Editorial 570 - Feria de Ciencias
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Que la gracia, paz y amor del Señor Jesucristo sea en todos ustedes, amados hermanos, en su espíritu, amén.
Amados hermanos, tenemos mucho que mencionar al respecto del título del tema. Muchas personas toman demasiado en serio el adagio que dice: “el conocimiento es poder”, pero en Cristo “el conocimiento envanece”. No podemos estar expectantes a lo que el mundo sostiene e introducirlo en el devenir de la iglesia, por cuanto el Espíritu es eterno y sabio y nos muestra lo que es verdadero y la verdad.
El mundo, en cambio, se deja llevar por pasiones y deseos, irradia incongruencia y necedad, vanidad y locura, rebeldía e insatisfacción.
Lo del mundo son meras especulaciones baratas y efímeras. Esa manía de querer ser Dios, jugar a ser los depositarios de toda la verdad, los heraldos de un saber y paladines de la información crea monstruos espirituales que se disfrazan de héroes o servidores cuando solo buscan enorgullecerse y robarse la gloria y alabanza que le pertenece al Dios que les permitió nacer, ser y desarrollarse.
Toda ciencia del mundo tiene límite en su alcance y comprensión, ya sea una ciencia natural, como la social no pueden tener un conocimiento completo y total. Incluso existen las especialidades porque o se es sabio que conoce de todo un poco o se es experto que domina mucho de un algo, mas no todo.
Es decir, que en la feria de ciencias se es amplio o se es profundo, mas no ambos; en Cristo Jesús, la ciencia es medida de crecimiento gradual que se puede amplificar hacia un conocimiento de la voluntad de Dios en la vida de uno, del entorno, de la vida, del porvenir, del pasado: no se sabe todo, pero se sabe todo lo necesario para encontrar esa perfección que nuestro Padre busca atesoremos.
Mejor es destacar en las ciencias de lo espiritual, aunque el mundo diga que seamos poca cosa, a destacar en las ciencias del mundo y para Dios seamos poca cosa. El mundo tiene fecha y hora, Dios le impuso esa fecha y hora.
Que el amor, la gracia y paz del Señor Jesucristo sea en su espíritu, queridos lectores, amén.
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