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Habéis condenado y dado muerte al justo y él no os hace resistencia

  • 19 dic 2020
  • 4 Min. de lectura

Amados hermanos por la fe que es en Cristo Jesús, que el amor, la fe y la paz del Señor Jesús es en ustedes y sobreabunde pues es gracia del Señor Jesús y bendición del Padre.

El día de hoy en este tema hablaremos sobre lo contenido en Santiago 5, último capítulo de esta carta escrita a los hermanos hebreos en el exilio por el apóstol del mismo nombre, aunque en este tema no precisamente es contra ellos, sino los que tienen poder económico que oprimen al menesteroso, al extranjero, al humilde, al justo.

Es fuerte el contenido porque reclama la pecaminosa manera de ser de estos ricos, por eso entre nosotros, quienes tengan la concesión de tener muchas posesiones terrenales en forma de dinero, tierras, empresas, negocios, propiedades y desarrollos cuiden mucho el estatus de su alma, porque el dinero, el poder, el tiempo que requiere mantenerlo, la constante estratagema de la codicia, ambición, soberbia, vanidad y avaricia de reinar en el corazón de los ricos es la lucha que los creyentes deben entablar. No es fácil ser creyente y rico. Por eso el apóstol los exhibe con dura reprensión pues ellos solo ven por sus propios intereses y si el Espíritu lo escribió por mano de él es porque nosotros tenemos el deber de tomar nota cómo es un rico en la carne, cosa que los ricos que creen deben evitar a toda costa.

Para empezar, hay profecía de juicio: miserias os vendrán. Porque la miseria que refiere es la espiritual, la lejanía total de Dios y la vida; la mendicidad de no tener otra bendición de Él más que la vida y la salud. Los ricos quienes no creen en Jesucristo son malos, desalmados, crueles, ególatras, deshonestos, ladrones, mentirosos y soberbios.

Continúa el Espíritu diciendo que sus riquezas están podridas y sus ropas comidas por polillas. ¿A qué se refiere? A que lo que ellos son, tienen y representan es carroña para Dios. Sus ideas, caminos, filosofías y creencias son plaga indeseable que contamina al hombre. Digamos, compararé al rico fuera de Dios como un cadáver en estado de descomposición lleno de la fauna cadavérica haciendo festín sobre éste.

Luego el versículo 3 define que sus valores, lo que ellos aman y consideran riqueza y fuente de poder para hacer el mal y no el bien -deshonrar al Dios Vivo y negar el valor de la sangre del Hijo y no contentos con esto, provocar en las ovejas del Señor escarnios, vejaciones, maltratos y, además, hacerles caminar las dos millas, poner las dos mejillas, quitarles la capa y túnica y maldecirlos- son moho. Y el moho sabemos es un hongo persistente, altamente mortal si se introduce en los pulmones de los humanos, que envilece la superficie donde se posa, será como el fuego devorador de éstos. ¿Por qué? Porque nunca será suficiente, siempre habrá necesidad de ganar más y el terror de perder todo. Y en eso se les consumirá la vida, en la infelicidad y amargura que ni poseyendo todo el planeta podrán comprar un solo segundo de vida, salud, amor y paz a su alma contaminada y sucia, enlodada por el amor al metal y al papel moneda. Lo anterior son sus tesoros, eso tendrán como pago a su injusticia de retener, detener y acaparar todo para ellos y nada para el prójimo, especialmente al pobre y necesitado.

Luego viene el versículo cuatro: jornalero defraudado clamará por justicia, empleado maltratado injustamente albergará en su corazón un deseo de ser vengado; el pobre engañado y burlado pedirá ser restituido. Todo esto tiene el Señor, Jehová de los Ejércitos, acumulándose en su redoma, sobre todo a los de la fe, sus hijos por amor a Cristo. Cuando su medida llegue a colmarse, entonces el juicio vendrá sobre ellos y no escaparán.

En el versículo quinto, desahoga la prueba y consecuencia de lo anterior. Engañados de deleites, disolutos y de corazón engrosado de vanidad será la causa de su perdición y extravío. ¡Ah qué triste destino les espera si no se arrepienten de su mal camino!

La evidencia de su crimen: haber condenado y dado muerte al justo y él no os hace resistencia. ¡Atiendan el llamado del Señor! Pero ¿lo harán?

No hay más que decir, sino hablo a los hermanos ricos: ¿dónde está tu corazón? ¿Confías en Dios o en tus riquezas? ¿Consagras tu tiempo en dar al pobre, auxiliar y ver por el huérfano, atender a las viudas desamparadas, mayormente a los de la fe, sustentar a los siervos de Dios y Cristo? ¿En qué inviertes tu tiempo?

Dejamos lo expuesto en Santiago 5:1-6.

Que la paz, el amor y la bondad del Señor Jesús sean en ustedes amados hermanos, amén.

5 !!Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. 2 Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. 3 Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. 4 He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. 5 Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. 6 Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.



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