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El Señor no retarda su promesa… sino que es paciente para con nosotros

Hermanos, creyentes que son lectores del blog, damos gracias al Padre en el nombre del Señor Jesucristo nos acompañen en nuestra jornada evangelística haciendo lo que el Señor nos ha mostrado en el Espíritu hacer: comunicar y dar de gracia todo lo que Él a través de Cristo nos ha dado de gracia en conocimiento, experiencia, doctrina, amonestación, consuelo y recomendaciones. No es que suene a despedida, sino que es necesario expresarlo porque tenemos un interés especial que lean y se afiancen como nosotros en la Roca que es en Cristo.

Que el amor, la gracia, el poder y la esperanza del Señor Jesucristo sea en ustedes, amén.

Hoy tenemos el gozo de culminar otro libro más del nuevo pacto: la segunda carta escrita por el apóstol Pedro, revelado por el Espíritu Santo a sus compatriotas, hermanos en Jesucristo dispersos por el mundo bajo el control del imperio romano. El hermano ya cumplió su misión de enseñar el camino, mostrar la fe y el amor en Jesucristo, Señor nuestro, y en este último capítulo se despide dejando como últimas palabras escritas la promesa de nuestra esperanza: nuestra redención de que él volverá por nosotros.

Finalmente, él sería sacrificado, conforme a la profecía que le fue dada, aunque antes de eso nos dejó, tanto a ellos como a nosotros en estos últimos tiempos, el mensaje gratificador que cada día que pasa es uno menos y uno más cerca de nuestra eternidad con el Padre.

Comienza pues, escribiendo el hermano Pedro que el propósito informativo general de sus dos cartas es asegurar que nuestro entendimiento permanezca limpio, es decir libre de todo engaño y leuda que seguramente pulula afuera de las congregaciones con las funestas figuras de apóstatas, falsos maestros y engañadores. Así como sucedió en los antiguos tiempos de la ley, en nuestros hechos de los tiempos después de Cristo sucede y sucederá hasta que el Señor Jesucristo regrese con poder.

Una de las muchas premisas sobre las cuales estos agentes del mal actuarán es socavando la fe, enfriando el amor y diluyendo la esperanza con la pregunta perversa: “¿y como para cuando viene Jesús?”, “¿por qué no viene o tarda en venir? ¿qué le retarda?”. Luego mencionarán que la Tierra sigue su curso y no necesitan de Dios porque “Dios no existe”, “ha abandonado al mundo” y conjeturas malévolas que nada tienen que ver con las profecías ya dadas. Al fin, siendo necios, huecos, torpes, contumaces, rebeldes y malos, nada bueno puede esperarse de ellos. De hecho, Hollywood, Bollywood y las religiones se encargan de amedrentar y malinformar a las masas con sus producciones mentirosas que inventan fábulas y ciencia ficción, las cuales muchos ignorantes toman como verdad o bien guardan en sus conciencias, alejándose de la promesa que Jesucristo vendrá.

Un misterio grande de Dios es que de las aguas salió todo, la inmensidad del todo salió de la molécula H2O con el poder de la palabra de Dios. El hidrógeno (sobre todo) y el oxígeno presentan propiedades únicas que podrían explicar de mejor manera el cómo se creó todo, lo cual no es propósito hoy hablar de esto. Lo que sí, es que la misma agua que Dios usó para generar vida fue usada para justicia y anegar una primera manifestación de maldad y rebeldía de la humanidad, asociada a aspectos propios de la creación y la mayor interacción que ejercía el diablo sobre la creación. Luego, Dios mismo mandó promesa que jamás usaría el agua para castigar el mal, pues del agua surge la vida. Ahora, será el fuego de Su furor: cuando cumplidos los tiempos sea la hora de dar el pago de todas las obras de todo ser viviente. La misma agua será consumida y si esta agua no prevalecerá menos lo que surgió de ella. Y este fuego no es el plasma que nosotros conocemos, percibimos y manipulamos parcialmente. Es un fuego espiritual ajeno a esta realidad y que tiene el poder de consumir lo visible y lo invisible: la muerte segunda de la cual nadie escapará, ni el enemigo de Dios, el pecado, la muerte y la corrupción, además de las almas corruptas.

Esto lo nombra el apóstol, porque necesario es que nosotros sepamos una vez más -pero ya más claro ni el agua- de qué somos salvados. Aquí el Espíritu Santo revela en qué consiste la verdadera perdición espiritual, el verdadero destino último de los pervertidores del evangelio puro y santo de nuestro Señor Jesucristo.

Otro dato importante nos da el apóstol: el tiempo. La medida del tiempo es en los términos de Dios y no de los hombres. No son los relojes atómicos los que rigen el tiempo y la medida de los instantes en este universo tridimensional, sino el reloj que Dios tiene. La igualdad matemática es muy simple: un día son como mil años y mil años son como un día. De manera que, lo que para nosotros son milenios para el Señor son solo días; y los días para el Señor son milenios para nosotros, por tanto, cuando se refiere a que los días serán acortados, no son los periodos de 24 horas, sino milenios que tuvieron que ser descartados del futuro para que la promesa pueda ser cumplida. En consecuencia, el día y la hora en la Tierra nadie puede saber, porque nuestros días son una fracción mínima de tiempo para el Señor no hay propósito perder el tiempo en minucias, además, sello hay: ¿cuándo se sabrá que un ladrón vendrá a robar? Si así fuese, entonces no habría crímenes de este tipo. ¿Qué pasaría si supiéramos el día y la hora en que Cristo venga como muchos torpes dicen saber? Todos caeríamos presa de vivir en pecado y disolución, pues la carne es débil y diría “no vendrá en mi época así que no tengo de qué preocuparme, total, él ya pagó por mis pecados”. En conclusión, como el Señor dice a cada espíritu de la iglesia el estatus de su lejanía con respecto a la Tierra en Apocalipsis es como puede inferirse un dato espiritual de velocidad que él tiene.

