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El testimonio de los enviados de Cristo

Que el amor, la gracia y la paz del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu. Por enésima ocasión el copista yerra al segmentar los relatos escriturales denominando como “persecuciones venideras” cuando en realidad es el TESTIMONIO DE LOS ENVIADOS POR NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

Testimonio por cuanto es el seguimiento a lo que nuestro Señor Jesús experimentó y quienes le amen en verdad deberán cruzar esa vereda y tomar de esa copa. Pero no, lo llama “persecuciones venideras” como si eso fuera lo importante. ¡No! Lo importante es predicar el nombre por sobre todo nombre, no el medio ni la forma, es decir el grado de dificultad, porque todo obrero es digno de su salario si no ¿cómo será acreedor a la recompensa?

Me refiero a Mateo 10:16-25, donde el Señor Jesús, al enviar primero a los doce apóstoles y después por regla espiritual, a los demás apóstoles de épocas posteriores les especifica los detalles del trabajo, misión, visión y objetivo de este ministerio. Lean con atención, amados hermanos lo que menciona:

16 He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. 17 Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán; 18 y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. 19 Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. 20 Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. 21 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. 22 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, este será salvo. 23 Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. 24 El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. 25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?

En primera instancia, nuestro Señor y Salvador especifica las condiciones del trabajo: los envía como ovejas en medio de lobos; es decir, que irán a lugares inhóspitos en apariencia, pero con el poder del Padre y la astucia del Espíritu Santo harán su misión, habrá un entorno adverso, claro está, pero no imposible de vencer, por eso hay que perseverar en el ruego y súplica con fe en todo momento. Menciona, además, que deben ser prudentes como serpientes: sigilosos y de bajo perfil; sencillos como paloma: prácticos en su andar, mover, decir, convivir y vivir. No como los farsantes que se anuncian en todos lados y son vistos por muchos.

En segundo lugar, advierte Cristo: guardaos de los hombres, porque os entregarán a concilios y en sus sinagogas os azotarán; y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles. ¿Amenaza? ¡Promesa! ¿Cómo es esto posible? Pues porque el Señor Jesús sabía que él mismo habría de ser machacado a vituperios y golpes como si de malhechor se tratase y porque es la naturaleza asesina del hombre natural sin Dios, además que el mismo enemigo no quiere que almas le sean quitadas.

En virtud de lo anterior, sostengo por el poder que me concede el Espíritu Santo de determinar que esta escritura es una correcta definición del perfil del enviado, ya sea evangelista o apóstol. Porque importa el testimonio: así como está escrito aquí le sucedió a Pedro, Juan, Pablo y muchísimos más por todo el orbe desde la ascensión y así sucede y ocurrirá hasta la venida del Señor Jesús.

Por eso tanto amor tiene el Cordero por sus mártires que dejaron todo por él, así los habrá de vengar y darles su cuantiosa recompensa, el pago por el amor, lealtad que todos ellos quienes despreciaron su propia vida por amor al Hijo de Dios, nuestro redentor les será devuelta con creces.

Después de informar la verdad y realidad del entorno laboral, vienen las promesas, aquí la primera: “Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.” Así pues, el mismo Espíritu tomará la batuta y dirá lo conducente a través de estos vasos dispuestos para la gloria del Padre.

También habrá señales en la Tierra en estos momentos, para que la palabra de no confiar en los hombres se haga válida siendo esto un consejo de vida: “El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre;” con la segunda promesa: “mas el que persevere hasta el fin, este será salvo”.

Después la forma en cómo diría justo antes de ascender: “id y predicad el evangelio a toda criatura” y la forma en cómo Pablo abarcó muchas áreas en su tiempo: “Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre”. Y cómo no iba de ser así, si él vendrá cuando se complete el número de los redimidos cuya cantidad sabe sólo el Padre, pues Él es quien envía las almas a Cristo y desde la eternidad determinó cuántos seremos.

Luego, desenmascara a estos hipócritas falsos obreros y denostadores del santo nombre del Señor Jesús con sus obras de maldad: “El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor.” Es decir, nadie tendrá mayor privilegio en el trato por parte de los incrédulos que el propio Príncipe de los Pastores. Ningún enviado gozará de privilegios, excepciones o comodidades, sino que, si quiere alguien ser igual al Señor Jesús, deberá el tal sufrir todo lo que Cristo padeció, en la misma medida y forma.

¿Por qué lo duro de esta palabra? Porque si al Creador despreciaron por siglos ¿qué no iban a hacer con el Hijo? Y si esto le hicieron al Hijo ¿Cómo no hacerlo con sus representantes? Y no lo digo yo, sino el propio Señor Jesucristo: “Si al padre de familia llamaron Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?” Por esto, el error grosero del copista, que disuade y no persuade.

Así que, amados, tengamos conciencia que no estamos para ser amados por el mundo, sino que desconfía y nos odia, si es que retenemos el testimonio del Señor. Pero ¡Ay de aquellos a quienes el mundo tiene en estima! ¡Ay de esos que son conocidos, se mueven conforme al mundo y usan sus métodos para “convencer” al mundo de que “Jesús es la onda”! De cierto y muy cierto que tienen ya su recompensa.

Que el amor, la gracia y la paz del amor del Señor Jesús sea en todos ustedes amados hermanos, amén.


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