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El Amado escogido

Que el amor, la gracia y la paz de nuestro amado Señor y Salvador Jesucristo, Hijo de Dios, sea en todos ustedes amados lectores y creyentes, en su espíritu, amén.

El Señor Jesús ha sido siempre el Hijo de Dios. Antes del mundo ya era y después del mundo lo será por igual. Por consiguiente, se establece que este vínculo filial permanece y no puede ser destituido, eliminado, marginado u ocultado por ningún otro ente, sea mortal o espiritual.

En los tiempos de su estancia en el mundo cuando era carne y hueso, los judíos pretendieron -después de ser ampliamente exhibidos en la sinagoga tras sanar la mano del hombre de la mano seca al comprobarles que es Señor, sobre todo lo que hay- entendió que su vida corría peligro y se apartó de ahí, no por miedo a la muerte si no porque no era el marco predestinado para tal evento (morir en sacrificio). El Señor Jesús preservó su existencia para seguir obedeciendo la ordenanza del Padre.

El Padre ama al Hijo; sin embargo, no podría actuar como Dios Protector sin romper Sus leyes espirituales y Su promesa de redención de la Humanidad, así que el Señor Jesús, una vez dado su testimonio, en su potestad de ser humano por medio del Espíritu Santo decidió moverse a un lugar más seguro.

Entre tanto, a donde iba seguía realizando sus portentos de sanidad para que las ovejas ordenadas a salvación fueran alcanzadas por él y quienes no, recibieran el aviso del testimonio del cumplimiento de las escrituras para su perdición, pues pudiendo elegir salvarse por violencia de arrebatar el reino prefirieron denostar y no creer a las palabras de vida de nuestro Salvador.

Menciona la escritura que les encargaba rigurosamente que no le descubriesen. ¿Por qué?

Porque faltaba el reino gentil de almas en ese momento todavía desprovista de toda salvación y reconciliación. No podía acelerarse su proceso de sacrificio en rescate de muchos porque el pueblo era mucho, la maldad de sus enemigos infinitamente en ascenso y el diablo maquinando cómo destruirlo. Además, no era el tiempo ni el momento de restaurar todas las cosas en Israel porque faltaba el poderoso hecho de sacrificar al Cordero de Dios en Jerusalén.

No podía su voz restringirse solamente al pueblo hebreo: faltaba el resto. Profetizado por Isaías ordenado por Dios en los tiempos de Acaz de que el Siervo Amado y Escogido por el Yo Soy habría de incluir a los gentiles en su discurso de vida quienes por número y calidad superarán al olivo natural en su herencia eterna para Dios porque Él así lo planteó y ¿quién lo contradirá?

¡Bendito seas Padre eterno por esta dicha Tuya dada a nosotros los gentiles! ¡Alabado seas Señor Jesús! Porque por tu obediencia hasta la muerte es que a precio de tu sangre fuimos alcanzados y ahora estamos en inmejorables condiciones de vida eterna.

Leamos con profundo gozo y júbilo el contenido expreso en Mateo 12:15-21.

15 Sabiendo esto Jesús, se apartó de allí; y le siguió mucha gente, y sanaba a todos, 16 y les encargaba rigurosamente que no le descubriesen; 17 para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:

18 He aquí mi siervo, a quien he escogido;

Mi Amado, en quien se agrada mi alma;

Pondré mi Espíritu sobre él,

Y a los gentiles anunciará juicio.

19 No contenderá, ni voceará,

Ni nadie oirá en las calles su voz.

20 La caña cascada no quebrará,

Y el pábilo que humea no apagará,

Hasta que saque a victoria el juicio.

21 Y en su nombre esperarán los gentiles.

Que el amor de Jesucristo sea en ustedes, amados hermanos nuestros, en su espíritu, amén.

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