No se confundan hermanos. Misterio hay, pero el Espíritu Santo, en conjunción con la mente de Cristo dan cuenta de los tiempos y el tiempo.

El Señor no retarda su promesa porque en Apocalipsis se revela el día (en los términos del Señor y no del hombre) cuando él vendrá, después del orden y secuencia de eventos que han de suceder antes para testimonio que él no es mentiroso y cumplirá cabalmente con su dicho. Ahora bien, no vendrá montado en un pollino a recibir alabanzas; sino que vendrá montado en caballo en grito de guerra a imponer el orden y las reglas de su reino justo, poderoso y invencible.

Nuevamente hace referencia a que todo esto será quemado ¿por qué? Para que conforme avance el tiempo prefiramos la santidad por sobre cosas materiales aquí: elijamos al amor fraternal y no al amor al mundo; nos apropiemos a la fe en nuestro Señor y Salvador y no a la fe a la tecnología, poder, riqueza y fama; y finalmente depositemos toda nuestra esperanza en su venida y nuestra restauración y no en religiones, moralismos, dogmas erróneos y perversiones terrenales.

Hay vida, con ella cielo y tierra. Además, la comunión eterna con nuestro Dios y Padre, con nuestro Señor Jesucristo en su nueva ciudad, cimentada y fundada por Él sobre la Roca: el Señor Jesucristo es el Hijo de Dios. Por eso somos iglesia, porque radicaremos para ministrar alabanza a Dios y este ministerio sea reinstaurado ya no por medio de ángeles, sino por el nuevo Adán: Jesucristo y la nueva Eva: nosotros en su conjunto, ya sin el temor de nuevas tentaciones. Refiere el apóstol que la justicia es moradora de esa ciudad santa.

Por eso, mientras todo esto llegue a su tiempo, lo primero que debemos hacer es simplemente esperar. Prohibido está tronar los dedos, mostrar impaciencia, reclamar soezmente y sobre todo, mirar con los espejuelos del mundo corrupto y mentiroso. ¿Por qué? Cito textual:

Porque:

9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Es decir, los días fueron acortados para que -hasta el punto exacto- la última alma que haya de ser salvada sea salva: no hay más. Paciente es el Señor Jesús que ese momento llegará cuando no haya más salvos y antes que esta última caiga por la maldad o engaño de aquel entonces ahí vendrá él. El tiempo se acaba para ellos, la copa de la ira de Dios se llena cada vez más rápidamente pero aún no rebosa. El tiempo se acorta para nosotros para no caer víctimas de la desesperanza.

¿Pero cómo debemos esperar? Actuando conforme al Espíritu, no estar ociosos ni distraídos en cosas tontas, sino vivir con la santidad (alejados cada vez más del mundo y la pecaminosidad de la carne) y en piedad (manifestar el evangelio puro de Jesucristo: confesar siempre que sea posible qué es el Hijo de Dios, nació y murió en la cruz, fue resucitado al tercer día y ascendió a los cielos). Además, practicar la paz y no la ansiedad o locura obsesiva de saber “¿cuándo vendrá y por qué no viene?”. Irreprensibles y sin mancha: efectos de la santidad.

No se me pierdan en este punto amados hermanos, porque sello hay por el Espíritu Santo. Cualquiera que tuerza este consejo espiritual de esperar en la venida del Señor en otros términos diferentes a los que están plasmados ya en el nuevo pacto, compromete muy seriamente su salvación. No digo que se pierdan los hermanos en general, sino es que este sello es para quienes sabiendo esto, aun así lo tuercen con plena conciencia para que se acomode a sus propios intereses. “Y yo que no sé o no sabía esto, ¿qué debo hacer?” Pida sabiduría al Padre en el nombre del Señor Jesucristo para que aprenda, sepa y no se deje llevar por cualquier viento de doctrina, porque cuidar su salvación es responsabilidad suya, amado creyente y hermano. Cimentados en Jesucristo, no seremos sacados de la Roca, viviremos confiados, fortalecidos y creciendo. Cimentados en la arena (denominaciones, sectas, religiones, vida desenfrenada, pecaminosa y rebeldía) la ruina será grande.

El apóstol cierra fuerte:

17 Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza.

18 Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

Más claro ni el agua.

Guardarse es la otra actividad espiritual. No podemos exponernos a esas locuras mentales de dicharacheros, parlanchines, merolicos, habladores quienes dicen son alguien: quienes en exposiciones abultadas, canales de Youtube, programas exóticos de radio y TV, usan miles de modos de arrastrar a incautos a su ruina espiritual, derrota y mal testimonio. ¿Luego esto es culpa del Señor? De ninguna manera, porque Jesús mismo aprendió a guardarse (en los cuatro evangelios hay ejemplos numerosos) cuando estuvo aquí ¿por qué nosotros no?

Dejo la evidencia escrita en 2ª Pedro 3 en su totalidad.

La paz, gracia y amor del Señor Jesucristo es en todos ustedes, amén, amén y amén.


3 Amados, esta es la segunda carta que os escribo, y en ambas despierto con exhortación vuestro limpio entendimiento, 2 para que tengáis memoria de las palabras que antes han sido dichas por los santos profetas, y del mandamiento del Señor y Salvador dado por vuestros apóstoles; 3 sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias, 4 y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación. 5 Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, 6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua; 7 pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos. 8 Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. 11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, !!cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán! 13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. 14 Por lo cual, oh amados, estando en espera de estas cosas, procurad con diligencia ser hallados por él sin mancha e irreprensibles, en paz. 15 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición. 17 Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza. 18 Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

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