Esperamos que el amor, la gracia y sabiduría de nuestro Señor Jesucristo sean en su espíritu y se manifiesten en ustedes de manera abundante, amén.
Mateo 2:16-23 es un pasaje poderoso, porque da varias referencias al antiguo pacto para dejar por sentado que nada en este mundo es nuevo y que el destino del infante Jesús era sobrevivir para cumplir con su misión más adelante.
Esta parte inicia con un decreto real de matar a todos los niños de la edad aproximada a la de Jesús. ¿Por qué? Porque el hombre natural sin Dios es sin afecto natural, tiene un odio y envidia. Rehúsa a tener amor o ayuda mutua. No solamente en Belén, sino en sus alrededores se derramó sangre innecesariamente. Esto eventualmente lo pagó Herodes con su vida, pues la escritura relata que Herodes no cambió en lo absoluto y así murió, sucediéndole su hijo.
El Espíritu Santo nos revela por mano de Mateo que desde Jeremías se había anunciado esta tragedia, pues estos niños son las oportunidades que se perdieron de regresar a los caminos del Señor a pesar de tantos siglos de haberlos sacado, guiado y establecido.
Jeremías 31 habla en exhortación al pueblo de Israel de que, a pesar de las transgresiones de Efraín no iba a ser desterrado para siempre a pesar de su impiedad. El Señor envió un mensaje de esperanza de que el remanente de Israel (los creyentes de su Mesías cuando llegase a la Tierra preservarían la memoria de las doce tribus y estos habrán de poblar la Tierra nueva con el cielo nuevo, ya no como judíos, sino como hijos de Dios). Esta, amados míos es la verdadera promesa hecha a los antiguos padres.
También hay que rescatar que en la profecía dada por Jeremías se remonta todavía más al principio, cuando Raquel murió tras dar a luz a Benjamín después de que Dios le pidió levantase un altar para refrendar su promesa de llevarlo a crear una nación poderosa. Raquel murió debido al trabajo de parto, más fue consecuencia del hurto de unos ídolos que eran propiedad de su padre y del juicio que el propio Jacob, ahora Israel, dio contra el infractor del robo de los ídolos de Labán.
Raquel pagó su precio con su vida.
Y los niños muertos por Herodes son el recuerdo de que Raquel vio morir a sus hijos porque ella hubiese querido ver crecer a Benjamín y no le fue concedido por su pecado oculto. Estos niños, según el ente vaticano, son los santos inocentes; más a la luz del Espíritu son la expiación del pecado de su madre que faltó, ocultó y no fue honesta con su marido quien la juzgó sin saber. El propio Israel decretó “que no viva” y así sucedió. Por eso, en los tiempos de Jesús, se volvió a cumplir ese decreto de Jacob pues Jesús huyó siendo oculto por sus padres y Herodes buscó y buscó y no halló como Labán tampoco halló tales ídolos.
Con esto, Dios nada tiene que ver con esta matanza pues el mismo Jacob decretó la muerte siglos atrás de quienes fueran hallados los ídolos escondidos, cayendo sobre esa generación pues ciertamente ya estaban predestinados a partir a tan corta edad.
Ya luego de la tragedia, muere Herodes creyendo se habría librado de esa profecía. Reina su hijo Arquelao y José es revelado en sueños que regrese a tierra de Israel. Sale de Egipto y al llegar teme asentarse en Judea porque pensó que tarde o temprano podrían dar con el paradero de Jesús.
Pero otro sueño muestra a José que el lugar de su asentamiento final es la región de Galilea y el destino es vivir en Nazaret, para que ahora, otra profecía, esta vez en voz de Isaías, (Isaías 11:1) llamándolo vástago de la raíz de Isaí. En esta profecía, habla de cómo el Mesías habrá de reinar sobre el Israel espiritual, no el físico. Cómo el Señor y Dios de Israel le habría de dar todo, para que se pusiese la casa de Israel con todas sus tribus a sus pies y a sus órdenes, pero eso sí no lo quisieron oír, creer ni hacer.
Por tanto, Jesucristo es el fin de las profecías antiguas ¿por qué siguen en pos de ellas como si fuera palabra actual?
Dejamos el pasaje arriba mencionado de Mateo 2, para despedirnos en esta ocasión deseando que la paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amén.
16 Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos. 17 Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo:
18 Voz fue oída en Ramá,
Grande lamentación, lloro y gemido;
Raquel que llora a sus hijos,
Y no quiso ser consolada, porque perecieron.
19 Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, 20 diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. 21 Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. 22 Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea, 23 y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno.
Comments