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El flagelo de la riqueza material. 

Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.

El capítulo 19 en Mateo nos ofrece también un tema controversial al extremo, por cuanto este pasaje muchos lo ven de manera muy literal y no se profundiza en la verdad, pues exhibe la pobreza espiritual de amar lo material como equívoca manera de pensar que es bendición de Dios, cuando es una prestación para auxilio del pobre y del necesitado y no una concesión acumular como si no hubiese mañana.

Llamamos flagelo porque agobia al alma su manutención, administración, tenencia y pago de tributos no pocos. Distrae tanto su posesión que el Señor pasa al segundo término y por eso el Señor Jesús no tuvo reparo de enseñar al respecto y al Espíritu cuidadosamente dejarlo en testimonio escrito.

Leyendo dice Mateo 19:16-30:

16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17 Él le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

23 Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24 Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. 25 Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 26 Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible. 27 Entonces respondiendo Pedro, le dijo: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos? 28 Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. 29 Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. 30 Pero muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros.

Menciona la escritura un tema muy importante: la angustia y cárcel que es tener muchas posesiones materiales y aun mas el afán de mantenerlas y aumentarlas si es posible.

Muchos ricos creen hacer buena obra y que están bien delante de Dios. Hay ricos que Dios hace para que sostengan a su iglesia y hay ricos que generan su riqueza por maldad. Un joven rico llega con Jesús y le pregunta qué hay que hacer para tener la vida eterna, llamándole bueno.

Jesús le responde que nadie hay bueno en esta Tierra, sino solo Dios que está en el cielo. Él no se incluye porque es carne y además, está para servir a la obra evangelizadora de Dios. Pero sabemos que él es bueno y aquí vino a enseñar humildad y obediencia.

Le pide que guarde los mandamientos (la ley) porque es parte del quehacer como judío que era. Él le contesta que tras haber oído los principales: no matar, no adulterar, no hurtar, no dar falso testimonio, honrar a los padres y amar al prójimo como a sí mismo los ha cumplido desde sus tiempos mozos, le pregunta si hay algo más que hacer.

Jesús le habla de la perfección, es decir, cumplir la ley no basta, sino que hay más: su evangelio. Le expone que venda todo lo que tiene y que lo de a los pobres, que lo siga y tendrá tesoro en el cielo.

El evangelio de Jesucristo viene a completar lo que la ley dejó no terminado en cuanto a lo que Dios espera del hombre que le ama y le obedece.

Cuando le habló de dejar todo para seguirlo, se puso triste y se fue, porque tenía muchas posesiones. Se puso triste por varias razones: amaba su posición de rico, amaba sus propiedades, no deseaba dejarlas ir. Se fue y ya no regresó. Prefirió quedarse con sus posesiones y autoengañarse que hacía buena obra, que ser perfecto y verdaderamente rico.

Lo mismo que el soberbio, es el rico.

Por eso en primera instancia dice nuestro Salvador Señor Jesucristo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. No está hablando de la salvación, ojo, sino del poder y riqueza espiritual. No se puede ser rico material y espiritual. El mismo Jesús lo demostró siendo carne humana y desprovisto temporalmente de su verdadero poder y presencia. Él dejó todo por amor a Su Padre y por eso ahora es merecedor de toda honra porque justamente él es la excepción a esta regla que él dice.

Ahora, también quiere decir que muy pocos sí podrán decirle adiós a su riqueza y dejar todo por amor de su nombre. Estos son grandes y tienen su recompensa en el cielo por cuanto menospreciaron lo que el mundo les dio y buscaron algo mucho mejor que eso.

Los discípulos lo confunden con la salvación, aunque lo cierto es que como se mencionó anteriormente, Dios hace al rico y al pobre y los ricos que Dios hace están para apoyar a la iglesia con su riqueza y estos hermanos saben que esta riqueza es para el servicio y así ellos se agencian el poder del reino de los cielos porque, sin dejar de ser ricos, hacen la verdadera buena obra que es atender las necesidades de los hermanos en prueba, cárcel, tribulación, enfermedad, persecución, enfermedad, etc., y no escatiman en recursos y en consecuencia, el Padre le bendice más.

Algunos ricos incluso se agencian con la salvación si al ser no creyentes ayudan a los hermanos con buen corazón y con amor.

Quienes son los que más fácilmente tienen el acceso al poder del reino de los cielos son los pobres, los desconocidos, los enfermos, los perseguidos, pues poco o nada tienen que perder y con fe saben que estar con Cristo es mucho mejor que estar sin él. No esperan más a cambio que ser libres de sus angustias y son enriquecidos con gracia, salvación, amor, fe, esperanza y claro, el Padre les provee sus necesidades.

Incluso Pedro, le dice no como reclamo, sino como pregunta válida, pues nada en el trabajo es gratis y el obrero es merecedor de su salario sobre el tipo de recompensa tendrá al ser pobre.

En el caso expreso de los discípulos quienes dejaron todo por seguirlo, tienen la potestad de juzgar a las doce tribus de Israel, por cuanto consideraron amar más a Cristo que a su propia vida, trabajo y familia. Ellos y no Cristo o Jehová estarán dando cuenta de los nacidos de Israel que no creyeron a Cristo. Ellos los juzgarán porque fueron perseguidos, golpeados, muertos y echados fuera de su tierra por causa del nombre de Cristo y ahora ellos podrán dar testimonio y echarlos fuera por haber transgredido el pacto de Dios al haber rechazado y matado a Cristo.

Y entre nosotros, quien haya dejado todo por amor a Cristo, tendrá cien veces más recompensa y la vida eterna segura.

Cuando el Señor Jesús menciona que muchos primeros serán postreros y viceversa, se refiere a que los gentiles tomarán el reino y la autoridad y serán primeros antes que los nacidos de Israel y judíos, por cuanto tuvieron la primicia y no la aceptaron. De hecho, para ser verdaderamente de Cristo, los judíos deben renunciar a Moisés y la ley, a las prácticas religiosas antiguas, a predicar eso y darle todo el valor a lo antiguo. Y eso es ser como el joven rico. Pero nosotros los gentiles quienes no tuvimos ese apego o enseñanza, tenemos más libertad al dejar lo pagano, lo inmundo de cada civilización o ancestro cultural porque no tenemos tanto apego como aquellos primeros.

Entonces, para finalizar, decir que la riqueza material estorba para ser ricos espiritualmente y es mejor ser sustentados por el Padre que haber nacido entre edredones finos y una alcurnia en la carne.

Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesús sea en todos ustedes, amados hermanos, amén.

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