:22-27 es una parte importantísima que es profética para el futuro, que es una reprimenda para el presente, puesto que el dogma religioso actual predica acerca de los templos y su necio actuar de construirlos para la supuesta honra y gloria a Dios.

De inicio, el apóstol Juan nos especifica que el templo en la nueva ciudad de Dios ya no existe porque no tiene utilidad alguna.

La respuesta radica en ya no hay que estar oculto, así como Adán y Eva se ocultaron de Dios cuando pecaron, así Dios fue alejado por los hombres y de esta Creación por la corrupción y maldad generada y proliferada por ellos y se ocultó de los ojos de ellos, pues lo santo no tiene parte ni suerte con lo inmundo.

La función de un templo es guardar lo sagrado de Dios lo pecaminoso, algo puro de lo sucio y es una habitación de lo espiritual en lo terrenal. Así lo fue en el antiguo tiempo, mas Dios se mudó del templo hecho por los judíos al corazón de quienes creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios en esta segunda etapa.

Sin embargo, cuando prenda fuego a toda esta realidad al final de estos tiempos, entonces Él como Dios en Su nueva creación no tendrá necesidad de Él estar guardado en un templo, pues ya no hay pecado, corrupción o muerte; muy por el contrario, como está escrito, ahora Él es el templo -o sea, el guarda a toda la ciudad para Sí-.

En consecuencia, Él al estar rodeando a toda la ciudad con Su majestuosa presencia además da calor y luz cual sol al no haber luna y sol, no hay tiempo qué medir la gloria de Dios y del Cordero iluminan a la ciudad santa y ellos son la lumbrera de la ciudad, el abasto de vida. Es necesario ahora nosotros como Creación renovada y salvada seamos guardados en el templo, es decir Dios mismo en Su Presencia abierta y dispuesta y que tengamos la potestad de verlo cual es Él.

Habrá naciones que hayan sido salvas, por eso es que roguemos que nuestro país, en cuanto a personas y ciudadanos sean tenidos por salvos y así esa nación aspirará a tener un espacio en la Tierra nueva. No habrá más noche, sino solo día, pues es Dios quien será el resplandor que da vida.

A esta ciudad vendrán los reyes de tales naciones a adorar a Dios, trayendo gloria y honor a ella pues ya no habrá cosa inmunda, abominable o mentirosa, pues la sangre del Cordero derramada es el sello eterno de que fuimos seleccionados y galardonados para estar inscritos en el libro de la vida del Cordero, el autor de ese libro.

Por eso somos enviados a vivir en las naciones para que estas sean salvas, por el buen testimonio, amor, fe y poder. Dios no quiere que nadie se pierda, por tanto es menester que prediquemos solo la salvación, y la salvación solo por Jesucristo, mediante la confesión de labios y con todo el corazón en pleno uso de nuestras facultades mentales de que él es el Hijo de Dios y que Dios le levantó de los muertos.

Nuestra fe debe ser cierta, fuerte y cimentada en estos conocimientos, hasta aquí dejaremos este texto y a continuación agregamos el texto base para que lo lean y se instruyan en lo espiritual. Bendiciones, amados hermanos.

Que el amor, la paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes amados hermanos lectores, amén.


22 Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero. 23 La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera. 24 Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella. 25 Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche. 26 Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. 27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.

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