Guardaos de los falsos profetas.
- Cuerpo Editorial
- 15 abr 2023
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Que el amor, la gracia, sabiduría y paz de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.
Mateo 7:15-20 es la enseñanza de otro mandamiento por parte de nuestro Señor, Salvador y Maestro Jesucristo en la vida nuestra. También y por principio de cuentas lo enseñó a su pueblo, pero le desoyó para extravío y perdición de muchos.
Dice el pasaje a la letra:
15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.
El Señor Jesús nos advierte a todos por igual de esos enemigos de Dios: los falsos profetas. Aquellos que sin ningún pudor usan el nombre de Dios en vano para tergiversar y hablar sarta de mentiras disfrazadas de verdades; falsos anuncios, proclamas y arengas y también amadores de los vítores a su persona, el dinero y el poder de manipulación, como los sacerdotes del tiempo de nuestro Señor.
Dos descripciones fundamentales: vestidos de ovejas. Por esto se quiere dar a entender que fingen valores espirituales: simulan voz, presencia o autoridad, pretenden ser piadosos, enviados del Señor, perseguidos o incluso con las marcas del Señor Jesús.
En segundo lugar: lobos rapaces. En otras palabras, su realidad es matar almas, robar presa desprevenida y causar mortandad espiritual dentro de las congregaciones donde se infiltran mediante desvíos en la sana doctrina en leuda, contienda y división al interior de las congregaciones, instauración de un sistema dictatorial donde ellos ostentan el poder y el dominio de toda la congregación para su propio beneficio.
Los frutos son los hechos, los modos, las palabras, las maneras, las actitudes de estas personas. Tenemos que estar alertas por medio del Espíritu Santo para correr la voz y ahuyentarlos fuera de nuestro contorno de acción. Exhibirlos para que no engañen a otros hermanos y echarlos fuera para que no osen regresar.
Luego el Señor Jesús cuestiona su mal accionar, naturaleza pecaminosa, caída y condenada y que nada bueno hay en ellos -para aquellos quienes quisieran tener lástima o conmiseración-.
Las uvas es el vino del Señor que bebemos para estar en estrecha comunión con él, los espinos el dolor que causa tenerlos dentro a esos perversos.
Los higos es el alimento espiritual dado por los profetas de Jesucristo genuinos y los abrojos maleza incomestible, o sea leuda que corrompe.
De modo que, solamente los enviados por nuestro Señor Jesús quienes agradan al Padre son a quienes debemos recibir y tomar de ellos el mensaje que traigan, pero a los impostores ni el saludo regresarles, sino rechazarlos de inmediato para que no tengan ni un ápice de entrada para infiltrarse, pues ellos solo buscan el mal de la grey.
El Señor Jesús juzga y todo falso profeta será echado al fuego eterno, pues nunca fue salvo, socavó congregaciones, por su culpa almas se perdieron y usó su nombre en vano y el del Padre para engañar.
Y concluye nuevamente: que analicemos todo su contexto, historial, mensaje y no enamorarse de sus lisonjas o falsas amenazas. El Señor Jesús nos ordena cuidarnos de ellos, porque vendrán. Y no uno, sino muchos. Esto es necesario porque debemos estar alertas, ser hallados diligentes trabajando y no durmiendo. El enemigo de Dios y los adversarios de Cristo no descansan.
Preciosos hermanos: siempre estén en alerta y nunca dejen pasar a alguien de quien sospechen en el principio. Siempre confronten y pregunten en qué espíritu vienen y díganles que confiesen que Jesucristo es el Hijo de Dios y que Dios le levantó de los muertos. Si puede confesar con todo gozo, liberalidad, honestidad y poder la frase anterior y con sus hechos y testimonios comprobables, pueden dejarlo entrar en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.
Que la gracia, la paz, el amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté en ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.
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