El adiós al templo
- Cuerpo Editorial
- 8 feb
- 3 Min. de lectura
Que el amor, la gracia, la paz y el gozo de nuestro Señor Jesucristo sean plenos y rebosantes en ustedes, amados hermanos, amén.
El Señor Jesús, una vez notificado que la ciudad capital del reino judío quedó relegada de sus funciones como habitación de Dios en la Tierra, se dispone a salir del templo donde, desde que fue acosado con preguntas dolosas e hirientes y probado su paciencia, tomó la palabra y declaró juicio contra los falsos siervos, luego a la ciudad santuario de la ley recién leímos que la destituyó de su título de habitación de Dios, había terminado su celo y la profecía sobre este mundo pecaminoso.
Jerusalén fue declarada desierta por Dios porque Su Presencia estará en el corazón de toda lengua que confiese Su Nombre y el del Señor Jesucristo. No puede Dios tener dos moradas en el mundo físico. Por tanto, dejó de estar afuera de Su Creación para estar dentro de Su Creación, constituyéndose en Su Habitación donde Él y el Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, toman posesión. Pero Dios habita en Su Templo, ¿pero y el templo? ¿o cuál templo? Leamos Mateo 24:1-2:
Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. 2 Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.
¡Exacto! ¡Necesitaba ser destruido! Así como Jerusalén dejó de ser necesaria para que Dios tuviese presencia real en esta dimensión, ahora el templo de piedra dejó de tener importancia también. No tiene sentido que Dios viva afuera y viva adentro ¿tendrá sentido que tenga un templo afuera y otro adentro? Definitivamente no.
¿Entonces por eso Jesucristo decretó su destrucción? ¡Claro! Porque ya no sirve a los intereses de la vida espiritual en él. Como él es nuestro Pastor y Señor, su mayor anhelo es estar con nosotros hasta el fin del mundo. Ya no puede ser en lo físico o material, sino en lo espiritual tomar al corazón como su morada donde él pueda recostar su cabeza. Dios establece Su templo en nosotros y nuestro Señor Jesucristo la base de operaciones de su iglesia.
Pero ambos entes terrenales dejaron de usarse. Nosotros somos ese templo viviente de Él y también como parte de la novia amada a punto de ser desposada en un futuro cada vez más cercano.
Glorificado sea el santo nombre del Señor Jesús porque prefirió a la Creación de Su Padre y Padre nuestro como templo y lugar de refugio y desechó dos lugares geográficos que como quiera habrían de ser destruidos no solamente en lo terrenal sino en lo espiritual.
Así que, no se afanen por edificios y tampoco se aficionen por puntos geográficos que constituyen una blasfemia, porque su propio cuerpo da cuenta de su fervor y mantenimiento, amados hermanos.
Y de hecho, en la nueva ciudad -escrito está que- la función del templo queda en la inexistencia, porque en Su verdadera esencia siendo ya todos espirituales, no puede ser contenido y nosotros seremos como Él. De hecho, Dios con Su misma Sustancia será el propio sol y el día eternos. Entonces, templo de piedra, ladrillo, concreto, adobe o madera: muchas gracias, pero ya no son requeridos sus servicios. Por gracia del Padre y deseo del Señor Jesucristo, las piedras vivientes y las ovejas somos el centro habitacional de la Deidad. Tú eres un edificio solamente.
Que el amor, la gracia, sabiduría y fe del Señor Jesucristo sea abundante en su espíritu, amados hermanos, amén.
Comments