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El lamento sobre los niños. Parte 1.

El amor, la paz, revelación y fortaleza de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes, amén.

Mateo 2:13-15 nos proporciona en tan solo dos versículos abundante información para todos los creyentes cuyo origen es israelita. Resulta que este evangelio -como ya lo hemos escrito- es para el pueblo de Israel, desde la perspectiva del antiguo pacto es como Mateo por el Espíritu hace la conjunción para la transferencia del tiempo de la ley a la salvación por la fe en el Hijo de Dios, el Mesías de la nación israelita.

Comienza el apóstol a verificar lo que sucedió con los magos visitantes: partieron a su tierra de origen por medio de revelación en sueños en la dirección opuesta a lo dicho por Herodes. Resulta que -como explicamos en el número anterior- el rey fue un ser humano entregado al mal, aterrado por haber malinterpretado la profecía de Miqueas acerca del libertador del pueblo.

Como Jesús era un infante indefenso (así como nosotros cuando nacemos en la fe y en la vida espiritual de Cristo Jesús, Señor nuestro) el responsable de su cuidado, José fue avisado por un ángel en sueños (porque él no tenía aún acceso a que el Espíritu Santo estuviese dentro de él al no haber descendido todavía) de que huyera y se fuera.

Las instrucciones fueron precisas: levantarse, huir desde donde radicaba, en Belén hasta Egipto. En ese entonces Egipto gozaba de cierta calma y todavía contaba con la prosperidad necesaria para que José pudiese vivir honradamente, y los regalos y tesoros dados por los magos eran su sustento inicial y su presupuesto de viaje garantizado por el Padre, en ese momento, Jehová.

Cabe destacar que la huida fue de noche y así los guardias, espías e informantes del rey no tuviesen pista de José, el niño y su madre. Este es un misterio porque así vendrá el Señor Jesús: de la misma forma en que fue salvado de sus enemigos en la discreción y sorpresa, así con el mismo misterio y la misma sorpresa regresará y tomará lo que es suyo y destruirá a todos sus enemigos.

También es enseñanza a Israel de que ellos tienen que salir así, como Abram salió de su tierra para servir a Dios; así como David anduvo huyendo del impío del rey Saúl y así como el pueblo remanente tiene que huir del Herodes espiritual en esta ocasión: el judaísmo tóxico.

Cuando el Señor llama, queridos hermanos, es de oír, obedecer y actuar. Luego ahora tenemos mejor gracia pues el Espíritu ahora vive dentro de nosotros. Pero volviendo a José, conforme a la antigua forma de ser anunciado un asunto del mismo Dios que habitase en Egipto (el mundo) y así estar preservados para el Señor.

“De Egipto llamé a mi hijo” se encuentra en la profecía dada por Oseas, cuando increpa el Padre a Israel por su dureza de corazón. Dice que Israel era un muchacho (una nación joven saliente y entregada en su primer amor). Cuando Dios los amó ¿Qué Padre no adora y ama a sus hijos en la juventud?

Efraín es la región de Samaria, que se volvió en pos de baales y a renunciar prácticamente al servicio y obediencia a Dios.

Entonces es un llamado a los todavía israelitas judaicos que salgan (en general también a todo creyente, también los antiguos gentiles).

El Señor, pues, renuncia a ellos en no aceptar nada que venga en lo natural parte de ellos. Porque el mismo Señor escribe contra ellos: “Aunque me llaman el Altísimo, ninguno absolutamente me quiere enaltecer.

Regresando a lo anterior, el Señor nos sacará de Egipto, así como liberó a Su pueblo, ahora es Jesucristo nuestro libertador y él nos saca del Egipto espiritual que el Padre dispuso de antemano.

No teman amados, tengamos paz y confiemos en que mientras tengamos fe y no dudemos esta profecía se seguirá cumpliendo.

Que el amor, la paz y gracia de nuestro Señor Jesucristo esté en su espíritu, amados hermanos, amén.

13 Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. 14 Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto, 15 y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo.

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