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El divorcio

Que el amor, gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo sea en su espíritu, amados lectores, amén.

En el siguiente apartado bíblico inspirado por el Espíritu Santo, recopila lo dicho por nuestro Señor Jesucristo en Mateo 5:31-32 tocante al divorcio. Sin embargo, la ociosidad del género humano de ser diligentes al momento de buscar esposa propició multitud de parejas insatisfechas, infelices y en pleito constante.

Lo que Dios unió no lo separe el hombre, es la premisa sobre la cual debe buscarse pareja y no lo que el hombre una, pues nada de poder tiene y al guiarse por el ojo, la lascivia, la vanidad, la envidia, la codicia y la avaricia se tiene en resultado la mutua repulsión. Como Dios no unió, no puede permanecer unido.

Y por esta pereza espiritual el Señor Jesús va más allá. Cuando determina con poder que no basta con odiarse, sino que se agrega el pecado de adulterio, descrito anteriormente. Pues habiendo transgredido el mandamiento de amaos los unos a los otros y después que el varón debe amar a su mujer cuál vaso frágil, al repudiarla y desecharla la arroja al pecado, pues solo la muerte destruye ese lazo espiritual y quien se junte con esa mujer peca -independientemente de si sabe su condición de divorciada o no- porque consiente en ayuntar con una mujer ajena. Las autoridades del mundo no tienen la potestad de romper mandatos de Dios o de Jesucristo, sino que, instigadas por el diablo crean mandamientos contrarios a las leyes espirituales.

Entonces “amparados” por la ley los hombres pecan contra Dios.

Y en la iglesia, si dos hermanos pretenden separarse, deberán entender que no pueden unirse a otras personas, mucho menos si son creyentes. No hay. espacio para amantazgos, amistades con derecho o falsos noviazgos y la anterior ley de Jesucristos se aplica: “si se mira a otra mujer para codiciarla, ya se adulteró con ella en su corazón”. No habrá más remedio que aprender a dominar la carne de todo deseo sexual, al privarse mutuamente de amarse. ¿Dura la palabra? Sí, pero es consecuencia de ser desobedientes desde el principio y no poner la relación en manos de Dios que la bendiga y la una con Su poder.

No podemos ser espirituales en una cosa y acogernos a criterios del mundo en otras. En este aspecto no hay más. Nos guste o no son dichos de nuestro Señor Jesucristo y solo en el caso que nuestro yugo sea con un mundano entonces sí se puede romper. Y buscar una pareja dentro de los creyentes.

Dos versículos, pero llenos de enseñanza y profundidad.

Que el amor y la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.


31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio. 32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

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