Que el amor, la gracia y la paz de nuestro Señor Jesús sea en ustedes amados hermanos, en su espíritu, amén.
Poco vemos cómo el Señor Jesús se abrió camino para establecer su reinado espiritual en la Tierra: darse a conocer a sus hermanos y comenzar a dejar predicadores en su nombre como el gadareno cuya misión fue hablar a los gentiles, para dar pie a los primeros hermanos de la iglesia. Pero iniciando el capítulo 9, en Mateo 9:1-8 muestra cómo el Señor Jesús tuvo el respaldo total por parte del Padre y exhibió parte de su poder en el pasaje que se inserta a continuación:
9 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. 2 Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. 3 Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. 4 Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? 5 Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? 6 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. 7 Entonces él se levantó y se fue a su casa. 8 Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.
De entrada, se confirma el noble e infinito valor de la fe en los términos espirituales. Señala que la gente, al saber que Jesús regresó de nuevo a Capernaum, se prestaron a verle para recibir de él beneficios en forma de bendiciones, milagros, sanaciones y en algunos pocos, la palabra de vida. Tanto era el ahínco de ciertas personas porque un cierto paralítico recibiera la atención de Jesús que él mismo decidió tener misericordia de él.
Haciendo un análisis podemos entender que el Señor Jesús ama y valora el esfuerzo que hacemos para acercarnos a él, darle espacio y preeminencia en nuestra vida, por tanto no hay cosa que le pidamos que nos pueda negar.
En primera instancia no sana su carne, sino su alma. Al decirle: “tus pecados te son perdonados” le abre la confianza y puerta para la reconciliación con Dios. Luego viene una de sus primeras batallas espirituales contra sus detractores, los escribas quienes se ofendieron por la expresión de Jesús cavilando en sus mentes que blasfemaba al perdonar pecados, siendo el único solo Dios.
Ahí aprovecha el Señor Jesús para reconvenirlos y exhibirlos declarando que él tiene esa potestad por parte de Dios y en la sanación de la carne del paralítico diciéndole: “levántate, toma tu cama y regresa a tu casa”, lo hizo para provocar al pueblo a tomar decisión y poder ver que los escribas jamás tuvieron el dominio de la palabra. Así como está escrito, lo importante es al final, o sea, que la gente presente fuese testigo presencial de Jesús como el Enviado a la Tierra.
Que el amor, la gracia y el poder de nuestro Señor Jesucristo, sea en todos ustedes amados, en su espíritu, amén.
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