Que el amor, la gracia y la paz de nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo, Hijo de Dios, sea en todos ustedes amados lectores y creyentes, en su espíritu, amén.
Continuamos con la cobertura del pasaje en general en Mateo 12: 22 al 37, pero nos enfocamos en los versículos del 30 a 32, que a la letra dice:
30 El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. 31 Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.
El Señor Jesús es radical e inflexible porque no hay puntos medios y no vino a democratizar: se es por él y para él o se es su enemigo. Contra un enemigo jurado no hay diálogo ni entendimiento: dos puntos opuestos y simultáneos.
Y reafirma que con él se recoge y contra él se desparrama. Es decir, Jesucristo representa un orden y estar fuera de él es un caos que aumenta progresivamente. Del lado del Señor Jesús se cumple la Voluntad de Dios y se agrada al Padre; en tanto del lado opositor se desoye la Voluntad de Dios y se constituye en enemigo del Padre.
Por eso llega un punto en nuestra vida que el Señor nos lleva a dejar atrás paulatinamente todo lo que en nuestro ser no le agrada, para que se cumpla la perfección y para cada vez estar más cerca de él.
Estando en Jesucristo no se tiene temor alguno, solo amor, fe, esperanza, santidad, renunciación y humildad. Fuera de él amor a lo pagano, a lo pecaminoso, aumento de la maldad y perdición del camino a la vida. Se consuma la condenación si al expirar no hubo reconciliación con Dios.
Y tan poderoso es el Espíritu Santo que el Señor Jesús dijo esto: cualquier pecado o blasfemia puede ser perdonado; sin embargo, la blasfemia contra el Espíritu Santo no. ¿Por qué? Porque es precisamente el lazo espiritual y divino del cielo lo que nos une al Padre. Burlarse, denostar e increpar demonizando esta parte de la esencia de Dios en la Tierra constituye un suicidio espiritual de quien profiere esta profanación al Santo poder de Dios. No hay perdón porque si lo que nos da vida se dice que es malo y mentira entonces jamás se tendrá fe para creer. Nunca se tendrá la mente para recapacitar porque en su corazón hubo llenura infinita de maldad y nadie que está ordenado para salvación cometerá este pecado. Solo lo cometerán quienes NO están ordenados para salvación, pues sus hechos constatan tal destino cruel.
Luego el Señor Jesús dice que contra él pueden dedicar palabras malas y le serán perdonadas en su forma del Hijo del Hombre. ¿Por qué? Porque en su carne no está en su máxima expresión de poder, entonces quienes lucren con él en su imagen idolátrica, se burlen o desprecien su estancia, existencia o poder en la Tierra sólo el Padre sabe quienes serán perdonados. Y vuelve a decir que contra el Espíritu Santo no. Esto por cuanto Jesús cumplió con su ministerio por medio del Espíritu Santo que lo llenó y no su carne, contra la cual luchó. Recordemos que el Espíritu Santo estaba en él y por medio del Espíritu Santo hacía las señales y milagros. No olvidemos que fue despojado de todo al nacer en el pesebre para ser carne e Hijo del Hombre.
Y esto ahora aplica contra quienes injurian a los siervos inspirados por Dios llenos del Espíritu Santo para obrar milagros y misión de evangelización. Cualquiera que hable en contra de ellos en su carne les será perdonado, pero si maldicen o hablan blasfemia contra el Espíritu Santo que en ellos hace toda obra buena, sentencian su destino, por cuanto mancillan la pureza del amor y misericordia de Dios. Y esto porque dice “ni en este siglo ni en el venidero”, entonces, mientras él no venga y el Espíritu Santo sea alzado en el fin de los tiempos, habrá de ser así.
Queridos hermanos: tengamos confianza que en el perfecto amor no hay temor y debemos cuidar nuestros dichos para que los prójimos alrededor de nosotros no sean impulsados a blasfemar contra el Espíritu Santo al estar muertos espiritualmente y no tener conciencia de lo bueno y malo espiritualmente hablando.
Que el amor de Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos nuestros, en su espíritu, amén.
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