En el Espíritu deseamos que el amor, la paz, la gracia, el amor y la fe en el Señor Jesucristo sea en su espíritu, hermanos lectores nuestros, amén.
El Señor Jesús, con la maestría digna de Dios concluye toda esta predicación sobre el monte, que recordemos comenzó desde el capítulo cinco de Mateo (Blog y editorial 441) y hoy día termina de dar estas palabras que no han de pasar.
El último pasaje de este poderoso discurso está en Mateo 7:24-29. Lea con atención lo que está escrito:
24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. 28 Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
El Señor Jesucristo es exacto en su hablar y da dos realidades espirituales respecto, ahora sí, a los creyentes, responsables cada quien de cuidar su salvación y tener una vida en Cristo digna y dispuesta para obedecer al Padre. Esta palabra no es para el mundo ni los incrédulos, sino para quienes ya confesamos y creemos en el nombre de nuestro Señor.
Esta es la voz que las ovejas debemos oír.
Esquematizando lo versículos se tiene la siguiente ilustración:
Donde, en pocas palabras, el obedecer todo lo que nos ha dicho el Señor Jesús poniéndolas en práctica asegura que en el día malo tendremos la resistencia para seguir firmes y ese es nuestro testimonio.
En cambio, cualquiera que se apoye en otros fuera de Cristo y omite obedecer y realizar estos actos, solo tendrá como recompensa vergüenza y ruina de ver destruida su obra, porque su fundamento no es Cristo.
Aquí es donde uno debe preguntarse, recomiendo leer el libro que tenemos disponible en esta red “Jesucristo: La Fuente de Vida Espiritual” capítulo 9 Equilibrio Espiritual, donde encontrará la herramienta espiritual de autoanalizarse por medio de la meditación en el Espíritu Santo al respecto.
Es muy sencillo saber si estamos en Cristo o no. Nadie puede engañarse por más alharaca que haga. Al final del día nuestra conciencia nos dirá qué tan faltos o completos estamos en el cumplimiento y obediencia a nuestro amado Señor.
Se añade una ilustración que ejemplifica esta herramienta y en el amor de nuestro Señor Jesucristo tómese el tiempo para que vea su realidad espiritual. No tenga miedo, amado creyente y lector, sino fortalezcase sabiendo que si en algo es falto, pídale al Señor Jesús le ayude a completar el mejor accionar y donde sea fuerte manténgase en gozo y humildad para no caer.
Para finalizar, decir que el Espíritu registra que la gente se admiró por el poder de la palabra de Jesús, quien habló con voz de mando, seguridad y precisión; no como los escribas con prepotencia, miedo y amenazantes, pues no tenían el poder del Espíritu Santo como Jesús sí.
Y con esto, amados lectores damos por concluido esta predicación dicha en el monte, donde el Señor Jesús habla mensajes de esperanza, sabiduría, misericordia, redención, instruye, explica y advierte sobre los enemigos.
Todo un compendio que por sí mismo toma mucho tiempo en la lógica humana, pero los tiempos del Señor son distintos a los del intelecto humano terrenal.
Alégrese, amado creyente, porque la sabiduría es buscada por muchos y solamente a nosotros se nos revela. Esa es la envidia del mundo, que lo mejor de lo mejor del pensamiento, razón y conciencia de la realidad se reservó para que Jesucristo la revelase al género humano y solamente por él se tenga acceso.
Que el amor, la gracia y la paz de nuestro Señor Jesús sobreabunde en su espíritu, amén.
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