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Jesucristo elige a sus apóstoles

En estos últimos días del mes de julio, deseamos que la paz, gracia, amor y sabiduría del Señor Jesús estén ustedes, en espíritu, amén.

Últimamente hemos sido testigos de cómo personas alrededor del mundo pregonan y se dicen apóstoles, enviados, mensajeros, etcétera, con tintes de un orgullo extraño, a todas luces y que todos se enteren. Se sienten revelados únicos, los verdaderos y entre más algarabía, mejor.

Pero se invita a que leamos qué dice el Espíritu sobre parte de la esencia de un apóstol en Mateo 10:1-4:

Entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia. 2 Los nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; 3 Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano, Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, 4 Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que también le entregó.

Textualmente dice en el primer versículo: “entonces llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para sanar toda enfermedad y toda dolencia” dejando claro que quien elige a sus enviados para ser sacrificados es el Señor Jesucristo. En estos días donde no está él físicamente, está el Espíritu Santo quien determina al enviado y es notificado por el Señor Jesús a tal varón que está seleccionado para dejar todo atrás y andar en los pasos del Señor.

En vista de lo anterior, la palabra del Señor es orden y mandato. No es gusto ni imposición, no es parafernalia ni fama mediática, sino todo lo contrario, puesto que este trabajo espiritual requiere en primera instancia: preparación, humildad, santidad, renunciación y posteriormente: poder, dominio propio, ministerio confirmado, las marcas de Cristo y ahora sí, el conocimiento ante el mundo pero no por su dominio en los medios y redes de comunicación, sino por el escándalo de ser promotor de una fe que es opuesta al mundo y a sus proyectos, placeres, engaños y religiosidades.

Porque es sabido por todos, amados hermanos que el modo de partida de estos doce hombres valientes elegidos y preparados por el propio Señor Jesucristo fue similar al del mismo Salvador nuestro. ¿Luego los de ahora están exentos? ¡De ninguna manera! Por el contrario, son perseguidos y aborrecidos por los sistemas religiosos, la propaganda ecuménica y las sociedades fatuas y pecadoras de cada país o territorio que visitan. Si al Hijo de Dios vituperaron y acosaron ¿por qué a ellos no?

Entonces -para que no quede duda-, el Espíritu Santo los enlista para que quede huella y testimonio que ellos ahora están siendo consolados y pronto se sentarán y serán los doce jueces para cada tribu de Israel, además de ser los doce cimientos sobre los cuales se basa la nueva Jerusalén, como vimos en Apocalipsis. Sus nombres son:

  1. Simón -también llamado Pedro-, el primer cimiento

  2. Andrés, hermano de éste, el segundo y pescadores de hombres

  3. Jacobo, hijo de Zebedeo, partió pronto como testimonio y confirmación de fe

  4. Juan, hermano de Jacobo y llamados ambos hijos del trueno; murió hasta la venida de Jesucristo, visor de la profecía de Jesucristo en el último tiempo y redactor del Apocalipsis, un evangelio y las tres cartas de amor

  5. Felipe, llamado a convertir y arrebatado por el Espíritu de un lugar a otro

  6. Bartolomé

  7. Tomás, quien dio testimonio de confesar y palpar a nuestro Señor Jesucristo resucitado

  8. Mateo el publicano, recaudador que dejó todo para cuidar al rebaño en redactar su testimonio en forma de evangelio

  9. Jacobo, hijo de Alfeo

  10. Lebeo, de sobrenombre Tadeo

  11. Simón, el cananista

  12. Judas Iscariote, quien fue elegido para ser el traidor y cuyo puesto fue ocupado por Matías y su nombre es el último sobre el cual está el cimiento


Sobre quién juzgará cuál tribu, no nos compete saberlo. Es sazón única y exclusiva del Señor Jesucristo y del Padre. ¿Cuál sería el propósito de saberlo? Hasta donde logro ver por el Espíritu Santo, ninguno. Por tanto, manifiesto que tengo paz al respecto, pues nosotros debemos luchar por tener sitios dignos en la eternidad y ser reconocidos por el Señor Jesús por las obras que hayamos hecho en su nombre.

Para los subsecuentes apóstoles (porque hay ignorantes que sostienen soezmente de que no hay más después de Pablo) hay otras recompensas, dispuestas por el Señor Jesús, dependiendo de la forma en cómo el mundo los haga partir es cómo serán recompensados y vengados en el día postrero.

¡Gocémonos! Pues, así como el Espíritu nos muestra el devenir, propósito y poder de los apóstoles, así también seremos dignificados por nuestro Salvador de acuerdo con nuestro testimonio, tal vez no como apóstoles todos, pero sí según el ministerio a cada quien le haya sido asignado.

Dice en la segunda parte que los doce primeros apóstoles estaban comisionados a dar sanidad y echar fuera demonios. No tanto a predicar, sino a limpiar la mies, a preparar el camino del Señor además del Bautista. Recordemos que ellos fueron investidos por el poder del Espíritu en forma temporal, pues el poseedor de todo el poder era Jesús; ya después, fueron investidos ya de forma permanente en el Pentecostés.

Así que hicieron el trabajo de ser staff de apoyo en primer lugar para que el trabajo del Señor Jesús fuese logrado en tiempo y forma, a manera de entrenamiento y capacitación laboral. Después de la ascensión de Cristo, todos tuvieron ya sus propias misiones y fueron esparcidos para cubrir otras dimensiones y extensiones de la mies.

Que el amor, paz, gracia y sabiduría del Señor Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos, amén.




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