Erráis, ignorando las escrituras y el poder de Dios

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

El título de esta entrega obedece al contexto en el que muchos leen las porciones del evangelio sin verdadero propósito de aprender; más bien, de interpretar para justificar sus doctrinas de hombres y no la Verdad ni al Verdadero. Desde siempre el hombre trata de torcer lo escrito, modificando el mensaje de amor, obediencia, humildad y santidad para supuestamente ser base de muchos conocimientos vanos.

Leyendo en la escritura de hoy, la cual se ubica en Mateo 22:23-33 que a la letra dice:

23 Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, 24 diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. 25 Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. 26 De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. 27 Y después de todos murió también la mujer. 28 En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? 29 Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. 30 Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo. 31 Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: 32 Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. 33 Oyendo esto la gente, se admiraba de su doctrina.

Vienen religiosos de los saduceos, después de la victoriosa respuesta del tributo, ahora a cuestionar su religión y creencia ante el Maestro, nuestro Señor Jesucristo, para ver si hallaban alguna contradicción entre sus palabras.

Lo cuestionan directamente exponiendo el hecho de cierta mujer que vivió y tuvo por esposo a siete hermanos, tras los cuales nadie pudo darle descendencia y ella también murió. Ellos hacían la pregunta sabiendo que para ellos la muerte es total y completa y, por tanto, fatuo indagar esto.

Lo hacían para que tomase partido entre los fariseos y ellos y también, confundir al pueblo por sus dogmas. Pero el Señor Jesús, oyendo atentamente e inspirado por el Espíritu Santo, después de permitir que hablasen les contesta con el título.

¿Por qué?

Porque ellos querían por fuerza seguir con sus tradiciones morales, usaban la ley como un pretexto de captar la atención del pueblo y someterlo con diversas estratagemas.

Por tanto, el Señor Jesús les replica diciéndoles faltos de verdad, manipuladores y despreciadores de la palabra de Dios.

Primero, exhibiéndolos como mentirosos cuando el Señor les confirma que, en verdad, la resurrección existe, echando por la borda su falso testimonio sobre lo porvenir fuera de este mundo.

Segundo, les dice faltos de fe, cuando les dice que serán convertidos los salvos con esencia de ángeles y cercanos a Dios.

Tercero, cuando les dice que lo que sea que habrían hecho es irrelevante en tanto hayan creído que Jesucristo es el Hijo de Dios y que Dios le levantó de los muertos, lo cual les asegura la vida eterna.

Cuarto, cuando confiesa que para Dios quien crea en Él no muere, sino que está vivo y les dice incrédulos.

Luego revive la frase: Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob como señal que, aunque físicamente estén ausentes para Dios siempre están presentes. Estos saduceos se vieron ridiculizados en su pretensión dolosa y se regresaron por donde vinieron. Los dejaron sin argumento y se enojaron, porque no pudieron hallarle error y el propio Salvador nuestro los dejó fuera de servicio.

Por eso glorificamos al Padre en el nombre del Señor Jesucristo, dado que nos revela cómo será nuestro destino y lo que desprecian el mensaje de vida están dejando ir.

Finalmente, el pueblo estaba admirado porque con pocas palabras dio cátedra y se retiraron ya silenciados a su regio.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesús sea en todos ustedes, amados hermanos, amén.