Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.
Este pasaje de Mateo 18 :18-22 es muy ilustrativo y nos enseña muchas cosas importantes en el ejercicio del perdón. Leamos primero el contexto:
18 De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. 19 Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. 20 Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos. 21 Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? 22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
En esta ocasión el Señor Jesús nos enseña que tenemos un poder sobre el mundo de atar y desatar en la tierra para que sea atado y desatado en los cielos. Es el mismo poder que él tuvo y nos los transfiere a nosotros por amor. Este poder puede usarse para varias situaciones como liberación, sanidad, misericordia, juicio o defensa, etcétera. Hay que agregar perdón.
Tenemos la potestad de perdonar el pecado de los que nos hagan, así como él perdonó el pecado de muchos y fueron sanados. Tomando este poder, sanamos a nuestro ofensor y le damos una bocanada de misericordia y gracia; aunque bueno, si implica algo legal o jurídico eso ya será opción del Padre. Se ata la ira de Dios sobre el ofensor y se desata la gracia de ser perdonado y se gana un alma de hermano.
También se puede desatar el perdón hacia el agresor cuando no se disculpe, se atan la misericordia y gracia de lo Alto y se desata el juicio hacia el gentil y publicano, por cuanto no guardó su honra de ver por sus hermanos y prefiere andar por el camino del mal. Nuestro Padre es misericordioso, pero si la afrenta es grande Él pagará y Suya es la venganza, como está escrito. Y dicho con el corazón en el nombre del Señor Jesucristo el Padre actuará según nuestra oración, solo no hay que olvidar actúa bajo la consigna de perdón total por parte del ofendido.
Además, toma ocasión para señalar el principio del amor, otra fuente de poder espiritual y la hermandad, una fuente de energía más de los cielos para operar aquí. Cualquier cosa que nos pongamos de acuerdo dos o más aquí en la Tierra nos será hecho por el Padre. La comunión es otro poder que podemos ejercer y que el enemigo no quiere que ejerzamos, porque en la unidad está la fuerza de la oración y cuando es teledirigida por el corazón, amor, fe, ayuda mutua y mutuo beneficio para el bien de alguien o los dos ¡Claro que el Poderoso Padre celestial obrará!
Por eso busca dividir y destruir congregaciones.
Por si fuera poco, estando dos o tres o más realizando esta acción espiritual, ¡el SEÑOR JESUCRISTO se hace presente en lo espiritual! ¿Qué más presencia de Dios queremos si no es esta? entre muchas más. Por eso el perdón es un tributo de amor y misericordia y quien lo practica genera muchos dividendos espirituales.
Por eso Pedro, al cuestionar sobre cuál es el límite de veces que podemos perdonar, el Señor Jesús le multiplica el factor de 7 hasta 70 veces 7, es decir, incontables veces (el 490 es un número muy difícil de monitorear). Por tanto, el mensaje que no hay que poner límite al perdón porque eso nos hace poderosos espiritualmente, la capacidad de no buscar el juicio o castigo por parte nuestra hace que el Juez Justo y Verdadero tome el caso y Él juzgue como conviene.
Amados, tremenda lección que nos da el Señor Jesús, nos falta mucho camino para recorrer pero este quehacer espiritual definitivamente nos hará avanzar muchos kilómetros hasta llegar al destino de ser varones perfectos ante los ojos de nuestro Dios y Padre, complaciendo a nuestro Señor Jesucristo. Hay que ser maestros del perdón, enseñar a perdonar faltas y ser practicantes gustosos de este poder espiritual.
Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesús sea en todos ustedes, amados hermanos, amén.
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